Para los miembros del Banco Central Europeo (BCE), las seis semanas que transcurren entre reunión y reunión es un tiempo para analizar datos —de inflación, salarios o crecimiento económico, entre otros—, y escrutar las novedades que puedan alterar esas cifras, habituales desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca y convirtió cada día de su mandato en una carrera por destruir el statu quo. Los gobernadores de los bancos centrales digieren todo ese cóctel y luego dan pistas de sus impresiones en sus apariciones mediáticas, en las que suelen ser más explícitos que la presidenta, Christine Lagarde, más cauta en sus intervenciones.. Seguir leyendo
El sector más halcón del banco no está mostrando oposición a la rebaja del precio del dinero
Feed MRSS-S Noticias
Para los miembros del Banco Central Europeo (BCE), las seis semanas que transcurren entre reunión y reunión es un tiempo para analizar datos —de inflación, salarios o crecimiento económico, entre otros—, y escrutar las novedades que puedan alterar esas cifras, habituales desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca y convirtió cada día de su mandato en una carrera por destruir el statu quo. Los gobernadores de los bancos centrales digieren todo ese cóctel y luego dan pistas de sus impresiones en sus apariciones mediáticas, en las que suelen ser más explícitos que la presidenta, Christine Lagarde, más cauta en sus intervenciones.. Muchos de esos miembros del Consejo de Gobierno estuvieron recientemente en Washington en las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Y si sus palabras sirven de termómetro, el mercurio marca claramente que, siete rebajas después, la fiebre por seguir abaratando el precio del dinero está lejos de amainar. “Estoy de acuerdo con la presidenta Christine Lagarde en que, hasta ahora, el impacto neto de los anuncios arancelarios de Estados Unidos parece ser más deflacionario que inflacionario”, afirmó el gobernador del banco central austriaco Robert Holzmann.. La suya fue una de las declaraciones más sorprendentes. Nombrado por el ultra Partido de la Libertad, Holzmann está considerado como el miembro más halcón del BCE. O lo que es lo mismo, como el más reticente a bajar tipos. Con la inflación de abril en la zona euro situada en el 2,2%, decir que la guerra comercial trae corrientes desinflacionarias es prácticamente lo mismo que decir que la inflación se va a colocar pronto en el objetivo del 2% o incluso por debajo, lo que redundará en nuevas rebajas de tipos. Los mercados de futuros captaron enseguida el mensaje, colocando la probabilidad de un descenso de tipos en la reunión de junio en el 100%.. Otra de las frases más llamativas vino de un representante del sector paloma, el finlandés Olli Rehn. “Si en junio se proyecta que la inflación caerá por debajo de nuestra meta del 2% a medio plazo, entonces la reacción correcta es recortar aún más las tasas”, dijo en Washington, abriendo la puerta a que el BCE rebaje los tipos 50 puntos básicos de una tacada, en lugar de los 25 habituales que ha ido descontando desde junio pasado con una única excepción, la de julio, cuando los dejó intactos.. Esa posibilidad no se contempla de momento. Aunque en el BCE se va imponiendo la idea de que los aranceles son desinflacionarios para Europa porque dañan el crecimiento y promueven el desvío hacia el continente de productos chinos de bajo coste que antes viajaban a EE UU, recortes de mayor cuantía transmitirían al mercado una sensación de urgencia que podría ser contraproducente, y en tiempos de incertidumbre radical prefieren ir paso a paso, como hasta ahora. Además, el equilibrio de fuerzas entre halcones y palomas es delicado —según Econostream, en el Consejo de Gobierno los miembros más ortodoxos de línea dura son 13 en distintos grados, los más flexibles 12, y está por cubrir la vacante del banco central esloveno—, por lo que precipitarse podría romper una paz interna que hasta ahora se ha mantenido intacta.. A eso se suma que el peor escenario para la inflación europea, el de Bruselas aplicando represalias arancelarias a los productos estadounidenses, no se ha materializado, pero no ha desaparecido del todo. El escenario base, sin embargo, es que no serán necesarias, lo que allana las rebajas. “Los oradores del Banco Central Europeo no están ofreciendo ninguna resistencia; en todo caso, lo contrario”, señalaba esta semana un análisis del banco holandés ING, en referencia a nuevas bajadas de tipos.. El lunes pasado, el gobernador francés François Villeroy de Galhau se unía al coro en una entrevista con la radio RTL. “No habrá inflación adicional ni este año ni el próximo. Hay garantías sólidas […]. Y eso significa algo importante: todavía tenemos un margen gradual para recortar los tipos de interés”. Villeroy ve una ralentización económica en marcha, pero cree que tanto Francia como Europa se librarán de la recesión.. Los datos que se conocieron dos días después, el miércoles, avalan esa tesis: la zona euro sorprendió favorablemente con un crecimiento de cuatro décimas en el primer trimestre, pero las compras adelantadas de productos europeos por parte de empresas de EE UU temerosas de los aranceles distorsionaron el dato, por lo que habrá que esperar que se confirme la mejoría.. El presidente del banco central holandés, Klaas Knot, otro miembro de sensibilidad halcón, es tajante en su visión de lo que viene. “Es 100% seguro que el shock de demanda dominará, por lo que a corto plazo la inflación bajará”, dijo en una entrevista publicada por el grupo holandés de medios FD. “Pero en el BCE nos centramos en la inflación a medio plazo”, puntualizó.. A medio y largo plazo, sin embargo, Knot dibujó un escenario mucho más incierto, donde las fuerzas inflacionistas y desinflacionistas chocan. “Si la economía colapsa y las fábricas tienen mayor exceso de capacidad, la presión inflacionaria disminuirá. Además, el euro se ha apreciado recientemente. Esto abarata las importaciones. Y los precios de la energía también han bajado, pero saber si esto continuará es pura especulación”, dijo. Como contraposición a esos fenómenos desinflacionarios, señaló que si las cadenas de suministro comerciales se rompen, los precios subirán, igual que si la UE se decanta por imponer aranceles de vuelta como respuesta a EE UU. Además, citó el plan de rearme europeo y la supresión del techo de deuda alemán como posibles impulsores de la demanda, y, por tanto, de la inflación. “A medio plazo, los riesgos de inflación son realmente bidireccionales. Creo que la reunión de junio del BCE será muy complicada”, resumió.. Esa supuesta complejidad parece del todo minoritaria, al menos en la decisión sobre los tipos. Otra cosa es la elaboración de las previsiones, que también se presentan en la próxima reunión de junio. Ahí, la incertidumbre es máxima, porque la tregua comercial de 90 días concedida por Trump todavía no habrá expirado, y el escenario cambia completamente si las negociaciones llegan a buen puerto respecto a si no lo hacen, por lo que existe el riesgo de que queden obsoletas rápidamente.. Sobre el suelo de los tipos para este año, Gediminas Simkus, gobernador del Banco Central de Lituania, se decanta por el 1,75%. “Con los datos disponibles, no puedo descartar dos recortes más este año. Pero para ir más allá necesitaríamos ver más sorpresas negativas”, aseguró en Washington.. Bank of America apuesta por el 1,25%. Los analistas de Bank of America creen que esa predicción se quedará corta. Su economista jefe, Rubén Segura-Cayuela, que lleva meses siendo uno de los que apuesta por recortes más pronunciados por parte del BCE, afirma que están por venir tres rebajas consecutivas, lo que situaría los tipos en septiembre en el 1,5%. Eso elevaría a diez los recortes de tipos desde el inicio del ciclo. Además, ve otro descenso adicional antes de acabar el año, hasta el 1,25%.. Los mercados de futuros son algo más comedidos. Hasta final de año descuentan entre dos y tres recortes, lo que situaría los tipos entre el 1,50% y el 1,75%. Los indicadores que dependen de ello ya están anticipando esa tendencia a una financiación más barata y menos retribución al ahorro: el euríbor está al borde de caer por debajo del 2% por primera vez en más de dos años y medio, y vivió en abril su mayor caída interanual en más de 15 años. Y en la última subasta, la rentabilidad de las Letras del Tesoro a nueve meses cayó del 2% por primera vez desde 2022, mientras que en el otoño de 2023 se acercaba al 4%. Una clara señal de que no se esperan alzas del precio del dinero próximamente.