La última dana, centrada sobre todo en Valencia, ha dejado un enorme rastro de desolación, humana y material. También ha mostrado la enorme solidaridad de muchos ciudadanos de a pie. Realmente convencida, María Ángeles Léon, co-fundadora de Global Social Impact Investments, sostiene que, al margen de este momento puntual, España es de base un país solidario por lo que reivindica otra manera de invertir: “hacerlo a través de la inversión de impacto”.. Seguir leyendo
Los productos financieros de este tipo ya suman 3.341 millones de euros en España
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La última dana, centrada sobre todo en Valencia, ha dejado un enorme rastro de desolación, humana y material. También ha mostrado la enorme solidaridad de muchos ciudadanos de a pie. Realmente convencida, María Ángeles Léon, co-fundadora de Global Social Impact Investments, sostiene que, al margen de este momento puntual, España es de base un país solidario por lo que reivindica otra manera de invertir: “hacerlo a través de la inversión de impacto”.. La inversión de impacto no es solo la aplicación de criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) a la hora de seleccionar las inversiones. Va mucho más allá. José Luis Ruiz de Munain, director general de SpainNAB, explica que se trata de aquel capital que los mercados financieros ponen a disposición de proyectos transformadores con un impacto positivo en la sociedad. “En concreto, incluimos aquella oferta de capital que tiene una clara intención ex ante de contribuir a solucionar problemas sociales o medioambientales además de obtener un retorno financiero; mide y gestiona el impacto generado por sus inversiones; y financia empresas cuya principal misión es contribuir con soluciones relevantes a atender retos sociales o medioambientales de otro modo desatendidos”, puntualiza.. En opinión de Ruiz de Munain, “pese a que una parte significativa de la oferta actual aún no se ha democratizado —aún se exige en determinadas áreas un mínimo de 100.000 euros; no así en préstamos— este sector “está en España en pleno crecimiento”. Los últimos datos recogidos en el informe elaborado por SpainNAB y Esade Center for Social Impact (ECSI) parecen darle la razón. La oferta de capital de impacto, que engloba la inversión y financiación bancaria de impacto, sumaba un volumen total de 3.341 millones de euros en España al cierre de 2023. Se han identificado un total de 1.517 millones de euros en inversión de impacto y 1.741 millones de euros en financiación bancaria de impacto gestionados en España, a los que hay que sumar 84 millones de inversión indirecta. Es la inversión directa la que mayor crecimiento ha experimentado respecto a 2022, un 26%. Y dentro de ésta, ha sido la inversión de impacto canalizada a través de 18 gestoras de capital privado, con un total de 1.151 millones de euros en activos bajo gestión, las que más han crecido, con un aumento del 32%. Para este año, las previsiones son también optimistas. Según se refleja en el estudio mencionado, ocho fondos de capital privado, cuatro fundaciones y una plataforma de crowdfunding esperan un crecimiento interanual mayor al 50% al cierre del ejercicio 2024.. Retornos esperados. A esta expansión, también parece contribuir, la rentabilidad financiera esperada en estos proyectos, algo no disociado en absoluto, según Ruiz Munain, de la inversión de impacto. En el informe de SpainNAB y Esade Center se recoge que “en cuanto al retorno financiero esperado la muestra analizada arroja una tasa de retorno promedio en los fondos de capital privado del 8%, en las fundaciones del 0,4%, y en el resto de los actores del segmento de inversión de impacto del 3%”.. Bia, compañía que optimiza la carga de vehículos eléctricos; Kanjo y BCN-Resol, dos start-ups que han desarrollado aplicaciones tecnológicas para prevenir y reducir la violencia hacia niños, niñas y adolescentes; Moda re-, la Cooperativa promovida por Caritas, líder en la recogida, reciclaje y venta de ropa usada en España; Grupo Gestcompost, proveedor de soluciones para el tratamiento integral de residuos orgánicos y, entre otros, Irisbond, que diseña y fabrica dispositivos digitales, equipados con eye-tracking, que detectan la pupila del usuario mediante luz infrarroja y le permite comunicarse a través del ojo con un ordenador como si usase un ratón, son algunos ejemplos de inversión de impacto. Este último, de la mano de Bolsa Social, una plataforma que facilita el acceso a financiación a empresas y entidades comprometidas con la sociedad y el planeta. Su consejero delegado, José Moncada, tiene claro que cualquier posible inversor “puede ser parte de la solución” no solo, porque a su juicio, merece la pena —”es una oportunidad”, puntualiza María Ángeles León, de Global Social Impact Investments— sino también “porque es rentable”. En el caso de Bolsa Social, se puede adquirir la condición de socio de una start-up de impacto a partir de 1.000 euros y contribuir a la financiación de proyectos, a partir de 50 euros. Desde 2021, Bolsa Social ha creado una cartera de préstamos, con más de 1,6 millones de euros canalizados para un total de nueve empresas y entidades, con una rentabilidad fija media ponderada del 6,3% y una tasa de impago de 0.. En Triodos Bank, Yolanda Minguito, responsable de Business Banking de la entidad y también miembro de la Junta Directiva de SpainNab, se entusiasma al hablar de los proyectos que financian. Parques eólicos, paneles solares, centros de inmigración, servicios de alimentación y cuidado de mayores, necesidades especiales en educación, participación en producción cinematográficas…Según Minguito, no se trata solo de financiación. “En muchos casos, ofrecemos soluciones paralelas, asesoramiento, consultoría, gestión… y gracias a ellos se consiguen impactos ex-ante pero también ex-post, lo que aumenta su profundidad” En lo relativo a rentabilidad financiera asegura que el inversor no tiene realmente que renunciar a nada pero “eso sí, su visión debe ser a largo plazo”. En lo referente a rentabilidad social, Triodos Bank ha puesto una funcionalidad, en su Banca Internet y Banco Móvil, a través de la cual sus clientes pueden ver exactamente el impacto positivo que generan con cada euro destinado a productos de inversión contratados con el banco.. Son muchas las razones que aconsejan, según los responsables de SpainNaB, la puesta en marcha en el ámbito de la Inversión de Impacto de este primer Código de Buenas Prácticas (CBP). Una de ellas, porque es decisivo en la atracción de flujos de capital a este creciente modelo de inversión, con la protección debida a los inversores de un potencial impact washing. La atribución injustificada o exagerada del impacto (impact washing) es considerada como la mayor amenaza para la integridad de la inversión de impacto, y de ahí la necesidad de elaborar este CBP con principios y procesos claros. Conseguir una etiqueta de inversión de impacto contenida en una norma es, de hecho, el objetivo final del proceso. En cuanto a su estructura, el CBP presentado recoge, en primer lugar, una serie de definiciones relacionadas con la Inversión de Impacto. Posteriormente, enumera los principios básicos que deben cumplir los Inversores de Impacto, así como diversas recomendaciones relacionadas con estos principios.