La Orquesta y Coro del Ensemble Correspondancess, con dirección musical de Sebastien Daucé, presentan en versión concierto en el Teatro Real una ópera del barroco francés Marc-Antoine Charpentier basada en un episodio bíblico: David, joven guerrero que ha vencido al gigante Goliat, se ha enamorado de Yonatán, hijo del rey Saúl, a quien sucederá en el trono de Israel después de la muerte de su amante. La historia se cuenta confusamente, pues al músico no parece interesarle gran cosa nada de lo que trata, sino encarnar una bella música en los grandes temas transitados, desde la guerra a la pasión amorosa, pasando por la magia tormentosa y el deleite pastoril.. Seguir leyendo
El episodio bíblico de David y Goliat, en versión concierto, es una pieza bella e incomprensible
La Orquesta y Coro del Ensemble Correspondancess, con dirección musical de Sebastien Daucé, presentan en versión concierto en el Teatro Real una ópera del barroco francés Marc-Antoine Charpentier basada en un episodio bíblico: David, joven guerrero que ha vencido al gigante Goliat, se ha enamorado de Yonatán, hijo del rey Saúl, a quien sucederá en el trono de Israel después de la muerte de su amante. La historia se cuenta confusamente, pues al músico no parece interesarle gran cosa nada de lo que trata, sino encarnar una bella música en los grandes temas transitados, desde la guerra a la pasión amorosa, pasando por la magia tormentosa y el deleite pastoril.. La interpretación de Daucé, sus músicos, cantantes y coro es impecable como suele ocurrir con este tipo de conjuntos que hacen de la especialización en un tipo de repertorio un ejercicio magistral, en el doble sentido del término: su interpretación espléndida sirve títulos olvidados que los maestros dan a conocer, La modalidad del concierto, en este caso de espartana sobriedad, sirve bien a la obra elegida, sin que se eche de menos el despliegue de imágenes propio de una puesta en escena.. Sí cabe indicar que algún detalle podría haberse cuidado: el papel de Yonatán, confiado a una soprano, despista al aparecer en un atuendo marcadamente femenino. Por la propia confusión del libreto, que se desperdiga en figuras secundarias, se tarda en saber quién es Yonatán (algún espectador confundió a la guapa chica Gwendoline Blondeel, excelente cantante, con una supuesta esposa del inminente rey David).. Cabe también volver a pedir al Teatro Real un mayor cuidado en los programas de las óperas en concierto, ahora que cubren la mitad de su programación. Las leves hojillas descuidadas no acogen informaciones que el espectador agradecería, como, por ejemplo, cuál sería la tesitura original exigida a los intérpretes, que aquí se reparten según una convención posterior (barítono, tenor, soprano).. El público disfrutó de lo lindo con la bella pieza incomprensible; sus intérpretes consiguieron la proeza de crear un clima de gratísima serenidad musical, la música por encima, o por debajo, alrededor de los pobres humanos debatiéndose en esperanzas tibias, aferrados a ilusiones inalcanzables.
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