Entre los muchos elementos que pueden explicar la rentabilidad de una inversión a largo plazo, el que mejor resume el exceso de rentabilidad sobre el mercado (alfa) es el concepto de creación de valor. Se ha demostrado que las empresas que crean valor de forma sostenible a largo plazo baten constantemente al mercado. El origen de la polémica está en las partes de esa creación de valor. Seguir leyendo
Hay que invertir en empresas excelentes, con buenas perspectivas de crecimiento y gestionadas por un equipo competente
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Entre los muchos elementos que pueden explicar la rentabilidad de una inversión a largo plazo, el que mejor resume el exceso de rentabilidad sobre el mercado (alfa) es el concepto de creación de valor. Se ha demostrado que las empresas que crean valor de forma sostenible a largo plazo baten constantemente al mercado. La controversia radica en los componentes de esa creación de valor. Jim Collins identificó en su libro «From good to great» uno de los principales componentes de la creación de valor: la calidad del equipo directivo. Charles Darwin sostenía que «las especies supervivientes no son las más fuertes, las más rápidas, las más inteligentes, sino las que mejor se adaptan al cambio». Del mismo modo, las empresas que, en nuestra opinión, sobreviven -y golpean constantemente el mercado- son las que mejor se adaptan al cambio. Además, esa capacidad la ha establecido en gran medida el equipo directivo. En su día, Nokia fue el líder indiscutible del mercado de la telefonía móvil. Era una empresa de calidad que nadie discute (para ser líder del mercado hay que ser bueno). Sin embargo, el negocio de Nokia prácticamente desapareció en cuestión de meses. La falta de visibilidad y de adaptación de su equipo directivo a un nuevo mercado (los smartphones) fue lo que acabó con la empresa. El caso de Kodak fue aún más alarmante. El creador de la tecnología que acabaría destruyéndola fue el fotógrafo, que a su vez era el fotógrafo. El error en este caso fue no apostar más fuerte por una tecnología disruptiva por miedo a canibalizar su negocio tradicional. . Al contrario de lo que ocurrió con estas empresas, el caso de Microsoft y su brillante CEO, Satya Nadella, es una de las mejores historias de éxito de los últimos tiempos. La actuación de Microsoft con su anterior CEO, Steve Ballmer, fue un 6 bajo. 10% anualizado (frente al 6. 70% del S & amp, P 500) en los 10 años anteriores a su salida de la empresa en febrero de 2014. Desde la entrada de Nadella, Microsoft se ha revalorizado un 30. 6% anualizado (frente al 12. 6% del S & amp, P 500). Nadella apostó por la nueva era de la digitalización, centrándose en la computación en nube, la inteligencia artificial y las redes sociales. Su gran visión y adaptación a la nueva era tecnológica permitió a una gran empresa como Microsoft seguir siéndolo. El equipo directivo es, por tanto, una condición necesaria, no suficiente. Por supuesto, la calidad de la empresa influye, al igual que su valoración. Estos tres elementos (gestión, calidad de la empresa y valoración) son los que, en nuestra opinión, mejor definen el concepto de creación de valor en la gestión de inversiones. Cuando un directivo con un historial brillante toma el control de una empresa con unos fundamentos lamentables, son los fundamentos del negocio los que permanecen intactos, según Warren Buffett, con toda razón. La calidad del equipo directivo es, por tanto, un elemento diferenciador, pero no es suficiente para asegurar que un negocio sobreviva a largo plazo. Satya Nadella tuvo éxito porque Microsoft ya destacaba como una empresa excelente. De esta forma llegamos a la conclusión principal de este artículo: la calidad del equipo directivo es clave para garantizar la supervivencia de un buen negocio. Por tanto, olvidar estos requisitos (calidad directiva y empresarial) puede llevarnos a cometer importantes errores de inversión. Dejamos para el final el último requisito por orden de importancia. Establecer como única inversión a la hora de invertir la valoración del negocio puede ser la peor estrategia de inversión a largo plazo. Por lo tanto, seguir una estrategia de inversión en negocios baratos nos parece una estrategia incompleta y errónea, sobre todo porque los negocios que muestran un mayor margen de seguridad son los que tienen más probabilidades de convertirse en trampas de valor. Estos negocios suelen compartir algunas características, aunque las más evidentes son la fase del ciclo en la que se encuentran (fase de declive) y la mala gestión del negocio (o falta de adaptación de su equipo directivo). Por ello, creemos que la estrategia de inversión más sensata es la de invertir en negocios excelentes, con buenas perspectivas de crecimiento y extraordinarios rendimientos del capital invertido, gestionados al mismo tiempo por un equipo directivo competente y honesto, con gran proactividad, visión a largo plazo y gran capacidad de adaptación al entorno, y, por último, pagar un precio atractivo por estos negocios. Álvaro Jiménez es gestor de inversiones en Gesconsult
