El icónico retrato del escritor Gustavo Adolfo Bécquer que durante años ilustró los antiguos billetes de 100 pesetas es una de las piezas estrella de la exposición Los Bécquer, una estirpe de artistas, que ya puede verse en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. La obra forma parte de la colección permanente de la Pinacoteca Española desde 1995 y en estos 30 años han sido muchos los visitantes que han podido contemplarla. Sin embargo, la muestra recién inaugurada muestra el cuadro como nunca se había visto en los últimos años. Esta obra, que hace referencia a la pintura romántica española, se parece a la que Valeriano Becquer, hermano del poeta, pintó hacia 1862. El lienzo acaba de pasar por las expertas manos de Mercedes Vega Toro, conservadora-restauradora del Museo de Bellas Artes desde hace 35 años. . Seguir leyendo
El retrato restaurado de Gustavo Adolfo, obra de su hermano, es la estrella de ‘Los Bécquer, una estirpe de artistas’ del Museo de Bellas Artes de Sevilla
El icónico retrato del escritor Gustavo Adolfo Bécquer que durante años ilustró los antiguos billetes de 100 pesetas es una de las piezas estrella de la exposición Los Bécquer, una estirpe de artistas, que ya puede verse en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. La obra forma parte de la colección permanente de la Pinacoteca Española desde 1995 y en estos 30 años han sido muchos los visitantes que han podido contemplarla. Sin embargo, la muestra recién inaugurada muestra el cuadro como nunca se había visto en los últimos años. Esta obra, referente de la pintura romántica española, se parece mucho a la que pintó Valeriano Bécquer, hermano del poeta, hacia 1862. El lienzo acaba de pasar por las expertas manos de Mercedes Vega Toro, conservadora-restauradora del Museo de Bellas Artes desde hace 35 años. Y no son pocos los hallazgos que la experta ha encontrado al someter el lienzo a una profunda restauración, en la que ha trabajado unos cuatro o cinco meses, según informa El Mundo. Una huella dactilar, un par de pelos ondulados atrapados en la pintura fresca, una marca en V y una luz son los descubrimientos que Vega Toro ha hecho en el lienzo. Estaban ahí desde el principio, desde que se pintó el cuadro, pero el peso de los 163 años que han pasado sobre la obra los mantenía ocultos. Algunos descubrimientos, como el pelo, pueden estar en la imagen de forma puramente accidental. ¿Serán del poeta? ¿De su hermano? Otros hallazgos, en cambio, deben haber sido señales premeditadas. El restaurante continúa: «Ningún pintor coloca en un lienzo algo que no quiere poner». La marca V, por ejemplo, podría ser una forma de registrar la inicial del autor. «Es una teoría atrevida, pero es muy extraño que Valeriano Bécquer no firmara el retrato de su hermano, precisamente», dice Vega Toro. Hay más. En la zona izquierda del horizonte del cuadro, una «manchita amarilla que pasa casi desapercibida», pero con un objetivo creciente «pequeños golpes con un pincel fino cargado de materia», explica el restaurante. Es posible que el artista quiera reflejar «una especie de luz vespertina», que en Gustavo Adolfo Bécquer se asocia «con la luz y la belleza que encuentra en los ojos de su amada». Quizá su hermano, «conocedor como nadie de sus renuncias, quisiera representarlo con ese astro dándole un sentido más simbólico que plástico», dice Vega Toro, que no sólo ha trabajado en el lienzo, sino que se ha documentado ampliamente sobre los dos hermanos artistas y sevillanos, con un nombre de origen flamenco. Su familia se instaló en Sevilla en el siglo XVI. . La labor de Vega Toro en el Museo de Bellas Artes no se limita a la restauración de cuadros. También hace de «correo» con obras que viajan a pinacotecas de otras ciudades españolas o de otros países para exposiciones temporales. Una vez, incluso, tuvo que empotrarse en el remolque que transportó el cuadro de Murillo San Francisco abrazado a Cristo desde Sevilla a la National Gallery de Londres. Era una exigencia del museo británico. Llevaban escolta. Su trabajo es controlar que la obra saliera y llegara en perfectas condiciones. En el argot lo llaman «clavo a clavo», porque el restaurador controla el proceso desde que se descubre el cuadro de su museo original hasta que se coloca en la muestra de destino. Con el retrato de Bécquer, a pesar de que «no es de los más viajeros» de la Pinacoteca sevillana, Vega Toro hizo un envío para llevarlo al Museo Goya de Castres en Francia y al Museo del Romanticismo de Madrid. Son las dos únicas veces que el cuadro ha salido de Sevilla desde que fue adquirido por la Junta de Andalucía en 1995. El retrato de Bécquer no será el único lienzo restaurado específicamente para la exposición Los Bécquer, una estirpe de artistas, que podrá verse hasta el 15 de marzo de 2026. Se han realizado otras 16 restauraciones completas de lienzos y sus respectivos bastidores, entre ellos Procesión del Corpus en la Catedral de Sevilla (1845), de Joaquín Domínguez Bécquer. El Museo del Prado también ha restaurado para la ocasión el lienzo de Valeriano Domínguez Bécquer La fuente de la ermita (Costumbres del Valle de Amblés en la provincia de Ávila), depositado en el Museo del Romanticismo, mientras que el Museo Lázaro Galdiano ha intervenido en el Retrato de niña (1866), también de Valeriano Domínguez Bécquer. La exposición sobre los Bécquer en el Museo de Bellas Artes reúne por primera vez más de 150 obras, entre óleos, dibujos, acuarelas y litografías de cuatro artistas de una familia de artistas: José Domínguez Insausti, su primo, el pintor Joaquín Domínguez Bécquer, y Valeriano y Gustavo Adolfo, hijos del primero y formados en la técnica de la pintura y el dibujo en el taller del segundo. Pueden verse diseños del autor de Rimas y leyendas. Es uno de los «alicientes» de la muestra: mostrar la faceta como dibujante del escritor, que si bien entre los especialistas es bien conocida, no lo es tanto entre el gran público, como señala a EL MUNDO Manuel Piñanes, comisario de la exposición. «Es la muestra más completa sobre la saga familiar de artistas», añade. Ha sido difícil reunir tantas piezas porque algunas forman parte de colecciones particulares, explica Piñanes. Algunos cuadros se han resistido y se ha perdido el protagonismo porque sus propietarios fallecieron y no ha sido posible entregarlos a los herederos. Lo que no se verá en el Museo de Bellas Artes son los dibujos de la serie Los borbones del baile, donde la reina Isabel II aparece desatada, mientras su marido, Francisco de Asís, el rey consorte, la mira estoicamente manteniendo relaciones sexuales con otros. Aunque durante años se atribuyó la autoría de la serie político-pornográfica a Gustavo Adolfo Bécquer y a su hermano Valeriano, los expertos han dejado claro que no son ellos los dibujantes, como detalla Piñanes. La ideología de los hermanos «no pasaba por estas vías, no eran republicanos, y hay hechos que aparecen en esos dibujos que son posteriores a su muerte», ha dicho el comisario de la muestra. En cualquier caso, el comisario se muestra satisfecho por el elevado número de obras de signos que se exhiben en el Museo de Bellas Artes.
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