Karla Sofía Gascón es la misma que era en mayo, cuando se convirtió en la primera actriz trans en hacerse con el premio a la mejor interpretación en Cannes, pero de otra manera. Ahora no se deja impresionar por quien se cruza en las alfombras rojas del mundo. Ahora los que se impresionan son ellos. Tras la nominación a los Oscar por Francia de la mano de la sensación de la temporada, Emilia Pérez, de Jacques Audiard, la actriz nacida en Alcobendas en 1972 se prepara para el gran salto. Y no al vacío. «No he parado un segundo desde hace tres meses. Solo duermo en los aviones. Sé que tengo que aprovechar el momento y estoy perfectamente preparada para cuando las cosas se calmen y todo vuelva a su sitio. De momento, lo que no me quita nadie es la cantidad ingente de puntos que llevo acumulados de todos los viajes. Un vuelo gratis a Ibiza me saco», dice entre carcajadas en el festival de San Sebastián donde acaba de presentar lo que antes presentó por medio planeta. Y lo que queda. . Seguir leyendo
La protagonista de ‘Emilia Pérez’, candidata a los Oscar por Francia, repasa la explosión vivida en su carrera desde que se convirtiera en Cannes en la primera actriz trans en ser premiada
Karla Sofía Gascón es la misma que era en mayo, cuando se convirtió en la primera actriz trans en hacerse con el premio a la mejor interpretación en Cannes, pero de otra manera. Ahora no se deja impresionar por quien se cruza en las alfombras rojas del mundo. Ahora los que se impresionan son ellos. Tras la nominación a los Oscar por Francia de la mano de la sensación de la temporada, Emilia Pérez, de Jacques Audiard, la actriz nacida en Alcobendas en 1972 se prepara para el gran salto. Y no al vacío. «No he parado un segundo desde hace tres meses. Solo duermo en los aviones. Sé que tengo que aprovechar el momento y estoy perfectamente preparada para cuando las cosas se calmen y todo vuelva a su sitio. De momento, lo que no me quita nadie es la cantidad ingente de puntos que llevo acumulados de todos los viajes. Un vuelo gratis a Ibiza me saco», dice entre carcajadas en el festival de San Sebastián donde acaba de presentar lo que antes presentó por medio planeta. Y lo que queda.. Cuenta que prefiere no pensar en si está o no haciendo historia («Si te pones en la piel de cualquier artista que haya provocado una revolución, ninguno de ellos quería cambiar el mundo. Sólo pensaban quizá en pagar el recibo de la luz. Y es eso lo que me mueve a mí también»). Dice que es imposible acostumbrarse del todo a los mensajes de odio que levanta a su paso («Siempre es un poco igual. Te conviertes en la diana de todos aquellos que, por la razón que sea, te consideran una amenaza. Ya sea ese feminismo que hace discriminación entre las mujeres y que, por tanto, no es feminismo, ya sea entre los que siempre se ofenden. Estoy esperando a lo que diga de mí J. K. Rowling»). Y confiesa que, pese a todo y contra todo lo anterior, se considera agradecida por poder ayudar con su sola presencia a tanta gente que sufre, que lo pasa mal («Me hace mucha ilusión encarnar un mensaje que traspasa la pantalla y que simplemente defiende la posibilidad de poder cambiar, de ser mejor»). Y mientras cuenta, dice y confiesa, Karla García Gascón se sabe perfectamente dueña de su momento, que, a su manera, también es el momento de tantos y tantas empeñados en ser lo que quieren ser.. Para situarnos, hasta 2018, Karla era Carlos. Fue por entonces cuando publicó la novela de aire lejanamente autobiográfico Karsia. Una historia extraordinaria y cuya firma corre a cuenta del que era. «Fue mi modo de despedirme de él», reconoció en una entrevista. Antes, empezó a actuar en los años 80 y no es difícil rastrear su nombre en series tan populares como Isabel y El súper, donde estuvo entre 1996 y 1999. Posteriormente emigró a México y, tras participar en varias telenovelas, el reconocimiento le llegaría con Nosotros los nobles (2013), una de las películas más taquilleras del país. Fue en ese instante, y gracias a la estabilidad lograda, cuando se decidió a «hacer lo que siempre había soñado desde niña». Y, acto seguido, Emilia Pérez, la historia cantada, bailada y todo lo contrario de un narcotraficante que, como Karla, un buen día decidió ser por fin lo que siempre fue. En la película Karla es él y Karla es ella. Y fuera de ella, ya se ha dicho, Karla es Karla.. -¿Volverías a interpretar el papel de un hombre?. «Si logro abrirme camino en la industria de Estados Unidos y convertirme en una estrella, lo que han hecho es meter a un tigre en un gallinero». -Por supuesto. No tengo la necesidad de reivindicarme en nada, pero sí tengo la necesidad de crear personajes lo más diferentes a mí. Es más, desde aquí pido encarecidamente que si hacen D’Artagnan 3 que cuenten conmigo. Doy un mosquetero perfecto. Sueño con ser la primera intérprete de la historia en poder hacer indistintamente papeles para hombres y para mujeres. Me encantaría crear un precedente de intérprete que no tuviera en cuenta los géneros. Elegí ser actor para meterme en la piel de otras personas y entenderlas. Hablo de entender al ser humano y llevar la vida de otras personas a los espectadores.. El límite es el horizonte y, de momento, el horizonte está en Hollywood. «Creo que tengo derecho, como todo el mundo, a soñar también con el Oscar. Imagínate. Si lo lograra, Alcobendas podría presumir de dos Oscar, el de Penélope y el mío», dice, se toma un segundo y sigue: «A veces pienso que si logro abrirme camino en la industria de Estados Unidos y convertirme en una estrella, lo que han hecho es meter a un tigre en un gallinero. Todos intentan manejarme, todos intentan manipularme… Y todavía no saben que eso es imposible. Los tengo a todos aterrorizados».. -¿Te molesta el calificativo de trans junto al de actriz? ¿No sería más justo actriz y ya?. -Depende de cómo se use. Los que lo utilizan para sembrar el odio, allá ellos. Yo tengo claro que soy una actriz. Y punto. Pero se puede también usar para hacer el bien.. Y ahí lo deja. Karla siempre Karla, pero cada vez de una manera distinta. Y mejor.
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