La Justicia ha admitido a trámite la demanda que Carlos Vermut ha interpuesto contra el diario El País, su ex directora Pepa Bueno y los periodistas Gregorio Belinchón, Elena Reina y Ana Marcos por las informaciones publicadas entre enero y febrero de 2024 en las que se acusaba al cineasta de violencia sexual basándose en los testimonios anónimos de seis mujeres, según ha informado el propio Vermut en un comunicado. Casi dos años después, no hay ni denuncias, ni investigaciones policiales, ni judiciales, ni, por supuesto, ninguna condena, afirma el director. Seguir leyendo
En un comunicado, el cineasta acusó a los periodistas de manipular los hechos y contradecirse: «Todas mis relaciones han sido siempre consentidas, y eso era algo de lo que eran plenamente conscientes».
La Justicia ha admitido a trámite la demanda que Carlos Vermut ha presentado contra el diario El País, su ex directora Pepa Bueno y los periodistas Gregorio Belinchón, Elena Reina y Ana Marcos por las informaciones publicadas entre enero y febrero de 2024 en las que se acusaba al cineasta de violencia sexual basándose en los testimonios anónimos de seis mujeres, según ha informado el propio Vermut en un comunicado. «Casi dos años después no hay ni denuncias, ni investigaciones policiales, ni judiciales, ni, por supuesto, ninguna condena», afirma el director. «Todas mis relaciones han sido siempre consentidas, y eso es algo que los propios autores conocían perfectamente, a pesar de lo cual decidieron publicar», afirma. «Prueba de ello es que, tras conocerse que estaban preparando acciones legales, Ana Marcos -una de las firmantes- publicó el libro» A mí no me ha pasado», en el que explicaba el caso y admitía:» En ningún momento fue mi objetivo ir en busca de delitos, no es mi labor señalar la culpabilidad de nadie, ni en este asunto en particular ni en ningún otro caso de los que he podido tratar a lo largo de mi carrera periodística». Nuestro trabajo no persigue que alguien vaya a la cárcel y mucho menos que cometa un asesinato civil gracias a nuestra información, como algunos nos acusaron. ‘ En la misma línea, Vermut en sus declaraciones escritas por Elena Reina en el podcast Vamos a mejorar:» (Las mujeres) pueden denunciar por el juzgado o pueden simplemente señalar una conducta reprobable. Tal vez estas mujeres no quieren que este tipo vaya a la cárcel. Es decir, no buscan eso. Tal vez quieren que deje de hacer lo que están haciendo. «» En varias entrevistas posteriores reconocieron algo especialmente comprometedor: tuvieron que convencer a estas mujeres para que firmaran sus testimonios, aunque éstos se publicaron de forma anónima, «continúa la declaración de Carlos Vermut». Estas declaraciones no les eximen: les hacen aún más responsables. Los titulares y las trampas no se referían a actitudes reprobables, me presentaban como autor de conductas tipificadas como delito en el Código Penal. El Paş repitió un término jurídico inequívoco en más de 20 artículos y podcasts: agresión sexual. En la mayoría de las ocasiones ni siquiera añadían el «presunto ‘ condicionamiento». «Quizá una de las falsedades más graves sea la de Gregorio Belinchón, porque está a la vista de todos». En el informe que él mismo firmó la versión era otra: la mujer dijo que se iba y yo respondí a que lo hiciera, sin violencia ni impedimento alguno, Carlos Vermut relató el silencio de los abusos en el cine como si hubiera habido forcejeo, con agresión física e inmovilización. Un relato habla de huida tras un ataque, el otro habla de salida sin obstáculos. Si pudo así cambiar su propio relato públicamente, con ese nivel de impunidad, la pregunta es inevitable: ¿qué pudo ocurrir en privado durante la redacción de los artículos»? . En una primera declaración, Carlos Vermut denunció la «manipulación de los hechos» y sus declaraciones por parte de las publicaciones de El País. «Hoy no es mi palabra contra la suya: es la palabra de Gregorio Belinchón contra la palabra de Gregorio Belinchón», afirma el cineasta. «Lo que ocurrió no fue un error sin importancia: fue una manipulación para conseguir impacto mediático. Pero ese camino no genera cambios duraderos: crea desconfianza, banaliza el debate serio y ensucia a los aludidos». «Esta exigencia trasciende mi situación individual», concluye el comunicado. «Lo que busco es que se establezca judicialmente que un medio de comunicación no puede presentar como culpables de delitos graves a quienes no lo son, y que, en nombre del activismo o bajo el paraguas del periodismo, nadie más pueda ver vulnerados sus derechos fundamentales».
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