Cuando este jueves a eso de las dos y cuarto de la tarde el Banco Central Europeo publique su comunicado informando sobre su decisión de tipos de interés, analistas e inversores bucearán entre sus primeros párrafos en busca de si una palabra, “restrictiva”, sobrevive en el texto. Su presencia acapara casi más atención que la propia rebaja del precio del dinero, que ya se descuenta que será, salvo enorme sorpresa de última hora, de 25 puntos básicos. Y es así porque los cambios de vocabulario suelen ser la antesala de cambios futuros en la política monetaria, si no inmediatos, sí a medio plazo, con un asterisco siempre avisando de que cualquier impacto súbito e inesperado en los datos de inflación o crecimiento puede alterarlo todo, como se empeña en recordar la presidenta del BCE, Christine Lagarde, con su enfoque reunión a reunión, sin sendas predeterminadas.. Seguir leyendo
Una de las incógnitas de la reunión es si el banco efectuará un cambio de enunciado en su comunicado que contente a los halcones u optará por mantener el mismo tono paloma
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Cuando este jueves a eso de las dos y cuarto de la tarde el Banco Central Europeo publique su comunicado informando sobre su decisión de tipos de interés, analistas e inversores bucearán entre sus primeros párrafos en busca de si una palabra, “restrictiva”, sobrevive en el texto. Su presencia acapara casi más atención que la propia rebaja del precio del dinero, que ya se descuenta que será, salvo enorme sorpresa de última hora, de 25 puntos básicos. Y es así porque los cambios de vocabulario suelen ser la antesala de cambios futuros en la política monetaria, si no inmediatos, sí a medio plazo, con un asterisco siempre avisando de que cualquier impacto súbito e inesperado en los datos de inflación o crecimiento puede alterarlo todo, como se empeña en recordar la presidenta del BCE, Christine Lagarde, con su enfoque reunión a reunión, sin sendas predeterminadas.. No hay unanimidad entre los analistas sobre qué hará el BCE con este fragmento del comunicado. “Al mismo tiempo, las condiciones de financiación continúan siendo restrictivas, debido entre otras cosas a que la política monetaria también lo sigue siendo y a que las anteriores subidas de los tipos de interés siguen transmitiéndose al saldo vivo del crédito concedido, con renovaciones a tipos de interés más elevados de algunos préstamos que vencen”. Unos apuestan porque se pasará a decir que la política monetaria es “algo restrictiva”, o que “se acerca al tipo neutral”. Otros ven prematuro ese retoque en la redacción, y auguran que se mantendrá intacto.. “La pregunta es si la presidenta del BCE, Christine Lagarde, seguirá calificando la política como restrictiva. Creemos que lo hará, pero no hacerlo podría desencadenar una nueva revisión de las expectativas de tipos de corte más halcón”, afirma ING en un análisis titulado “El dilema restrictivo”.. Una interpretación sencilla diría que cualquier cambio de enunciado sería del gusto de los halcones, el sector más ortodoxo del banco, partidario de ir más despacio en los recortes de tipos. Decir que la política monetaria del BCE es restrictiva significa reconocer que los tipos están por encima de donde deberían estar para que la economía crezca a su velocidad de crucero natural, sin cargas extra. Por ello, dejar de decir que es restrictiva supondría asumir que los tipos están dejando de ser un obstáculo que entorpece la actividad como un sacrificio necesario para contener la inflación. Y por tanto, que el número de bajadas del precio del dinero necesarias para llegar al tipo neutral, que ni contrae ni estimula la economía, sería menor.. El debate sobre dónde está esa cifra marcará el choque interno en el BCE. Un análisis de los expertos de la entidad lo sitúa en una horquilla de entre el 1,75% y el 2,25%, pero aclara que es un indicador muy poco útil porque está en constante cambio. “Para cuando se espera que se alcance ese nivel de equilibrio, es muy posible que la economía ya haya estado expuesta a shocks adicionales”, concluyeron.. Junto a la de marzo, el mercado espera otras dos rebajas de tipos de interés este año, hasta el 2%, aunque entidades como Goldman Sachs o Bank of America vaticinan que Fráncfort irá más allá, hasta el 1,75% el primero, y al 1,5% el segundo. La incertidumbre sobre la posible paz en Ucrania, que a priori ayudaría a contener los precios de la energía, apuntalando la desinflación, unida a las dudas sobre el impacto de los aranceles sobre el crecimiento y los precios en Europa, han convertido las previsiones en un juego de probabilidades donde cada vez es más complicado acertar.