Byung-Chul Han, el filósofo germano de origen coreano que el viernes recibirá el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, debe de ser el conversador más intenso en la historia de los galardones. Pesimista pero desafiante, teatral y colosal y luego íntimo y delicado, divagatorio a la vez que sintético, coqueto pero severo, resonante como una orquestina sinfónica… «Me demoro más bien en el silencio», ha dicho Han este martes por la mañana en un avenencia con periodistas que ha celebrado en Oviedo la Fundación Princesa de Asturias. Si así son sus palabras, ¿cómo serán esos silencios?. Seguir leyendo
El Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025 explica en Oviedo su ojeada sobre la gran malestar del «capitalismo tardío». «Mi esperanza es que el sistema, con sus grietas, destruya sus fundamentos».
Byung-Chul Han, el filósofo germano de origen coreano que el viernes recibirá el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, debe de ser el conversador más intenso en la historia de los galardones. Pesimista pero desafiante, teatral y colosal y luego íntimo y delicado, divagatorio a la vez que sintético, coqueto pero severo, resonante como una orquestina sinfónica… «Me demoro más bien en el silencio», ha dicho Han este martes por la mañana en un avenencia con periodistas que ha celebrado en Oviedo la Fundación Princesa de Asturias. Si así son sus palabras, ¿cómo serán esos silencios?. Antes de contestar a las preguntas, Han ha explicado en qué momento de su carrera lo encuentra el Premio Princesa de Asturias. Su próximo manual se llamará Sin respeto y hablará de eso, de la percepción del otro como un enemigo en el que no confiamos. «El respeto es el pegamento que mantiene la sociedad unida. Sin él, vamos hacia el resentimiento y el odio y la democracia queda en peligro». Después, vendrá otro tratado sobre la anexión. «Pensamos que somos libres pero vamos de una adicción a otra», ha dicho el premiado.. El tema del autor de El cansancio del mundo es, en prontuario, el malestar de la humanidad en el tiempo del capitalismo tardío. «Lo que me tortura es la crisis del liberalismo occidental y de las democracias liberales». Han, que conste, no escribe contra el comprensión; escribe contra su tendencia a la autodestrucción. «La debilidad del liberalismo es que no llena los vacíos que genera. Nos ha dado una libertad sin significados, sin valores ni objetivos, una libertad que produce arbitrariedad».. Byung-Chul Han sostiene que el comprensión ha dejado que la religión y la civilización «se erosionen» entre sus ciudadanos y que, sin ellas, ha perdido su potencia simbólica. «¿Qué valores e ideales tenemos? Ninguno. Nuestra política puede resolver problemas pero es incapaz de generar objetivos e ideales». Su larga exposición original ha enumerado las corrientes de garbo frío que se cuelan por esas grietas de significado: la tentación autocrática, la crisis demográfica, la desigualdad y la pobreza en el mundo rico, los género de las redes sociales… «En las redes sociales vivimos en habitaciones cerradas en las que sólo oímos nuestro eco. Las redes nos llevan a la tribalización, nos hacen ver al otro como al enemigo».. Más: «La democracia se ha convertido en un ritual vacío. La política es lucha de poder, el parlamento es el escenario de una puesta en escena… El neoliberalismo crea perdedores, crea miedo y resentimiento. La clase media teme perder su situación y por eso es empujada a las llamadas de los autócratas». Según Han, al mundo le faltan las «virtudes cívicas» que lo pueden coser, «la confianza y el respeto» y, adjunto a ellas, «la justicia económica» que alguna vez fue un valencia y que hoy es un fracaso insoportable.. Byung-Chul Han, en Oviedo, donde recibirá su Premio Princesa de Asturias.Paco Paredes. Primera pregunta, al fin: ¿es este cambio una reformulación de la condición humana?. «Es una reformulación masiva». Han ha explicado entonces que los viejos ideales de la sociedad han desaparecido abrumados por el flujo continuo de la información y que «el alma se tambalea» en ese cambio, «sin su sustento». «Antes, vivíamos en un orden vertical basado en valores. Ahora, estamos en un orden horizontal hecho de consumo e información, sin jerarquías. Del orden vertical nos quejábamos porque estaba lleno de imposiciones. El orden horizontal, en cambio, prometía la libertad. Ha sido una ilusión. Todas las sociedades necesitan una parte del orden vertical».. Entonces, Han ha dejado un mensaje para sus colegas filósofos. «Conozco el programa académico de la Universidad Humboldt. Teoría del Conocimiento, Filosofía Analítica, Filosofía Cultural… Los alumnos aprenden el temario de memoria, lo vuelcan en un examen y se les da la nota. Hace 250 años, los profesores en la Humboldt eran Hegel, Schopenhauer, Fichte… Estaban los genios. Hoy están Meyer y Muller [Mengano y Fulano en alemán]. Hoy es una empresa neoliberal que todo lo sacrifica en el altar del desempeño. Reparte puntos. Los catedráticos son vendedores, los estudiantes son clientes que evalúan a los profesores. Este es el colapso de la cultura y mi tarea es hacer aflorar ese colapso».. En la segunda parte de la conversación, Han ha despejado un poco las puertas al campo sin perder de presencia su tema. Ha hablado del dolor, sobre el que escribe con crudeza en su final manual en gachupin, Sobre Dios; pensar con Simone Weil (Paidós): «Sufro un tipo de dolor de cabeza que se llama cefalea en racimos, el mismo que tenían Simone Weil y Kafka. Es tan intenso que darnos cabezazos contra una pared representa un alivio porque nos distrae del sufrimiento. Pero hay un momento en el que el dolor es tan intenso que se empieza a tornar en felicidad. Simone Weil describió muy bien ese momento». ¿Y cuál es la enseñanza? Han ha contado que una misma región cerebral gestiona el dolor y la placer y que el cerebro tiende a equilibrarlos. Si hay dolor, produce hormonas gozosas y las pone en la romana. Y al revés. Según Han, la sociedad del capitalismo tardío funciona como un cerebro que ha perdido ese sentido del invariabilidad y que demandase más y más y más placer. La consecuencia: niños solitarios, tasas de suicidios desbocadas, anexión a los opioides y nacimientos en mínimos. «Para conocer bien a una sociedad hay que conocer su relación con el dolor», ha dicho parafraseando a Ernst Jünger.. Han ha hablado igualmente de jardines y pianos, porque, según ha explicado en Oviedo, es lo único que tiene en su casa de Berlín: un huerto, un piano Fazioli y otro Steinway. Y entonces se ha puesto épico y ha recordado que Heidegger decía que la Filosofía era un trabajo manual y él mismo ha añadido que trabajar con las manos en cosas como un parterre o una musicalidad es construir «la arquitectura del alma».. ¿Algo más? Sí. ¿Qué beneficio de rebeldía le junto a al individuo en equivalente cortocircuito? preguntó una periodista.»El neoliberalismo ha hecho del ser humano ganado y el ganado no se rebela. Va al establo y se alimenta, en nuestro caso, con bienes de consumo e información. Mi esperanza es que el sistema, con sus grietas, destruya sus propios fundamentos».
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