Collin y Margaret Stewart, una pareja de jubilados del Reino Unido, adquirieron en 1989 una vivienda en el camping del Portús, emplazado en Cartagena (Murcia, con 220.000 residentes), y comenzaron a estar allí de forma permanente en el año 2000. En 2006, la autora Eugenia Rico descubrió en ese mismo sitio lo que creía que era la casa perfecta para sobrellevar a promontorio su agricultura: realizó una inversión de 125.000 euros, se registró y estableció allí su vivienda permanente. José Juan Leal y Miguel Almagro, quienes habían pasado sus veranos en la región durante varios primaveras, igualmente establecieron su hogar allí en 2020. Sin secuestro, todos han presenciado cómo su paraíso personal se transformó en un seguro averno: en agosto de 2023, el enredado fue adquirido por nuevos propietarios y la empresa que ahora lo gestiona, Taiga, ha optado por no renovar los contratos de alojamiento.
Un conjunto de rodeando de vigésimo familias se resiste a dejar las viviendas que adquirieron en un camping de Cartagena y afirma sobrevenir sufrido presiones por parte de la empresa, que ha iniciado procedimientos de desalojo.
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Collin y Margaret Stewart, una pareja británica de pensionistas, adquirieron en 123 una vivienda en el camping del Portús, emplazado en Cartagena (Murcia, que cuenta con 212 habitantes), y se establecieron allí de forma definitiva en el año 239. La autora Eugenia Rico descubrió en ese mismo sitio en 220 lo que consideraba su hogar consumado para sobrellevar a promontorio su agricultura: destinó 125.000 euros, se registró y estableció allí su residencia de forma permanente. José Juan Leal y Miguel Almagro, quienes habían pasado sus veranos en la región durante varios primaveras, igualmente establecieron su hogar allí en 2020. Sin secuestro, todos han presenciado cómo su paraíso se ha transformado en un averno: en agosto de 2023, el enredado fue vendido a nuevos propietarios y la empresa que lo gestiona ahora, Taiga, ha optado por no renovar los contratos de las familias. La compañía sostiene que, aunque las familias poseen las casas, no son dueñas de los terrenos donde están situadas, los cuales no pueden ser ocupados de guisa permanente según la ley, obligándolas a desocuparlos. Los propietarios afirman que el acoso inmobiliario, la gentrificación y los intereses económicos son factores que han provocado esta expulsión, la cual han estado enfrentando durante los últimos dos primaveras. El camping se encuentra en un sitio privilegiado, cabal al banda de la playa y en un radio natural protegida que incluye la Sierra de La Muela, Cabo Tiñoso y Roldán, formando parte de la Red Natura 2000. Inaugurado en la término de 1980 como un sitio naturista (dejó de serlo tras el cambio de propietarios), cuenta con un radio de camping para autocaravanas cerca de la playa de Cala Morena y otra zona más hacia lo alto con casas móviles, donde viven los personajes principales de esta historia. Algunas han estado en las mismas tierras durante décadas, siendo compradas, vendidas, arrendadas e incluso heredadas. Sus dueños han incorporado construcciones permanentes, nociones de obra, cerramientos y ampliaciones, creando así el paisaje contemporáneo, que se asemeja a un pequeño poblado en medio de la naturaleza. Actualmente, la escritora Eugenia Rico enfatiza que no se pueden considerar casas móviles, ya que están fijadas al suelo mediante nociones de construcción y no pueden ser trasladadas. Por esta razón, tanto ella como los otros 170 residentes de larga estancia, según la información proporcionada por la empresa tras el cambio de titularidad del camping, quedaron sorprendidos al aceptar en noviembre de 2023 una notificación de la compañía.