«El objetivo número uno de Benjamin Netanyahu es mantenerse en el poder. Y para ello no ha dudado en aliarse con la misma extrema derecha con la que no hace tanto se negaba a fotografiarse. Y, por supuesto, no le tembló el pulso a la hora de plantear la guerra en Gaza al margen de los rehenes judíos en manos de Hamas. De hecho, la liberación de los cautivos no fue nunca una prioridad para él… Así que se puede considerar que, efectivamente, la guerra en su ideario no ha sido más que un ejercicio de distracción, una brutal cortina de humo». La declaración desde el otro lado del Zoom corre a cuenta de Alexis Bloom. Ella es la directora de ‘Expediente Netanyahu’, el documental que esta semana estrena Filmin y que desde ya se puede considerar el más relevante del año. La estrategia de la película es sencilla: dejar que su protagonista hable. Nada más. Entre la condescendencia y la simple grosería, la manera desdeñosa de replicar a la inmensa mayoría de las preguntas de la policía con un despectivo «No me acuerdo» no solo retrata al personaje («Un actor extraordinario») sino que dibuja el más oscuro callejón sin salida a un conflicto que, de repente, se antoja una cuestión demasiado personal.. Seguir leyendo
La película de Alexis Bloom, que se basa en las grabaciones filtradas e inéditas de los interrogatorios policiales al político, su familia y distintos empresarios encausados, ha sido prohibida en Israel
«El objetivo número uno de Benjamin Netanyahu es mantenerse en el poder. Y para ello no ha dudado en aliarse con la misma extrema derecha con la que no hace tanto se negaba a fotografiarse. Y, por supuesto, no le tembló el pulso a la hora de plantear la guerra en Gaza al margen de los rehenes judíos en manos de Hamas. De hecho, la liberación de los cautivos no fue nunca una prioridad para él… Así que se puede considerar que, efectivamente, la guerra en su ideario no ha sido más que un ejercicio de distracción, una brutal cortina de humo». La declaración desde el otro lado del Zoom corre a cuenta de Alexis Bloom. Ella es la directora de Expediente Netanyahu, el documental que esta semana estrena Filmin y que desde ya se puede considerar el más relevante del año. La estrategia de la película es sencilla: dejar que su protagonista hable. Nada más. Entre la condescendencia y la simple grosería, la manera desdeñosa de replicar a la inmensa mayoría de las preguntas de la policía con un despectivo «No me acuerdo» no solo retrata al personaje («Un actor extraordinario») sino que dibuja el más oscuro callejón sin salida a un conflicto que, de repente, se antoja una cuestión demasiado personal.. ‘Expediente Netanyahu’ (originalmente ‘The Bibi Files’, es decir, ‘Los archivos de Bibi’, por el sobrenombre con el que se conoce al mandatario) organiza el material inédito (previamente filtrado al documentalista y productor de la película Alex Gibney) alrededor de un meticuloso relato de la vida privada y política de Netayanhu. Libre de voces en off que guíen la narración, la idea es mostrar al protagonista en su más completa desnudez, sin más intermediarios que un ego desproporcionado y en plena ebullición ante la cámara policial. «En puridad, la película no ha sido prohibida», puntualiza la directora. «Simplemente hay una ley de privacidad en Israel que no permite la exhibición de interrogatorios sin el permiso de los interrogados. Sabíamos de la existencia de la ley y, la verdad, no confiamos nunca en que ni Netanyahu ni su mujer nos dieran su consentimiento. En cualquier caso, nos consta que el documental se está viendo en Israel… Por lo demás, como no tengo planeado viajar a Israel en los próximos días ni meses, estoy tranquila», añade Bloom.. La investigación a la que fue sometido el primer ministro, su mujer Sara, su hijo Yair y un nutrido grupo de empresarios entre los que figuran el productor de Hollywood Arnon Milchan o el magnate del juego Sheldon Adelson sigue el rastro a una escandalosa lista de cohechos que van desde maletines de dinero a puros Cohiba o joyas irreales tanto de aspecto como precio, pasando por ríos de champán. Lo que queda es el dibujo casi indecente de un estilo de vida al que se arrojó supuestamente la familia Netanyahu a años luz del proverbial y austero ethos igualitarista del kibutz originario. El político fotogénico y dueño de un discurso efectivo y cortante que forjó su ambición tras la muerte de su hermano en los sucesos de Entebbe de 1976 se descubre de golpe como un líder mesiánico tan déspota con los que considera sus subordinados de forma abierta como convencido de su infalibilidad.. Para entender el ambiente casi agónico en el que se desarrolla la investigación policial, el documental se remonta a 2019, cuando Netanyahu se encontraba al borde mismo de la dimisión. Entonces, se cuenta, decidió resistir y, por puro afán de superviente quizá, cambió sus aliados. Sus nuevos socios pasaron a ser Bezalel Smotrich, un activo partidario del terrorismo antipalestino, e Itamar Ben-Gvir, actual ministro de Seguridad Nacional que tiempo atrás celebró sin rubor ante la cámara el asesinato de Isaac Rabin. Hablamos, en efecto, de la extrema derecha. «Está claro que vivimos un tiempo muy propicio para los vendedores de aceite de serpiente y Netanyahu se dio cuenta rápido de que ése era un espacio que podía explotar. Mantuvo contactos con gente como Roger Ailes y con Rupert Murdoch para crear un Fox News Israel. No funcionó y optó por reconvertir un canal muy pequeño Heritage Channel… Pero para cobrar consciencia del ecosistema que ha rodeado a la familia todos estos años, baste un ejemplo: la primera persona a la que invitó Yair, el hijo, a su podcast fue al hijo de Bolsonaro», comenta Bloom.. La respuesta preferida de Netanyahu durante los interrogatorios, ya se ha dicho es: «No recuerdo». La repite una y otra vez ante cualquier pregunta por simple y hasta ridícula que parezca. Se diría que su intención es humillar al interlocutor. Pero, siempre, tranquilo, sin demostrar o exhibir un gramo de ira. Simplemente, con gesto permisivo, quizá amable, se limita dejar claro su puesto con respecto a los agentes. Ante las grabaciones que detallan su responsabilidad y hasta posibles crímenes (facilitó préstamos de 250 millones de dólares al magnate israelí Shaul Elovitch y, a cambio, obtuvo el control editorial de la web política para un público mayoritariamente joven Walla) Netanyahu grita autoritario: «Eso es absurdo. ¡Mentira!». «En verdad», continúa Bloom, «es demasiado inteligente para mostrarse agresivo. Siempre que parece perder los nervios, acompaña el gesto con una sonrisa. Es un actor perfecto y sabe que actúa ante la cámara. Solo al final, cuando aparece el cansancio, vemos cómo cae ligeramente la máscara». Y así es, en ese instante casi fugaz, cuando ‘Expediente Netanyahu’ adquiere la forma y el tono no tanto de una película sobre la actualidad mundial como de una película de terror.. «En cualquier caso», concluye la directora, «para mí lo más importante es mostrar la pluralidad de la sociedad israelí. La imagen que Netanyahu quiere ofrecer de ella y que, de alguna manera, los medios generalistas de todo el mundo reproducen es la de una falsa uniformidad. Basta recordar que las manifestaciones contra el primer ministro fueron multitudinarias y que muchos de sus antiguos colaboradores le han dado la espalda. Israel es ahora mismo la sociedad más fracturada que se pueda imaginar. Hay todo tipo de tribus que van desde los ortodoxos a los gurús de la tecnología. Y creo que el trabajo de un cineasta es mostrar esa complejidad». Y sigue: «Esta película no es mi historia. No es mi interpretación de los hechos. La película está contada desde un punto de vista israelí. Es muy importante que los israelíes cuenten su propia historia y que el mundo también se dé cuenta de que Israel no es Netanyahu».
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