Decir que Netflix le ha consentido un capricho a David Fincher está caducado y es absurdo. Lo primero porque qué otra cosa era Mank, la película que dirigió para la plataforma en 2020, y lo segundo porque quién no le consentiría un capricho a Fincher, quién no querría tener contento a uno de los mayores genios audiovisuales de la historia.. Seguir leyendo
Blur Studio produce Don’t Stop, el primer capítulo de la nueva temporada de Love, Death & Robots. Ese es el gran capricho de David Fincher: un videoclip de los Red Hot Chili Peppers. Ni más ni menos
Decir que Netflix le ha consentido un capricho a David Fincher está caducado y es absurdo. Lo primero porque qué otra cosa era Mank, la película que dirigió para la plataforma en 2020, y lo segundo porque quién no le consentiría un capricho a Fincher, quién no querría tener contento a uno de los mayores genios audiovisuales de la historia.. Pero sí: Netflix le ha consentido un capricho a David Fincher. Ese capricho está al principio de la cuarta temporada de Love, Death & Robots, la serie de animación que el director de Perdida y El club de la lucha coproduce desde 2019 para Netflix. Nacida de las cenizas del proyecto fallido de secuela de Heavy Metal, la influyente película de ciencia ficción y fantasía de 1981, Love, Death & Robots está formada por episodios independientes, en tema, forma y estilo.. Como cualquier serie con este formato, es muy irregular. Tiene a favor que sus episodios son cortísimos, que algunos están realmente bien y que, entre los que no, encontramos caramelos visuales que subrayan que la animación no es un género, sino un mundo todavía por explorar. Teóricamente, eso hace Love, Death & Robots, pero solo lo consigue a veces, como en el celebrado Jíbaro, del español Alberto Mielgo. Sigo sin entender bien de qué iba ese episodio. También sigo sin olvidar sus hipnóticas imágenes.. No hay un Jíbaro en la cuarta temporada de Love, Death & Robots. Porque Mielgo no participa en la nueva entrega de la serie y porque Jíbaro no es uno de los episodios elegidos (en tema, forma y estilo) para tener continuación en 2025. Creadores como Evgeny Rodygin o Bruce Sterling sí repiten, igual que Blur Studio, la compañía de producción de Tim Miller, otro de los productores ejecutivos de la serie.. Blur Studio produce Don’t Stop, el primer capítulo de la nueva temporada de Love, Death & Robots. Ese es el gran capricho de David Fincher: un videoclip de los Red Hot Chili Peppers. Ni más ni menos. Y no cualquier videoclip: en Don’t stop, Fincher propone una fantasía de falsas marionetas para el mítico tema de 2003 de la banda de Anthony Kiedis. Una energética canción que ya en su momento tuvo un vídeo musical potente. Lo dirigía Mark Romanek, uno de los más importantes directores de videoclips de la historia. También uno de los que no lograron establecerse del todo como directores de cine. David Fincher sí lo consiguió. Y cómo. Tan poderoso es ahora que igual Netflix le ha regalado quitarse la espinita de no haber dirigido nunca un vídeo de los Red Hot Chili Peppers.. Hace 25 años, el grupo recurrió a la animación para otro de sus cortos musicales legendarios. Visto ahora, aquel Californication, dirigido por Jonathan Dayton y Valerie Faris es entrañablemente tosco. En el año 2000, conseguir con animación digital algo tan perfecto como lo que hace David Fincher con Don’t Stop habría implicado un presupuesto demencial. Hoy hacer eso es mucho más barato.. Esto nos lleva a abrir un melón incómodo: ¿cuánto ha recurrido Love, Death & Robots a la IA generativa? Episodios como The Screaming of the Tyrannosaur me hacen pensar que bastante.. No sé si a las máquinas deberíamos darles el capricho de crear. Antes, como canta Anthony Kiedis en Don’t Stop, usábamos dos palos para hacer música en la naturaleza. Hoy le decimos a una máquina que nos haga una serie y lo mismo va, y la hace. En algunos momentos, Love, Death & Robots huele demasiado a IA. Aunque suene de fondo algo tan humano como los Red Hot Chili Peppers.
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