Recordarán quienes ya superen los 40 aquel noviembre de 1991 en el que un sonriente Curro entraba a lomos de una reproducción de la Nao Victoria, la primera en dar la vuelta al mundo, en el puerto onubense de Isla Cristina como uno de los grandes emblemas de la Expo que Sevilla acogería un año más tarde. Recordarán también que esa sonrisa apenas duró 20 minutos con la embarcación hundiéndose para sorpresa y disgusto de los presentes y con la puesta en marcha de un rescate exprés para la mascota.. Seguir leyendo
El director bilbaíno estrena ‘1992’, un thiller que acaba siendo una crónica política y social de los últimos 30 años de nuestro país
Recordarán quienes ya superen los 40 aquel noviembre de 1991 en el que un sonriente Curro entraba a lomos de una reproducción de la Nao Victoria, la primera en dar la vuelta al mundo, en el puerto onubense de Isla Cristina como uno de los grandes emblemas de la Expo que Sevilla acogería un año más tarde. Recordarán también que esa sonrisa apenas duró 20 minutos con la embarcación hundiéndose para sorpresa y disgusto de los presentes y con la puesta en marcha de un rescate exprés para la mascota.. Ese es el punto de arranque de 1992, la nueva serie de Álex de la Iglesia (Bilbao, 1965) que Netflix estrena este viernes. Pero aquí no hay rescate, Curro es la condena. En la escena de cada asesinato -y hay varios perpetrados con un lanzallamas- aparece un pequeño muñeco de ese animalillo de especie indefinida. ¿Por qué? Porque lo que pretende ser un thriller es más una crónica social del país que fuimos y del que aún hoy quedan trazas: la España de la expansión al mundo salpicada por la corrupción política y empresarial. «No estamos reflejando ninguna realidad, en absoluto. Pero lo que pasa es que todos vamos a pensar que sí. Y si pensamos que sí es porque tenemos nuestras sospechas», apunta el director vasco en el bajo que acoge las oficinas de su productora Pokeepsie, convertida ahora en museo para nostálgicos de la Expo con una figura gigante de su mascota, varias réplicas de anticuario de la misma en miniatura, camisetas, tazas, carteles…. ¿Por qué darle a Curro, que es una imagen casi de pureza hasta en el color, ese componente oscuro?. Los muñecos tienen algo de siniestro, es algo que me acompaña desde pequeño. Por encima son alegres, pero por debajo esconden un inframundo y eso ya te hace sospechar de la realidad.. ¿Esa época, pasado el tiempo, más que sospechas nos ha dado certezas de la corrupción de este país?. Creo que en esa época está el inicio de todo eso. No digo en la Expo, digo en esa época. Sin duda nos ha dado muestras de lo que hemos visto luego.. ¿Por qué mostrar eso ahora?. Porque creo que es liberador y lo necesitamos. En un espectáculo, que no deja de ser eso, ves tus problemas reflejados y eso te libera. Ahí escarbas y te encuentras tu propio reflejo, dándote cuenta de que cosas que se cuentan en esta pantomima reflejan la realidad, que es una pantomima. Eso es lo que hace grandes al cine y al teatro, cuando de pronto encuentras una verdad en ti mismo.. Hay momentos en la serie que también se pueden entender como una crítica hacia el mito que se ha creado con la etapa de la Transición.. Por un lado sí, no podemos estar nunca orgullosos de nada porque en el momento en el que estamos ratificando algo estamos empezando a mentir. Todo tiene que estar siempre encima de la mesa para ser revisitado o revisionado, eso es bueno. Pero podría ser otra época, porque lo que estamos contando ocurre siempre. Siempre hay un gobierno establecido que de pronto ve fácil una serie de situaciones o condiciones para sacar provecho propio. Y eso te lleva a una corrupción como la del guion de esta historia.. ÁNGEL NAVARRETE. Eso rompe con un discurso nostálgico que también ha llegado a lo político, que todo era mejor antes.. Yo no estoy nada de acuerdo con eso, creo que este es el mejor presente. Nuestro presente es el mejor de los mundos posibles, no creo que haya otra alternativa mejor. Y el que no se adapta al presente es porque no se sabría adaptar a ninguna época.. Siguiendo con la actualidad, también hay una crítica al discurso conspiranoico.. Es que también forma parte de nuestro presente, de nuestra manera de relacionarnos y de entrar en la realidad. Hay gente que piensa en locuras, que cree lo increíble y que se monta películas impresionantes sin ningún tipo de basamento. No quiero dar ninguna lección, pero necesitarían más tardes en casa leyendo.. ¿Cómo se lleva con esas conspiraciones?. No soy conspiranoico ni supersticioso en absoluto, pero me encantan las conspiraciones como ficción porque dan mucho miedo. Si lo circunscribes a ese mundo de ficción te ríes pero cuando no atendemos a la opinión de expertos y nos basamos en lo que buenamente creemos igual tenemos un problema.. ¿La clave de expansión está en las redes sociales? Aunque usted es un gran defensor y consumidor.. Por eso hay que controlarlas, pero ahí estamos dando voz a un montón de gente y a mí me ha servido de mucho. En las redes sociales no solo hay haters, yo he conocido a gente increíble. Es verdad que todo el mundo parece en disposición de opinar de todo, pero eso forma parte de una libertad que debemos apreciar. Antes la gente no tenía acceso a un medio que le diera voz, ahora sí. Y eso tiene principalmente ventajas. El hecho de que formemos parte de una comunidad que se pueda expresar en redes me parece importantísimo.. ¿Por qué puso el foco también sobre las reuniones de hombres y comentarios machistas en esta serie?. Ese es el reflejo de una manera de ser y de cómo nos movemos. Es algo que tenemos que reconocer que aún sigue existiendo y tenemos mucho trabajo por hacer.. «Lamentablemente no puedo ser una persona equilibrada, mis películas se parecen mucho a mí y eso no me gusta». ¿En el cine también? Le pregunto ahora que se está abriendo una Me Too de denuncias en su sector.. Hemos hecho muy bien con las medidas para favorecer la entrada de las mujeres. Eso ha sido muy valioso. […] Es evidente que se está abriendo [un Me Too] y está solucionando cosas. Porque tenemos muy presentes las actitudes que había en el cine y creo que esto es para bien. Todo eso es un beneficio que está ayudando a que cambien esas actitudes.. ¿Usted ha visto esas actitudes?. En ellas estamos todos, no te quiero dar un titular, pero todos somos machistas. Es un hecho y tenemos mucho que aprender.. Son 30 años ya en esta profesión, ¿hace balance de los que han sido estas tres décadas?. Pues, chico, esa es mi vida y la vida merece la pena ser vivida. Todo lo que he hecho para mí es tremendamente gratificante, me ha construido como persona, yo no puedo diferenciar entre cine y vida. Es lo que me empuja para seguir adelante. Todos somos lo que hacemos, pero lo que nos empuja a vivir es lo que pretendemos ser o hacer. Si tienes proyectos, eso te da fuerza para seguir adelante. Y, hostia, lo único que no me falta son proyectos.. Parar, desde luego, no ha parado entre la dirección y la producción en estos últimos años. Básicamente yo quiero rodar y contar historias. Porque tener una imagen en la cabeza y que de pronto se convierta en realidad, verte rodándola, te aseguro que es alucinante. ¿Cómo se llama esa enfermedad? ¿TDH? Pues siempre que veo cosas sobre ello, pienso que yo las tengo todas. Tengo la paranoia de trabajar, de no parar nunca, de ensimismarme pensando algo… No puedo dejar de pensar en mi trabajo y eso no sé si es una enfermedad o una oportunidad.. ¿Hay vida más allá de las películas y de este mundo?. Claro que hay momentos, pero los sufro la hostia. Yo no concibo otra manera de vivir, sería un jaleo parar. Yo nunca tuve un plan, pero de repente, Enrique Urbizu, que era amigo, hizo una película y me demostró que se podía porque yo pensaba que el cine era una cosa que hacían los dioses en el Olimpo, y cuando vi que era posible ya no paré.. ¿Y por qué siempre lo ha hecho desde el exceso? En el caso de 1992 de explosiones.. Es que físicamente soy excesivo y hablando lo soy también. Lamentablemente no puedo ser una persona equilibrada, cuando ruedo me gusta que sobre y no que falte, se ha convertido en una manera de ser. Mis películas se parecen mucho a mí y eso no me gusta.
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