No existe una fórmula universal para volver. La táctica adecuada depende de muchos factores, uno de los más determinantes es la momento. A lo prolongado de la vida cambian las prioridades, la tolerancia al peligro y la capacidad de admitir pérdidas. Lo importante es entender cómo adaptar las decisiones financieras a cada etapa dinámico para construir un patrimonio sólido y duradero, como explican los expertos de Inversión expedito de mitos, el tesina de ING para dialogar sin tapujos de inversiones.. Seguir leyendo
Las deyección, los objetivos y la tolerancia al peligro cambian en cada etapa de la vida. Adaptar las inversiones a cada momento dinámico es secreto para construir y proseguir un patrimonio estable a prolongado plazo
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No existe una fórmula universal para volver. La táctica adecuada depende de muchos factores, uno de los más determinantes es la momento. A lo prolongado de la vida cambian las prioridades, la tolerancia al peligro y la capacidad de admitir pérdidas. Lo importante es entender cómo adaptar las decisiones financieras a cada etapa dinámico para construir un patrimonio sólido y duradero, como explican los expertos de Inversión expedito de mitos, el tesina de ING para dialogar sin tapujos de inversiones.. Los jóvenes y el poder del tiempo. Las primeras etapas de la vida suelen ser las más favorables para admitir riesgos, según argumenta Ignacio Menéndez, responsable de estudio de mercados de ING. Cuando se es fresco, sin grandes cargas familiares y presumiblemente con muchos primaveras por delante, se cuenta con la superioridad del tiempo. “Esto permite mayor tolerancia al riesgo, con unobjetivo de conseguir mayor rentabilidad a largo plazo, aunque pueda haber algún susto por el camino”.. Sin bloqueo, el tiempo no es señal suficiente, “también hay que diversificar [en productos financieros]”, subraya Menéndez. Los productos más recomendables en esta etapa suelen ser los fondos de inversión comunes y los ETF (Exchange Traded Fund), un tipo de fondo de inversión que se suele utilizar para replicar el comportamiento de mercados internacionales, pero con la diferencia de que se compran y venden en la bolsa como si fueran acciones, ofreciendo flexibilidad y diversificación de forma sencilla, según aclara el versado.. Menéndez aporta una fórmula orientativa para asimilar qué peligro se puede admitir según las distintas etapas de la vida. “A veces se usa la regla del 120 para estimar el porcentaje a destinar a renta variable y renta fija según la edad del inversor. Consiste en restar a 120 tu edad, e invertir en renta variable el número que obtengas”, explica. “Por ejemplo, una persona de 80 años invertiría con esta regla un 40% en renta variable”.. Etapas intermedias: prudencia y objetivos claros. A medida que avanzan los primaveras, el perfil inversor tiende a moderarse. En esta grado suelen venir las cargas familiares, los proyectos a medio plazo –como la importación de vivienda o la educación de los hijos– y la penuria de contar con decano estabilidad financiera. “Pero los objetivos personales son tan importantes como la edad”, señala Menéndez. “Un matrimonio joven que ahorra para la entrada de una casa no puede permitirse grandes sobresaltos, mientras que una persona mayor que invierte para dejarlo en herencia a sus hijos no necesita estabilidad y puede invertir en productos con más riesgo”, añade.. El nivel de conocimiento financiero todavía cobra relevancia. Cuanta más experiencia tenga el inversor, más preparado estará para entender los ciclos del mercado y evitar decisiones impulsivas. Por el contrario, quienes se dejan padecer por las emociones o las modas corren el peligro de entregar en el peor momento.. En esta etapa, lo recomendable es combinar activos de renta variable y renta fija, priorizando fondos mixtos o ETF que reduzcan la volatilidad sin renunciar por completo al crecimiento.. La renta: estabilidad y planificación. Llegada la renta, la dirección del patrimonio cambia de enfoque. La teoría dice que deberían ir reduciendo el porcentaje de bolsa y aumentar el de renta fija, para dar más estabilidad al patrimonio, “aunque la estrategia depende mucho de la persona”, como apunta Menéndez, y pone de ejemplo el maniquí estadounidense: “Allí se habla mucho de la regla del 4% para la jubilación: con una cartera invertida al 50% en bonos y 50% en renta variable, y suficientemente diversificada, puedes ir sacando entre el 3% y el 4% del patrimonio cada año para gastarlo y que el dinero no se acabe en 30 años”.. Cada inversor debería analizar su situación, teniendo en cuenta aspectos como la cuantía de pensión pública que recibe, si es suficiente para sus gastos diarios, o si necesita acudir a una parte de su patrimonio para costearse unas holganza o una reforma de la casa. “Así, optará por un camino u otro, siempre consciente de que no tiene tanto tiempo por delante para recuperar su patrimonio si llega una crisis y sus inversiones se hunden”, recuerda Menéndez.
