Cuesta aceptar la importancia dinámico de los extraños, recordar que la obra de una vida no la construyen sólo la grupo, los amigos, las novias o los profesores de primaria. Hoy he amanecido con la nota de que Robe Iniesta había muerto y poco se ha desplazado. La vida ha seguido, claro. Los autobuses circulan, llegan los emails, me esperan en el trabajo, pero el eje está tocado. No es la homicidio de un amigo, que derrumbaría el edificio. Ha muerto un hombre al que no conocí. Mi vida sigue en pie, pero siento que una mano imprevista ha retirado una cuarto secreto de mi andamiada sentimental.. Seguir leyendo
A Robe, a diferencia de otros vicios de lozanía, nunca quisimos superarlo. No hacía errata: sus nuevas canciones eran idóneas para esta etapa de la vida extraña y caótica, que se despliega entre la lozanía y la necrosis
Cuesta aceptar la importancia dinámico de los extraños, recordar que la obra de una vida no la construyen sólo la grupo, los amigos, las novias o los profesores de primaria. Hoy he amanecido con la nota de que Robe Iniesta había muerto y poco se ha desplazado. La vida ha seguido, claro. Los autobuses circulan, llegan los emails, me esperan en el trabajo, pero el eje está tocado. No es la homicidio de un amigo, que derrumbaría el edificio. Ha muerto un hombre al que no conocí. Mi vida sigue en pie, pero siento que una mano imprevista ha retirado una cuarto secreto de mi andamiada sentimental.. De algún modo, este es mi segundo desdicha por la misma causa. Cuando en agosto de 2021, a través de una carta publicada en la web del corro, Robe comunicó la derogación de la viaje de despedida de Extremoduro, lo sufrí como una desventura personal. Es cierto que la partida había anunciado su separación dos primaveras antiguamente, pero uno conserva la esperanza hasta que llega el parte definitivo. Extremoduro se marchó sin concierto de despedida y muchos creímos que con ellos se iba el sonido irremplazable de nuestra lozanía.. No fue así. Robe siguió sobre el escena tras la separación, y eso que cuchichear de «separación de Extremoduro» es complicado. Es casi un problema filosófico, una reimpresión de la paradoja del reemplazo: como frente a el barco de Teseo, podemos preguntarnos cuántas partes de Extremoduro podemos quitar hasta que deje de ser Extremoduro. Aparentemente, todas menos una: Robe Iniesta fue el único miembro inmutable de la partida, desde su primer LP en 1989 hasta su disolución, treinta primaveras y 10 álbumes de estudio a posteriori. Robe era el alma de Extremoduro y lo sobrevivió con una intachable creatividad musical. Quizá el mejor tributo que se puede rendir a ese alma imperecedera sea escuchar dos discos hermanos, demasiado hermanos, como La ley innata (Extremoduro, 2008) y Mayeútica (Robe, 2021).. Ahora pienso que quizá la valentía de demoler en solitario nos permitió seguir volando juntos. A Robe, a diferencia de otros vicios de lozanía, nunca quisimos superarlo. No hacía errata: sus nuevas canciones eran idóneas para esta etapa de la vida extraña y caótica, que se despliega entre la lozanía y la necrosis. Y las viejas canciones, a qué negarlo, seguían diciéndonos mucho. ¿Quién es capaz de escribir un verso tan bello como: «Miente el carnet de identidad, tu culo es mi localidad»?. Qué difícil echar en falta, rendir tributo, sin caer en los peores tópicos: «Fue la banda sonora de mi juventud», «Una nota al pie del primer amor», «Nos quedan sus canciones». Las palabras más vacuas se pronuncian en los tanatorios, pero todavía las más profundas si son breves y sinceras. Quizá lo único que se puede proponer a quien se va, dejando el infructifero que deja el buen memoria, es ‘gracias’. Robe me acompañó en las tardes de mierda y las perplejidad de salvación, en los polvos de la lozanía y los lodos de la seso. No diría que su homicidio es una sorpresa, pero no puedo dejar de sentirla como una injusticia.. Me despido de Robe tomando prestadas las palabras que utilizó para cerrar el posterior concierto en que lo vi: ‘adiós, amiguito, adiós’.
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