<p>A menudo, la buena literatura requiere un extra de esfuerzo del lector. Antes de disfrutar de la sintaxis endiablada, las frases retorcidas o el vocabulario enciclopédico uno necesita cierto entrenamiento. En el otro extreno, las novelas que militan en la austeridad y la contención también requieren un plus de confianza y otro de atención, pues te piden que completes mentalmente lo que está entre líneas. Y luego están las obras monumentales que, por puro tamaño, lo que necesitan es tiempo de lectura, <strong>constancia pura</strong>. Si fuera un libro, <i><strong>Los años nuevos</strong></i>pertenecería a los tres grupos. </p>
Diez años de relación resumidos en 10 nocheviejas: la seductora idea se sostiene con un guion soberbio
A menudo, la buena literatura requiere un extra de esfuerzo del lector. Antes de disfrutar de la sintaxis endiablada, las frases retorcidas o el vocabulario enciclopédico uno necesita cierto entrenamiento. En el otro extreno, las novelas que militan en la austeridad y la contención también requieren un plus de confianza y otro de atención, pues te piden que completes mentalmente lo que está entre líneas. Y luego están las obras monumentales que, por puro tamaño, lo que necesitan es tiempo de lectura, constancia pura. Si fuera un libro, Los años nuevospertenecería a los tres grupos.
Esta serie de Movistar+ utiliza estructuras narrativas variadas y nada obvias, deja fuera de la pantalla más del 99% del espacio temporal que cubre y necesita como mínimo dos tardes completas de la vida del espectador. Así, en dos mitades, se puede disfrutar en algunas salas de cine. Y así la vi yo. Y fue un viaje brutal.
Escrita por Sara Cano, Paula Fabra y Rodrigo Sorogoyen (con la colaboración episódica de Marina Rodríguez Colás y Antonio Rojano), Los años nuevos cuenta la historia de Ana (Iria del Río) y Óscar (Francesco Carril) entre 2014 y 2024. Concretamente entre las nocheviejas de esos años. La década de Ana y Óscar se relata a través de saltos anuales. Se conocen en una fiesta de fin de año y terminan, 10 después, en un lugar muy distinto. O no. Toda su treintena resumida en 10 días y 10 noches. La idea es tan seductora como peligrosa y necesita de un guion que le aporte estructura, sentido y combustible. De todo eso, Los años nuevos tiene más que de sobra. También tiene una profundidad emocional que si la aleja de algún género es precisamente del que la llama con cantos de sirena más letales: la comedia romántica.
A lo largo de 10 años, Ana y Óscar vivirán demasiado pero no suficiente. Es decir: la pura definición de vivir. Chico conoce chica, chica conoce chico, chico y chica se quieren, chico y chica se juntan, chico y chica se pierden, chico, chica, otro chico, otra chica, un momento… ¿ya han pasado 10 años? Quién no ha sentido eso alguna vez. Y qué difícil es expresarlo por escrito. Cuanto más en un guion y ya no digamos si las premisas conceptuales de ese guion son tan puñeteras como la de Los años nuevos: solo veremos un día de cada 365 de la vida de Ana y Óscar. Ese día, además, será uno de los menos representativos de todo el año, el limbo decadente y reflexivo del cambio de cifra en el calendario. En una de esas nebulosas interanuales se conocen nuestros protagonistas. Veamos qué es de ellos al año siguiente. Y al siguiente. Y al… un momento, ¿ya han pasado 10 años?
Quizá sólo las actuaciones de Oriol Pla en Yo, adicto (por la responsabilidad) y Carmen Machi en Celeste (por la sutileza) sean este año comparables a las de Francesco Carril e Iria del Río en Los años nuevos. Tan apabullante (por tiempo, por intensidad, por rango, por todo) es su presencia en la serie que, incluso estando plagada de intérpretes extraordinarios (como Pablo Gómez-Pando y Ana Labordeta, por citar sólo a dos), llegamos a creer que esta es una historia de únicamente dos personas. Podemos incluso convencernos de que, precisamente por eso, Los años nuevos es una cosa sencilla. Larga, sí, pero fácil. Nada más lejos de la realidad. Los años nuevos son muchas personas condensadas en dos, muchos días resumidos en 10 y muchísimos sentimientos, tal vez todos los que yo conozco, metidos en la misma serie. Es una serie que pide, pero sobre todo es una serie que da.
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