La aprobación de la reforma laboral a finales de 2021 alivió uno de los males endémicos del mercado laboral español. La proporción de contratos temporales ha caído del entorno del 25% al del 16%. Esto ha mejorado la situación de millones de trabajadores, antes pendientes de una enésima renovación de su contrato de obra y servicio, y ahora más tranquilos gracias a sus contratos indefinidos, ya sean fijos o discontinuos. Sin embargo, este cambio en la temporalidad apenas se ha trasladado a la estacionalidad de la economía española: el número de trabajadores y la tasa de paro siguen cambiando muchísimo en función de la época del año, al ritmo que marcan las temporadas de la principal materia prima de España. Es el turismo, que aportó en 2023 el 12,8% del PIB, el máximo de la serie histórica y equivalente a 186.596 millones de euros.. Seguir leyendo
La temporalidad de los contratos cayó con la reforma laboral, pero el número de trabajadores sigue cambiando muchísimo en función de la época del año. El tirón reciente de las actividades con trabajadores más cualificados presagia un posible futuro mejor
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La aprobación de la reforma laboral a finales de 2021 alivió uno de los males endémicos del mercado laboral español. La proporción de contratos temporales ha caído del entorno del 25% al del 16%. Esto ha mejorado la situación de millones de trabajadores, antes pendientes de una enésima renovación de su contrato de obra y servicio, y ahora más tranquilos gracias a sus contratos indefinidos, ya sean fijos o discontinuos. Sin embargo, este cambio en la temporalidad apenas se ha trasladado a la estacionalidad de la economía española: el número de trabajadores y la tasa de paro siguen cambiando muchísimo en función de la época del año, al ritmo que marcan las temporadas de la principal materia prima de España. Es el turismo, que aportó en 2023 el 12,8% del PIB, el máximo de la serie histórica y equivalente a 186.596 millones de euros.. Los vaivenes son siempre los mismos. Los primeros meses del año se estanca la afiliación, que empieza a despertar con la Semana Santa, cuando comienza una trayectoria virtuosa que culmina a finales de junio o julio, en pleno éxtasis de contrataciones turísticas y cuando las vacaciones aún no han hundido la ocupación en otros sectores. A partir de agosto cae o se congela el número de trabajadores, que repunta levemente en Navidad. Y vuelta a empezar. La evolución es tan predecible que el día con más afiliados casi siempre cae en la misma fecha, antes y después de la reforma laboral: ronda el 20 de junio o el 20 de julio.. “La estacionalidad de nuestra economía”, opina Miguel Basterra, profesor del departamento de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Alicante, “responde a múltiples factores, y la malla jurídica sobre la que se sustenta es solo uno más. Diría incluso que es secundario”. En su opinión, la reforma laboral de 2021 ha contribuido a mejorar algo la situación de los empleados en sectores estacionales, pero no ha cambiado la dinámica consustancial de estos. “Es cierto que ha caído la temporalidad [de los contratos], pero apenas ha disminuido la precariedad en sectores tan volátiles. Los salarios están deprimidos desde hace 20 años”, agrega Arturo Lahera, profesor del departamento de Sociología Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid.. Un estudio publicado esta semana por Florentino Felgueroso, investigador de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, abunda en esta idea. Lo hace al medir lo que cataloga como “paro efectivo”, que suma al paro registrado a los demandantes de empleo fijos discontinuos en periodo de inactividad, en ERTE y a los que cobran prestaciones estando en situación de colaboración social. “La tasa de rotación del paro registrado en los últimos 12 meses fue menor que la del periodo 2018-2019 [antes de la reforma laboral], mientras que la del efectivo apenas varió”, sostiene el análisis. Es decir, la rotación real de personal sigue siendo muy alta.. Las otras grandes economías europeas no notifican cambios tan profundos en su mercado laboral en función de la época del año. En Francia, también con una industria turística potentísima (es el país con más visitantes del mundo, aún por delante de España), el número de asalariados creció un 1% en el segundo trimestre, frente al 2,1% español. Italia, que también recibe millones de turistas, también aceleró menos en la mejor época del año para esta industria, un 1,47%. La comparación histórica muestra que España casi siempre acelera más de abril a junio. Los vaivenes de los vecinos son menos profundos.. La diferencia es más relevante respecto a países menos turísticos, como Alemania o Países Bajos. Allí los incrementos trimestrales no suelen superar el 1% en ninguna época del año y los retrocesos casi nunca son superiores al medio punto.. Las gráficas anteriores muestran saltos increíbles de España al generar empleo en temporada alta, pero las contracciones cuando se marchan los turistas no son pronunciadas. Son parecidas a las de los vecinos europeos. Este fenómeno es muy similar antes y después de la reforma laboral. Así, el número de trabajadores acelera en el primer semestre y se estanca el segundo. Siempre con esa coreografía, cada año va a más desde la salida de la Gran Recesión (con la excepción de la pandemia).. A diferencia de los países mencionados, el margen de mejora de España es inmenso, lo que facilita estos saltos tan increíbles en el número de ocupados sin que ello vaya acompañado de un desplome tras el verano. Hay el doble de parados en España que en el promedio europeo y el triple que en Alemania o Países Bajos. Por mucho que haya bajado el paro en los últimos años (del 26,9% que llegó a marcar en 2013 al 11,3% actual), sigue siendo la cifra más alta del continente. Y ello a pesar de que en 2023 España creó más puestos de trabajo que Francia y Alemania juntas.. La evolución de esta variable insiste en el mismo análisis que la cifra de ocupados: en el primer trimestre la tasa de paro era del 12,3%, un punto más, mientras que el promedio europeo retrocede medio punto en el mismo periodo. Esto también se aprecia en las diferencias por territorios dentro de España. Mientras que en País Vasco, tan industrializado, la tasa de paro cambia moderadamente a lo largo del año, en Islas Baleares hay diferencias abismales: en el primer trimestre de 2023 era del 18% y en el tercero, del 6%.. El peso del turismo en la economía. El turismo representó el 12,8% de la economía española en 2023, el máximo desde que hay registros, según los datos de la patronal Exceltur. Hace solo nueve años, en 2015, suponía un 11,1% del PIB. “El turismo se erige como el principal motor del crecimiento económico real de España en 2023 respecto a 2022, elevándose un 13,1%, lo que supone el 70,8% del crecimiento real de la economía española”, indica Exceltur.. Que un sector tan estacional sea tan preponderante lo condiciona todo. Para entenderlo conviene volver a la comparación por países. En España la hostelería, el sector más asociado al turismo, emplea al 8,3% de la fuerza laboral, mientras que en el promedio de los Veintisiete este porcentaje se limita al 4,7%. La hostelería solo es más importante en Grecia (9,1%). A la vez, este sector solo emplea al 6,4% de los trabajadores italianos, al 4,9% de los neerlandeses, al 4,1% de los franceses y al 3,5% de los alemanes.. Otro sector muy estacional, que depende de la lluvia y el buen tiempo, es la agricultura. España también destaca en esta actividad: el 3,6% trabaja en el sector agrario, dos décimas por encima del promedio europeo (3,4%). Solo emplean a más personas en los países del Este. Todas las grandes economías europeas emplean a una porción menor de su fuerza laboral en agricultura, ganadería y pesca.. Ambos sectores, el campo y la hostelería, son las actividades más precarias de la economía junto al empleo doméstico. Y en esa actividad España también destaca: el 2,8% del mercado laboral español se dedica a este sector, la segunda mayor proporción según los datos de Eurostat (solo por debajo de Chipre), más del triple que el promedio de los Veintisiete. Estos tres sectores, que registran los peores salarios y los contratos de peores condiciones, son más importantes en España que en la media europea y mucho más que en los países más avanzados.. A la vez, el tejido productivo español se sitúa muy por debajo de la media en algunas de las actividades de mayor valor añadido, como la industria de manufacturas (12,1%, ante la media del 15,7% y el 25,8% con el que manda República Checa); el suministro de energía (0,8%, media del 0,4%); o las actividades financieras (2,3%, promedio del 2,8%). En estos sectores se trabajan menos horas y se cobra más.. Rosario Gandoy, catedrática de Economía Aplicada de la Universidad de Castilla-La Mancha, considera que “la estacionalidad de la economía española no solo se explica por el peso del turismo”. En primer lugar, subraya que sectores que no son eminentemente estacionales, como la sanidad y la educación, “registran tasas de temporalidad altísimas”. Esto se debe, en buena parte, a que el sector público sigue operando con contratos temporales de forma masiva, lo que conduce a que muchos trabajadores no cobren en algunos periodos del año. En educación esto se agrava por lo habitual que es prescindir de los profesores en verano en la educación privada y en las academias no regladas. “Eso se ha agravado en los últimos 15 años. Hay sectores que antes no eran estacionales y ahora sí”, insiste Lahera.. Otro factor es la dimensión empresarial: “Hay más empresas de menor tamaño que en el promedio europeo. Esto tiene consecuencias importantes en la economía”, explica Gandoy. En España, alrededor del 35% de la ocupación está en firmas de más de 50 empleados, una proporción que se sitúa en el 66% en Alemania. Explica que cuanto mayor es una compañía, normalmente, más productiva es; la gestión empresarial es más profesional; más capacidad tienen para organizarse los trabajadores, lo que redunda en más estabilidad y menos rotación de personal, lo que genera incentivos en la empresa para formar más al personal, lo que, de vuelta al inicio, genera más productividad.. “Las relaciones temporales responden a menudo a un ahorro de costes, lo que mira poco por la productividad de la empresa”, dice Gandoy. “En esas dinámicas estacionales no se invierte en formar a la fuerza de trabajo, lo que repercute en una pérdida de productividad a medio y largo plazo. Y los trabajadores organizan su vida en base a esa estacionalidad, de manera que entran en modo subsistencia cuando no trabajan, con los efectos que ello tiene. Se reproduce la precariedad”, agrega el experto de la Universidad Complutense.. Cambios a mejor. La buena noticia de los últimos años es que el tejido productivo español evoluciona a mejor. Aunque España sigue a la cola, y pese a que su economía es menos productiva que la de sus vecinos europeos, los sectores de mayor cualificación vienen creciendo más rápido que el resto. Las actividades que más espacio han ganado en el tejido productivo español de 2019 a 2023 son sanidad y servicios sociales (de ocupar al 8,5% de los trabajadores al 9,3% cuatro años después), actividades científicas y técnicas (del 5,1% al 5,7%) e información y comunicaciones (del 3,1% al 3,6%). En estos tres sectores el salario está por encima del promedio.. “Desde la pandemia el crecimiento español se está sustentando en servicios de alto valor añadido”, reflexiona Lahera, visión que comparte con Gandoy: “Las tendencias que se están dando en la composición de la producción son muy interesantes. Aumenta el peso de los servicios no turísticos, de información y ocupaciones técnicas, con un empleo muy estable. Están vinculados a las nuevas tecnologías”. La catedrática de la Universidad de Castilla-La Mancha subraya que España “es muy competitiva” en estas áreas: “Estamos exportando muchos de estos servicios, con un saldo muy positivo en la balanza de pagos”.. El Gobierno considera que algunas de sus políticas recientes juegan un papel central en este fenómeno: creen que la subida del salario mínimo y la reforma laboral son un límite para competir con empleo de mala calidad, lo que estaría impulsando los sectores de alto valor añadido. Y la preeminencia de esas actividades también conduce a que crezca el tamaño de las empresas. Según datos del Ministerio de Trabajo de agosto, ya hay 33.320 compañías con más de 50 empleados en España, el máximo registrado. Son 4.677 más desde 2018, un incremento del 16% desde entonces. En el mismo periodo, la ocupación en las microempresas (de uno o dos empleados) ha caído un 3% y en las de más de 500 trabajadores ha crecido un 30%.. El aumento en estos sectores conduce a Lahera a matizar el desplome que viene notificando la industria: cree que buena parte del empleo que pierde este sector se cubre con servicios asociados a las manufacturas, pero que a nivel estadístico, al ser realizados por empresas externas, impulsan otros sectores de alto valor añadido. Por ejemplo, un diseñador que antes estuviera empleado directamente por la fábrica y ahora por un estudio.. Para profundizar en la mejora del tejido productivo, Lahera destaca la importancia de aprovechar los fondos europeos. “Si reindustrializamos con servicios de alto valor añadido, si impulsamos las industrias renovables aprovechando nuestra posición ventajosa, si nos focalizamos en el sector farmacéutico, los chips, el automóvil eléctrico, las baterías… Hay una oportunidad, pero hay dudas de que lo estemos aprovechando como deberíamos”. En ese objetivo incide el informe Draghi, que pide a Europa un esfuerzo inversor inédito para reindustrializar y potenciar su autonomía estratégica. Si España coge ese tren, si es que llega a salir de la estación, podría revolucionar su tejido productivo.