«Un Nobel de Literatura no se distingue por los andares», afirma Pablo Valdivia, Director de la Escuela Nacional de Estudios Literarios de Holanda. El jurado del Premio Nobel de Literatura invita a varios expertos de todo el mundo a presentar sus propuestas. Valdivia es uno de ellos. «Nunca me han escuchado. Cualquiera que tenga un cargo destacado relacionado con la literatura recibe la invitación. Todos los años recibo una carta del jurado del Nobel y hago mi propuesta en unos folios. Este año he propuesto a Antonio Múñoz Molina». Los Premios Nobel de Literatura, que falla este jueves la Academia Sueca, pueden fumar diferente, pero llevan un carisma interior. A veces son un poco raros. Son personas erosionadas por la literatura. Pero, ¿qué hace que un Nobel de Literatura sea un Nobel de Literatura? Seguir leyendo.
¿Qué hace un Nobel de Literatura a un Nobel de Literatura? «No se puede ignorar a los grandes conglomerados públicos o privados. El desembarco de los grandes grupos europeos en Corea supuso anticiparse a Kang.
«Un Nobel de Literatura no se distingue por los andares», afirma Pablo Valdivia, Director de la Escuela Nacional de Estudios Literarios de los Países Bajos. El jurado del Premio Nobel de Literatura invita a varios expertos de todo el mundo a presentar sus propuestas. Valdivia es uno de ellos. «Nunca me han escuchado. Cualquiera que tenga un cargo destacado relacionado con la literatura recibe la invitación. Todos los años recibo una carta del jurado del Nobel y hago mi propuesta en unos folios. Este año he propuesto a Antonio Múñoz Molina». Los Premios Nobel de Literatura, que falla este jueves la Academia Sueca, pueden fumar diferente, pero llevan un carisma interior. A veces son un poco raros. Son personas erosionadas por la literatura. Pero, ¿qué hace que un Nobel de Literatura sea un Nobel de Literatura? Jean-Paul Sartre lo ganó en 1964: rechazó a la Academia porque no quería ser «objetivado» -convertido en mercancía- por ninguna institución. «La originalidad de los candidatos, más que en el personaje, radica en la voz que hay detrás de cada obra», explica el profesor Valdivia. «Tampoco se pueden ignorar los grandes conglomerados de interés público o priovados, que hacen lobby. En esta materia, hay muchos deberes por hacer en el ámbito del español. Los anglosajones sacan mucha ventaja». Un ejemplo. Han Kang, el escritor coreano que ganó el último Premio Nobel de Literatura, respondía a los intereses empresariales concentrados en Asia. «Se conceden más premios desconocidos porque representan a zonas del mundo. A veces están vinculados a cuestiones políticas o publicitarias. Kang fue el desembarco de grandes grupos europeos en Corea. La tasa de alfabetización del país va en aumento. Kang hibridó intereses geopolíticos y comerciales. Es un mercado emergente de lectores, a diferencia de Estados Unidos o Europa, que los pierden». El escritor chino Can Xue y el húngaro Lászlo Krasnahorkai son los favoritos en la casa de apuestas Ladbrokes. También figuran los mexicanos Cristina Rivera Garza y Enrique Vila-Matas, junto al australiano Gerald Murnane, y ya por detrás el rumano Mircea Cartarescu y el estadounidense Thomas Pyncon. Aunque el ganador, como apunta Valdivia, puede ser el escritor indio Amitav Ghosh, en séptima posición para la web Nicerodds. Allí aventaja a Murnane. . La editora Iolanda Batallé, directora de la librería catalana Ona Lliberos, no tiene en cuenta los compromisos empresariales a la hora de definir a Kang. «Es una mujer aparentemente muy tímida, con un punto vulnerable, pero de una fuerza bestial», describe. Cuando casi nadie leyó la cena de Kang en casa de Batallé, donde tenía a su editor en catalán y castellano, hace diez años, casi no se oía. «Vino a cenar con su traductora al español, una argentina. La traductora hablaba mucho. En cambio, Kang estaba súper callado. A mi hijo le habían dicho que tarde o temprano iba a ganar el Nobel, pero no sabía a quién me refería, si a la mujer callada o al orador. Hay que ver cómo se calla la gente». Kang, autor de El vegetariano, conquistó a Batallé. «Lo edité antes de ganar el Booker. Te enamoras de esa literatura. La crees profundamente. Está dentro de la literatura herida. Estaba muy claro que iba a ganarla. Es muy valiente. Sus libros mantienen la poética de su mundo, pero son diferentes entre sí. Es un reto muy grande». Patrick Modiano, el Nobel francés, el británico de origen japonés, Kazuo Ishiguro, o la Nobel polaca, Olga Tokarczuk, son editados por Anagrama. «La verdad es que son muy diferentes», dice Silvia Sesé, su editora. «No he pensado en qué los hace especiales. Podríamos decir que de alguna manera tienen autoridad moral e intelectual en su campo, además de una autoridad estética. Han conseguido tener una autoridad estética: dominan un estilo. Los autores deben reunir las tres autoridades. Vincular el dominio estético con un compromiso moral», añade. Los artistas son un caledoscopio que cambia con la mirada de los demás. «Tienen un mundo rico que no tiene por qué reflejarse en su comportamiento. Son encantadores. Son curiosos, se preocupan por los demás y les interesan muchas cosas. Al mismo tiempo, lo consideran y analizan todo. Vargas Llosa era un tipo enganchado a la curiosidad. «Hubiera sido muy sorprendente que no se lo dieran», dice Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara y amiga del Nobel peruano fallecido en 2025. «No perdió la curiosidad hasta el último momento. No encajaba. Deseaba leer todos los libros. Quería ver toda la película. De hecho, para Le doy mi silencio, su último libro, volvió a viajar a pesar de sus problemas de movilidad. Fue con su bastón para oler y sentir. «. Durante sus últimos años apareció en los programas del corazón por su relación Isabel Preysler. Con la perspectiva, puede decirse que Vargas Llosa también experimentaba: era un niño pequeño en un mundo extraño. «No era plácido, pero lo asumía como otras cosas de su vida. Un viaje a un territorio distinto. Se arriesgaba en la vida, siempre se ponía en situaciones incómodas. Y a los 80 años se subió a un escenario]en 2015] con las historias de la peste para hacer larguísimos parlamentos de más de tres horas sobre el escenario». Y, además, escribía dulce.
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