No resulta para nada difícil recordar que, al menos una vez, alguien haya oído, en carne propia o ajena, la expresión loca del coño. De la vecina solitaria a la alumna inadaptada, pasando por una infinidad de ejemplos que agotarían estas líneas. Menos común es ahondar en su origen, en sentido estrictamente etimológico, relacionado al mal de la histeria.. Seguir leyendo
La dramaturga balear abre la temporada en la Sala Jose Luis Alonso con ‘Hysteria’, un recorrido histórico por este mal asociada siempre a lo femenino
No resulta para nada difícil recordar que, al menos una vez, alguien haya oído, en carne propia o ajena, la expresión loca del coño. De la vecina solitaria a la alumna inadaptada, pasando por una infinidad de ejemplos que agotarían estas líneas. Menos común es ahondar en su origen, en sentido estrictamente etimológico, relacionado al mal de la histeria.. Porque el término surge del griego hysteron que no es otra cosa que el útero, tirando al uso vulgar, coño. Y, si se hace un breve repaso a las torturas que esas mujeres padecieron, quemadas por brujas en el Renacimiento o encerradas en contra de su voluntad en lugares como el Hospital Pitié-Salpêtrière francés en el siglo XIX, uno llega al concepto loca como siguiendo una línea de puntos.. Contra ese estigma ha surgido Hysteria, la obra de Carla Nyman (Palma de Mallorca, 1996) que se estrena mañana en el Teatro de la Abadía de Madrid, presentada como «una investigación escénica» de la enfermedad para analizar su reverso en nuestra sociedad, la depresión y la manía. Para ello, la autora vuelve al punto de partida que ya marcó su reciente novela, Tener la carne, solo que en lugar de asesinar a su novio, el cuerpo de la protagonista (Lluna Issa Casterà) absorbe, en este caso, a su médico (Mariano Estudillo). Siempre con la histeria como hilo conductor.. «El sesgo de género con este mal es evidente, ya en Grecia se asociaba a mujeres que habían nacido con el útero desplazado». En el XIX, con el médico Jean Martín Charcot en Salpêtrière se añade además que las enfermas «expulsan una serie de flujos y líquidos que son la bilis o el malestar» y, como solución médica, las masturbaban. «Es decir, las violaban y abusaban de ellas. Todo esto ha sido un gran teatrito que montaron los señoros para dejar de lado los discursos disidentes, un chiringuito para que no tuvieran ni siquiera su palabra».. Lo que Nyman busca es llegar a la cosmogonía de la histeria y desde ella retratar el presente como el tiempo del «encerramiento psíquico y mental», similar al de las histéricas, «sin mostrarnos vulnerables». «Si la histeria era una descarga de malestar, la depresión y la manía son una represión de ese malestar. Y esto se debe a vivir en un espacio muy hostil en el que nos empujan a estar supeditados a valores culturales dominantes, a mensajes como ‘tú puedes con todo’, ‘no necesitas confiar en nadie’, ‘tienes que estar solo’, todo patrocinado por el neoliberalismo».. Ese encierro lleva, según Nyman, «a una constante huida hacia adelante», «a suavizar el dolor con eslóganes happy flower y mister wonderful» con sus consiguientes «peligros». «No ayudan a enfrentar los problemas cara a cara, taponan la vulnerabilidad y nos llevan al colapso en la relación con una misma y con los demás». Porque sobre ellas se impone «una actitud de fortaleza y de entereza que no se corresponde con lo que está dentro de nuestro cuerpo».. «Por eso últimamente nos rendimos demasiado rápido en todos los sentidos, pero sobre todo en las relaciones afectivas. Algo no te convence y ya no quieres estar con esa persona, cuando esto es una carrera de fondo, un ensamblaje, que se construye en equipo. Y me refiero a relaciones de pareja y de amistad. Una relación va de que haya errores, torpezas, de encontrarse, de cagarla e irse a la mierda juntos».. Porque, en caso contrario, la respuesta es la soledad. Y, entre sus pliegues, se cuela la violencia. Como la sufrida por las brujas quemadas o las histéricas encerradas. «La de ahora es una violencia soterrada, sibilina y subterránea. Es una violencia fantasmagórica. ¿Y cómo se atrapa al fantasma? Quitándole la sábana y viendo lo que hay, pero primero hay que atraparlo. Y para eso necesitamos un entorno que esté predispuesto a ayudarnos porque sola es complicado».. En definitiva, lo colectivo, como el eje que vertebra al ser humano. «No somos seres herméticos ni simplificados, estamos agujereados, hay que salir hacia fuera. Es muy importante no pensarnos como seres herméticos, porque la depresión es un estado de succión absoluta de las emociones en el que no sabes muy bien quién eres y en el que acabas de pronto como si estuvieras pulverizado en el espacio tiempo».
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