“El mundo es menos desigual de lo que ha sido en 100 años”, escribió Branko Milanovic (Belgado, 1953) el año pasado en la revista Foreign Affairs. Viniendo de uno de los economistas más respetados del mundo por sus estudios sobre desigualdad, la frase era claramente una provocación. Para entenderla, había que ampliar el encuadre y comparar la diferencia en ingresos entre todos los ciudadanos del planeta, en vez de ir país por país.. Seguir leyendo
El académico serbo-estadounidense cree que África debe crecer más para combatir la inequidad, pero reconoce que las nuevas tecnologías y el hecho de contar con una población joven pueden compensar este déficit
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“El mundo es menos desigual de lo que ha sido en 100 años”, escribió Branko Milanovic (Belgado, 1953) el año pasado en la revistaForeign Affairs. Viniendo de uno de los economistas más respetados del mundo por sus estudios sobre desigualdad, la frase era claramente una provocación. Para entenderla, había que ampliar el encuadre y comparar la diferencia en ingresos entre todos los ciudadanos del planeta, en vez de ir país por país.. Desde que la revolución industrial hizo despegar a las economías de Europa, la desigualdad global no había dejado de aumentar hasta hace más o menos dos décadas, cuando el crecimiento continuado de China le dio la vuelta a esta tendencia. “La desigualdad global alcanzó su máximo con el 69,4 que registró el índice de Gini en 1988, para caer hasta 60,1 en 2018, un nivel que no se veía desde finales del siglo XIX”, escribió Milanovic.. China ha crecido tanto que estamos comenzando un nuevo paradigma en el que los aumentos en la renta de sus ciudadanos ya no contribuyen a reducir la desigualdad global sino a agrandarla, por su distanciamiento progresivo de las regiones más pobres. “Los últimos números que acabo de recibir, que no son definitivos, parecen indicar que en los últimos dos años China contribuyó a la desigualdad, aunque todavía en muy pequeñas cantidades”, explica Milanovic a EL PAÍS durante una entrevista realizada por videoconferencia.. Ahora los países importantes para reducir la pobreza y la desigualdad, dice, son la India, Bangladés, Pakistán y los más poblados de África, como Nigeria, Sudán, Etiopía, Tanzania y Sudáfrica. Un continente, el africano, para el que Milanovic no tiene las mejores expectativas. “Para reducir la desigualdad tienen que crecer más rápido que el resto del mundo, y en los últimos 60 años no vemos muchos casos de países africanos con crecimientos del PIB per capita del 5% durante cinco años consecutivos, que es una regla sencilla para saber si un país es capaz o no de hacer algo así”, dice.. Pregunta. ¿Hasta qué punto el desempeño económico del pasado sirve para explicar las posibilidades del futuro?. Respuesta. Es cierto. No sería la primera vez que un economista se equivoca en su pronóstico por hacer inferencias a partir del pasado. En mi artículo también llamaba la atención sobre esto, con la predicción sobre Asia que en los años sesenta hizo el nobel sueco de Economía Gunnar Myrdal. Básicamente, lo que decía era que Asia no podría desarrollarse porque tenía un exceso de población. Así que es posible que con África también nos estemos equivocando.. P. ¿Cuáles serían los argumentos para imaginar un escenario de reducción de desigualdad global más optimista?. R. África tiene dos ventajas. Una es que las nuevas tecnologías le permiten dar un salto hacia adelante. Si para el desarrollo hiciera falta ponerse a fabricar coches, es posible que Nigeria perdiera frente a Alemania. Pero con las nuevas tecnologías, tanto Nigeria como Alemania empiezan más o menos en el mismo punto. No hace falta tener tanta experiencia técnica pasada.. P. ¿A qué nuevas tecnologías se refiere?. R. A la electrónica, desde las fintech hasta las empresas relacionadas con la inteligencia artificial. No estoy diciendo que ese tenga que ser el camino de desarrollo de los grandes países de África, sino que con esas tecnologías, la capacidad de éxito depende menos de la experiencia del pasado. Se suele decir que la excelencia alemana en maquinaria tiene mucha relación con cosas que pasaron en la edad media, con el sistema de los gremios, con un personal extremamente capacitado para hacer buenos productos… Creo que esas ventajas ya no rigen porque estamos ante una tecnología completamente nueva.. P. ¿Y la segunda ventaja?. R. La población de África es muy joven y sabemos, por las experiencias recientes, que los jóvenes son mucho mejores que los mayores con estas nuevas tecnologías. El tránsito de tecnologías mecánicas hacia electrónicas en un continente con mucha gente joven como el africano podría aumentar la probabilidad de un desarrollo veloz. En algunos países ya les ha ido bastante bien con el desarrollo de tecnología financiera, por ejemplo, usando los teléfonos móviles para los pagos.. P. Usted argumentó que la reducción del Gini registrada en Estados Unidos durante la pandemia debido a las transferencias a la población demuestran la enorme capacidad del Estado para redistribuir la riqueza, ¿tenemos que esperar a circunstancias tan excepcionales para reducir la desigualdad?. R. Claramente, la covid fue un momento muy especial en el que Estados Unidos redistribuyó en torno al 15% de su PIB. No es algo que puedas hacer en circunstancias normales. Por eso la primera lección es que para adoptar políticas excepcionales necesitas una legitimidad que solo se da ante circunstancias excepcionales, sí. Pero saber que la política funciona también tiene una utilidad porque tienes el respaldo de la experiencia para saber qué medidas tomar si quieres reducir la desigualdad, aunque sea a una escala menor.