«Llevo mucho tiempo haciendo esto, más de 45 años, y es la primera vez que he ganado algo como actriz. Hace 30 años, un productor me dijo que era una actriz de palomitas y eso me hizo sentir que esto no era algo que se me permitiera tener». Ese esto al que Demi Moore aludía en la madrugada del pasado 6 de enero es un Globo de Oro, acunado entre sus brazos casi como una madre primeriza se esmera en arrullar a su bebé.. Seguir leyendo
Directoras de cine han rescatado a divas noventeras para papeles con más sustancia, alejados de los estereotipos físicos de su juventud
«Llevo mucho tiempo haciendo esto, más de 45 años, y es la primera vez que he ganado algo como actriz. Hace 30 años, un productor me dijo que era una actriz de palomitas y eso me hizo sentir que esto no era algo que se me permitiera tener». Ese esto al que Demi Moore aludía en la madrugada del pasado 6 de enero es un Globo de Oro, acunado entre sus brazos casi como una madre primeriza se esmera en arrullar a su bebé.. Esa misma noche, en el salón del Beverly Hilton, se convirtió en viral el grito de Sofía Vergara -«¡Dame uno!»- cuando Jodie Foster comenzaba su discurso de agradecimiento tras ganar su cuarto Globo de Oro. Y entre las risas flotaba, casi desapercibida, la primera frase de esa intervención: «Lo mejor de tener esta edad y estar en esta época es contar con el apoyo de toda esta comunidad». Y agregaba: «Si estamos aquí, es solo por una razón, la increíble y hermosa Issa López [showrunner de la cuarta temporada de True Detective]».. Desde el patio de butacas, con sus respectivas nominaciones, escuchaban las palabras de sus compañeras Nicole Kidman y Pamela Anderson.. La escena, más propia de cualquiera de los diez años que conforman la década de los 90, se estaba produciendo en 2025. Algo está pasando en Hollywood. Las grandes divas noventeras están de vuelta y los premios, de repente, han recordado que existen. Demi Moore es ahora mismo la gran candidata a llevarse el Oscar a mejor actriz -su primero- por La sustancia. Nicole Kidman apunta a recibir su nominación por Babygirl en el máximo galardón tras acumular en los últimos años una serie de títulos de referencia en el audiovisual. Idéntico escenario se le presenta a Pamela Anderson, desaparecida durante años de los focos, con The Last Showgirl. También en series, Jodie Foster es la gran dominadora del año, con su doblete en los Emmy y los Globos de Oro con True Detective. Y, fuera de la temporada de los premios, Winona Ryder, despreciada durante años, es hoy una figura de culto por su papel en Stranger Things, que Netflix cerrará este 2025.. ¿Por qué se ha producido esta resurrección? Primero porque una generación de directoras, con su infancia y juventud atravesadas por la época de esplendor de esas mujeres, las han traído de vuelta. Y no solo eso. En vez de hacerlo desde el recuerdo de iconos sexuales o de belleza que eran en los 90 las han situado en producciones de autor. Demi Moore y Pamela Anderson, por ejemplo, se han embarcado en películas donde cuestionan los cánones que las acompañaron en buena parte de sus carreras. «Las películas ahora tienen más respeto por sus actores y no están tan sexualizados», señalaba Gia Coppola, directora de The Last Showgirl en la rueda de prensa del Festival de San Sebastián. Sin hacer mención a su protagonista, pero inevitablemente haciéndola. Ahí está la imagen de una Pamela exuberante con su bañador rojo en Los vigilantes de la playa, sus innumerables portadas de Playboy o la filtración -y posterior linchamiento- de su vídeo sexual con el batería de Mötley Crüe, Tommy Lee, en los inicios de internet… Ya lo canta Rigoberta Bandini: Tuvieron que castigarte / y lanzarte a un mar de tigres / siempre hambrientos de tu carne.. En una entrevista con este diario, Coralie Fargeat, creadora de La sustancia, afirmaba que la base de su película -la consecución de la eterna juventud en la mujer para seguir en pantalla- surgió tras leer la autobiografía de Demi Moore. «Me di cuenta de cómo habita su cuerpo, transformándolo hasta la obsesión. Se arriesgó a hacer cosas que hacen de ella una feminista adelantada a su tiempo». La actriz había roto el récord de salario femenino en 1996 y, tras varios fracasos en pantalla, se desvaneció en mitad de una espiral de retoques, adicciones y rupturas sentimentales abruptas. Lo mismo se podría aplicar a Winona Ryder, que con una trayectoria similar incluso llegó a ser condenada en 2002 por robo y hurto mayor tras llevarse varias prendas de ropa valoradas en 5.500 dólares de una tienda Saks de Beverly Hills.. El segundo punto de la resurrección se entiende con la llegada a la producción ejecutiva de estas mujeres. Los proyectos que las han vuelto a elevar están total o parcialmente financiados por ellas. Nicole Kidman es el paradigma de esto. El punto de inflexión de la actriz se podría marcar en Big Little Lies, la serie de HBO de la que ella misma era productora. Igual que The Undoing, Nine Perfect Strangers, Roar o Expatriadas. Todos títulos protagonizados por la australiana con su propio respaldo económico. Esta fórmula también la han repetido Reese Witherspoon o Jennifer Aniston en The Morning Show y la propia Jodie Foster en la cuarta entrega de True Detective -esta además tiene dos películas dirigidas por ella misma-. Incluso una mujer de dos generaciones posteriores como Selena Gomez, también fuera del circuito durante un período de tiempo, con Solo asesinatos en el edificio.. La tercera pata que sostiene el regreso de las divas de los 90 la aporta Manuela Partearroya, filóloga, especialista en la relación de literatura y audiovisual y autora del libro Luces de varietés. «El porcentaje de minutos en pantalla que han tenido estas actrices no lo han tenido ninguna de las que han podido salir del 2005 en adelante», expone, señalando ejemplos como Amanda Seyfried, que ha acabado siendo «flor de un día» cuando apuntaba a seguir el camino de sus predecesoras. «Las que tienen más talento como Emma Stone, al final se van al cine de autor y se hacen más actrices que estrellas», concluye. Porque en ese paseo de las estrellas fue donde buena parte de estas actrices acabaron siendo sepultadas -desintegradas incluso, si se atiende al relato que defiende Demi Moore en La sustancia-. Al menos, parcialmente. Porque ahora han roto la losa que las cubría y están de vuelta entre los vivos.
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