En la juventud uno da por sentado que no se convertirá en uno de esos viejos bribones que antagonizan todo lo que ya les pertenece en generaciones posteriores. Los que consideran que la edad de oro coincidió, por cierto, con el período que comienza en su infancia y termina su primer engaño de trabajo. Es decir, uno de esos escritores que anuncian la muerte de la novela cuando mueren. Pero el camino de la mediana edad está sembrado de trampas, y un director de cine que vino al mundo con una amplitud de miras sin precedentes, hablo de Quentin Tarantino, acabó confesando en un libro que los únicos fetiches que conserva son los que ya tenía de niño. Seguir leyendo.
En un mundo de luz y color, la hegemonía de la inteligencia artificial está a punto de transformarse en el personaje Bob Hopkins de Quién engañó a Roger Rabbit.
En la juventud uno da por hecho que no se convertirá en uno de esos viejos granujas que antagonizan todo lo que ya les pertenece en generaciones posteriores. los que creen que la edad de oro coincidió, por extensión, con la era que comienza en sus primeros años de vida y termina en su primer disimulo laboral. Es decir, uno de esos escritores que anuncian la muerte de la novela cuando mueren. Pero el camino de la edad madura está sembrado de trampas, y un director de cine que vino al mundo con una amplitud de miras sin precedentes, hablo de Quentin Tarantino, acabó confesando en un libro que los únicos fetiches que conserva son los que ya tenía de niño. Hago lo que puedo, aferrándome a los fenómenos exclusivos de este tiempo como ciertos videojuegos revolucionarios, ciertos juegos de mesa inimaginables en mi infancia y VVV music]Trippin ‘ you], pero la hegemonía de la inteligencia artificial amenaza con convertirse en el personaje que interpretaba Bob Hopkins en Quién engañó a Roger Rabbit, un ceño fruncido en un mundo de luz y color. Lo intento de verdad, pero no es fácil que los agentes que prometen un salto evolutivo que podría favorecer la supervivencia de nuestra especie sean los mismos que venden joyas y huches, como la red social Cameo, diseñada en torno a la posibilidad de plantar tu cara en un charco de prompts. Como si el Proyecto Manhattan fuera la fuente de esos cosméticos que contienen ingredientes radiactivos. Como si el Instituto Max Planck publicara manuales de curación cuántica. Todo sería más fácil si el mismo CEO que nos ha asustado con el riesgo de ser sometidos a una inteligencia superior no se hubiera apresurado a hacer todas las contorsiones ideológicas posibles para ganar la desregulación total de sus actividades. Todo sería más fácil si Sam Altman no hubiera publicado una foto de la Estrella de la Muerte para acompañar el anuncio del lanzamiento del Chat GPT 5. 0, o si no hubiera anunciado contenidos eróticos para diciembre. Me gustaría que este cambio de paradigma tuviera el mismo aliento solemne y épico de la carrera espacial. Que nos hiciera mirar hacia arriba, superados, en lugar de luchar por nuestra atención con un proveedor de memes, chistes, tirantes y guaradas. Ni siquiera tolero que la misma tecnología sea amable conmigo, algo que arrastro desde la primera vez que actualicé un IPphone y lo primero que soltó fue un ¡hola! En lugar de ser tratado como un turista, quiero tener la oportunidad de ser intimidado en el futuro. Estas son mis exigencias, no para un mundo mejor, sino para una vejez que no sea insoportable en las cenas a las que tengo que asistir.
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