El turismo mundial ha entrado en una senda virtuosa de crecimiento en los dos últimos años, que ha propiciado que el número de viajeros por el mundo recuperará los niveles previos a la pandemia, con 1.400 millones de turistas, según los datos que maneja ONU Turismo. Las naciones que más viajeros reciben, como Francia, España, EE UU, Italia o Turquía, se han situado muy por encima, al igual que el resto de grandes destinos turísticos, de las cifras de 2019.. Seguir leyendo
La crisis económica, la falta de suministro eléctrico y la menor conectividad aérea hunden el turismo extranjero al archipiélago
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El turismo mundial ha entrado en una senda virtuosa de crecimiento en los dos últimos años, que ha propiciado que el número de viajeros por el mundo recuperará los niveles previos a la pandemia, con 1.400 millones de turistas, según los datos que maneja ONU Turismo. Las naciones que más viajeros reciben, como Francia, España, EE UU, Italia o Turquía, se han situado muy por encima, al igual que el resto de grandes destinos turísticos, de las cifras de 2019.. En mitad de ese crecimiento explosivo del turismo, con España a la cabeza (va a ganar 15 millones de viajeros extranjeros en dos años), Cuba se ha convertido en la excepción. Desde que rozó los cinco millones de viajeros extranjeros en 2018, el declive ha sido constante, tocando suelo en 2024, con 2,2 millones de turistas, uno menos que en 2023, y ahondando la caída en los primeros siete meses de 2025, con 1,12 millones de viajeros, un 23,2% menos que el mismo período de 2024.. Las razones que explican ese declive son diversas. A la crisis económica, alimentada por el embargo estadounidense, se ha unido una crisis eléctrica que se ha prolongado por ahora doce meses. En su último informe, la compañía estatal Unión Eléctrica (UNE), perteneciente al Ministerio de Energía y Minas (Minem), justificaba los continuos apagones de luz “al precario estado de las centrales termoeléctricas y a la falta de divisas para importar combustible para los centenares de motores eléctricos distribuidos por la isla”. De hecho apuntaba que el 66% de los cortes se deben a esta segunda causa.. Esa tormenta perfecta le ha estallado en las manos a Meliá e Iberostar, dos de las cadenas con mayor presencia en la isla (33 y 20 hoteles, respectivamente), cuyos directivos siguen redoblando su apuesta por seguir y crecer en Cuba, pese a los malos resultados del negocio hotelero y su traslado a la cuenta de resultados en pérdidas. Un buen ejemplo es Meliá, que registró en el archipiélago una pérdida antes de impuestos de cuatro millones de euros en 2024, la segunda más abultada en todas las geografías en las que opera, solo por detrás de Reino Unido, con un saldo negativo de 11,12 millones de euros. En el otro lado, la actividad hotelera de España, con 185,3 millones de euros, supuso un 70% del beneficio antes de impuestos.. Los indicadores del negocio hotelero en Cuba se han convertido en los que peor desempeño han mostrado en todos los países donde opera durante el primer semestre del año, con una ocupación del 39,4% frente a una media global del 60%, una tarifa de 80,4 euros frente a una media global de 139,7 euros y unos ingresos por habitación disponible, el indicador de rentabilidad más importante, de 31,7 euros, casi una tercera parte respecto a los 83,8 euros de media. Tal y como desvelaba en su último informe de resultados, el objetivo a corto plazo pasaba “por reforzar el mercado canadiense y local con el objetivo de recuperar el mayor número de estancias, debido al retroceso de las conexiones aéreas con otros países”.. Los últimos datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información de la República de Cuba revelan la elevada dependencia del mercado canadiense, que aportó en los siete primeros meses del año 478.388 viajeros, un 42,5% del total, seguido de lejos por los cubanos residentes en el extranjero, con 141.046 turistas, un 12,6% del total. En la lista aparece en tercera posición EE UU, con 77.253 viajeros (6,9%), y en cuarta Rusia, con 71.797 turistas (6,4%).. Iberostar también está viviendo en primera persona los rigores de la crisis económica. En mayo inauguró su último activo (Iberostar Selection La Habana) el hotel más grande de Cuba, con 42 plantas y 600 habitaciones, que ha requerido una inversión de 200 millones de euros por parte del Gobierno cubano. Este hotel ejemplifica la apuesta de la compañía por seguir creciendo en hoteles urbanos y reducir su presencia en destinos vacacionales. Una apuesta que, por ahora, no se ha visto refrendada con resultados económicos. “No hay turistas en Cuba y menos para pagar los precios de ese hotel”, resume un empresario español afincado en la isla desde hace 20 años.. Pese a esa caótica situación, tanto Miguel Fluxá como Gabriel Escarrer, máximos directivos de Iberostar y Meliá, aprovechan cualquier comparecencia pública para subrayar su compromiso con el gobierno cubano y con la economía local ante las posibilidades futuras de crecimiento, una vez que se suavice el embargo estadounidense y se normalice el suministro de energía y alimentos. “En Cuba, las cosas pueden mejorar y el turismo puede lograrlo. Lo importante no es hacer las cosas por obligación, si no por devoción”, aseguró Fluxá en mayo coincidiendo con la última edición de la Fit Cuba, la feria internacional de turismo, durante una de sus últimas visitas a Cuba.. La hotelera de los Escarrer, por su parte, fue una de las primera cadenas que recibió la autorización del Gobierno cubano para activar una importadora de bienes (Mesol Gestión Hotelera Turística) a principios de 2024, con la que esquivar las dificultades para proveerse de alimentos y bebidas. Aunque España se perfila como el origen principal de las importaciones, la compañía también ha expandido su red de aprovisionamiento hacia países del Caribe y América Latina, priorizando las producciones y el consumo de proximidad.