Luis Tosar ((Xustás-Cospeito, Lugo, 1971) no es tanto un actor, que también, como una forma de medir el tiempo o, aunque la expresión sea difusa, incluso un estado mental. ¿Cuántos osares hacen falta para toda una vida? La vida pasa, pero él siempre está ahí. Tosar es a la vez un testigo de lo que ocurre y una advertencia de los peligros que acechan. Forma parte del pasado de cada espectador y algo nos dice que, en el futuro, cuando todas y cada una de nuestras esperanzas hayan arañado a la realidad (o a la vejez), él seguirá mirándonos desde la pantalla. ¿Cuántos osarios han pasado desde Malamadre, el preso con voz de látigo de Celda 211? ¿Y del lunes al sol? ¿Y cuánto hemos sufrido desde que abrí los ojos por primera vez? Cuántos osars, decíamos, forman una vida entera? Ahora acaba de estrenar Bichos, de Rafa Cobos. En ella da vida a un hijo enfrentado a un hermano que lucha por recuperar la memoria del padre. Es una película que piensa en la Transición y a partir de ella reformula las claves de la memoria de cada uno para contar desde el momento que pudo haberlo empezado todo (i. e. la Guerra Civil). ¿Cuántos osares se han producido desde 1936? ¿Y desde el inicio de la democracia? En cualquier caso, y para que no quede ninguna duda de tu omnipotencia, que también es omnipresencia, pronto te veremos entregar los Premios Goya, galardones que te han concedido hasta en tres ocasiones. Tosar y el tiempo. . Seguir leyendo
El actor, que se prepara para presentar la ceremonia de los Goya, acaba de estrenar «Bichos», una película que bucea en temas como la Transición, la memoria, la herencia de los padres y el quinqui.
Luis Tosar (Xustás-Cospeito, Lugo, 1971) no es tanto un actor, que también, como una forma de medir el tiempo o, aunque la expresión sea difusa, incluso un estado mental. ¿Cuántos osares hacen falta para toda una vida? La vida pasa, pero él siempre está ahí. Tosar es a la vez un testigo de lo que ocurre y una advertencia de los peligros que acechan. Forma parte del pasado de cada espectador y algo nos dice que, en el futuro, cuando todas y cada una de nuestras esperanzas hayan arañado a la realidad (o a la vejez), él seguirá mirándonos desde la pantalla. ¿Cuántos osarios han pasado desde Malamadre, el preso con voz de látigo de Celda 211? ¿Y del lunes al sol? ¿Y cuánto hemos sufrido desde que te doy mis ojos? ¿Cuántos osares, decíamos, forman una vida entera? Ahora acaba de estrenar Bichos, de Rafa Cobos. En ella da vida a un hijo enfrentado a un hermano que lucha por recuperar la memoria del padre. Es una película que piensa en la Transición y a partir de ella reformula las claves de la memoria de cada uno para contar desde el momento que pudo haberlo empezado todo (i. e. la Guerra Civil). ¿Cuántos osares se han producido desde 1936? ¿Y desde el inicio de la democracia? En cualquier caso, y para que no quede ninguna duda de tu omnipotencia, que también es omnipresencia, pronto te veremos entregar los Premios Goya, galardones que te han concedido hasta en tres ocasiones. Tosar y el tiempo. . Entre tanta discusión y homenaje de la Transición 50 años después de la muerte del dictador, ¿qué significa para usted la transición? Veamos, yo tenía 11 años cuando el 23 F. . . ¿Y cómo lo recuerda? Recuerdo la tensión en casa. Lo tengo muy presente. Ese fue, por así decirlo, el primer momento de conciencia política para mí. Estaba claro, sin saber exactamente por qué, que lo que estaba ocurriendo era importante. Ocurrió en el Parlamento, que era un lugar que yo había visto alguna vez en la televisión. Insisto en que tenía 11 años. Pero el miedo de mis padres es inolvidable. Todo el mundo esperaba la televisión y la radio. Yo era consciente de que algo estaba pasando y, aunque no lo entendía muy bien, algo me decía que las consecuencias podían ser terribles. Tengo la imagen de ver a la Guardia Civil y a la gente armada. Y luego unas bromas con la Guardia Civil, que no tenían nada que ver con las de hoy. . . . Y luego recuerdo los chistes que se hacían, que eran todos malos. . ¿Me tomas el pelo? Sí, las bromas a veces dan una idea de la gravedad de una cosa. Yo tenía un tío, mi tío César, con una pequeña empresa de construcción y una de las bromas era muy del gremio. Unos obreros iban al Congreso a arreglar el tejado después de las balas y preguntaban: «¿Qué ponemos? ¿Texas? Y les dijeron: «Tejas no, uralita». Es malo, sí. De hecho, cuando me lo dijeron, ni siquiera entendí el chiste. La pregunta inicial era sobre la Transición. . Imagino que lo que ocurre es que durante mucho tiempo ha habido un consenso muy claro que se rompió con el 15-M. Ahí salieron a la luz muchas cosas. De hecho, la idea de la transición es un ejemplo de lo que ha pasado siempre con la educación en este país. Hemos estado muy adoctrinados y los acuerdos siempre se han mantenido con la mayor prudencia posible para que las cosas no se rompan. Hay una sensibilidad a la crítica. Con el tiempo te das cuenta de que sí, efectivamente, fue una época muy difícil y hubo que hacer muchas concesiones para que el país saliera adelante. El problema es que las concesiones que se hicieron entonces nos están pasando factura ahora. La polarización en la que vivimos ahora es consecuencia de ello. Es como si nos autoconvenciéramos de que para acceder a un bien mayor hay que hacer muchos sacrificios. El problema es que, una vez hechos los sacrificios, el bien mayor prometido nunca llega. En definitiva, este país sigue fracturado y hay heridas que la Transición no curó a pesar de lo que nos dijeron y que aún hoy no podemos curar. «Más que hablar de masculinidad, tenemos que hablar de feminismo. . . pero tampoco los hombres pueden llegar a dar lecciones de esto». La película, de hecho, discute la idea de que el tiempo lo cura todo. . . Efectivamente. Es falso decir que falta algo que no se menciona. El silencio sólo empeora las cosas. Y sí, no es cierto que el tiempo cure nada. En Golpes, los dos hermanos se enfrentan a esto. Quieren desenterrar al padre asesinado en la Guerra Civil y mi personaje es de los que piensan que mejor no remover nada. Este último (es decir, yo) está apegado al sistema, se hizo policía y aparentemente está convencido de que lo está haciendo bien. Pero no es así, la crisis en la que vive puede. Es una buena metáfora de lo que está pasando. Y luego está esa incapacidad, especialmente grave en el caso de los hombres, de expresar lo que sienten. Hace poco, David Uclés, el autor de la península de las casas vacías, decía que si no se sacaba a la gente de las cunetas, lo que habría que hacer es convertir las cunetas en lugares sagrados. Es algo que no acabo de entender. Ese esfuerzo por evitar algo que no parece tan complicado. Además, es humanitario. Lo de exhumar los restos de familiares es algo que tiene que ver con la humanidad y la convivencia armónica. Y costaría muy poco. No digo que nadie tenga que renunciar a su ideología. Es sólo vivir con un poco de paz. Qué cuesta sacar la gene de las cunetas y enterrarla dignamente para que los familiares puedan vivir en paz? Volviendo a lo que comentaba antes de la generación de su padre, alguna vez han comentado que su personaje le hace pensar precisamente en su padre y hasta le sorprendió convertirse en él en la película. . . . Sí, es como si todos huyéramos de lo que representa nuestro padre y al final acabáramos siendo él. Había algo en mi padre que nos ponía muy nerviosos a mi madre y a mí: el silencio. Y es curioso porque con el tiempo te vas acercando ahí también. Y yo lucho contra eso. Mi padre sufrió mucho por no poder verbalizar lo que le pasaba. Y yo no era consciente. No sabía cómo hacerlo. Había sido educado en eso, en tragarlo todo, en callar. . ¿Tuvo esta conversación con su padre? No. Precisamente de lo que estamos hablando. Mi padre no es una persona para nada acostumbrada a hablar en general. ¿Deberíamos quizás completar una segunda transición para desarmar a la masculinidad de todos sus hábitos heredados? Más que pensar tanto en términos de masculinidad, lo que hay que hacer es pensar en términos de feminismo. Lo que pasa es que lo que tampoco nos podemos permitir los hombres es ponernos ahora a dar lecciones de feminismo. Hemos sido privilegiados desde el principio de la historia y ahora parece que estamos asumiendo la lucha feminista. Lo que hay que hacer es básicamente acompañar y luchar para que nos quiten las bahías de encima. Empezó hablando del niño Tosar que a los 11 años vivía en el 23-F. Golpes reconstruye el imaginario del cine quinqui que tiene que ver con aquella época. ¿Cómo fue el niño Tosar durante cinco años? Seguro que mi imaginación nació y creció en la calle donde vivíamos siempre. La calle de mi infancia era un mundo de fantasía absoluta. Vivíamos en un barrio en construcción que se formaba delante de los ojos. A nuestro alrededor había fábricas abandonadas que eran casi como castillos para nosotros. Recuerdo que una de esas fábricas fue detenida una vez por la policía. Era la hora del breakdance y nos estábamos juntando en el cuarto piso de lo que había sido una fábrica de chorizos. Una fábrica de chorizos, cuidado, cuyo gerente había sido el padre de Paloma San Basilio. Para nosotros, eso era Nueva York. Un día estábamos a nuestra disposición y, de repente, oímos un grito. «¡Alto ahí! » Empezamos a correr y, de repente, oímos un disparo. Era el eco del edificio vacío. Nos cambió la cara por completo. Tendríamos 12 años. Luego nos explicaron que buscaban a unos ladrones. Pero no nos asustó más. Esto es un poco mi pasado quinqui. ¿Sigues en contacto con tus colegas de breakdance? Veo a alguno de vez en cuando. Siguen residiendo allí. Cambiando de tema. Según la web de cine IMDB, ha trabajado en 130 títulos. Le faltan 30 para llegar, por ejemplo, a José Sacristán. ¿Le han dicho que trabaja demasiado? Tengo mucho tiempo libre y me paso meses sin trabajar (el representante pasa y se ríe). . No le cree. En muchas de esas películas. Se trata de tener un buen horario para poder aguantar mucho sin renunciar a tener tiempo libre. «Los Goya del No a la Guerra siguen declarando contra un Gobierno que mintió». ¿Qué significa presentar el Goya después de haber ganado tres y haber estado nominado 11 veces? Digamos que tengo un gran sentido de pertenencia a las cosas. Siento que todos tenemos que participar. Pertenezco a la industria del cine y soy miembro de la Academia. He interpretado algún Goya y he actuado en la gala unas cuantas veces. Tengo la sensación de que tengo que aportar algo. Y también tengo mucho aprecio por Fernando Méndez- Leite. Sabes que el día después de la ceremonia te van a freír? Como quieras. Tienes que saber que todo lo que hagas en este país va a ser criticado. ¿Cuál de todas las galas en las que ha estado recuerda con más cariño? Sin duda, la de la no guerra. . Por qué, además de lo obvio. . . Bueno, puedes pensar lo que quieras, pero era muy fuerte lo que estaba pasando. Y no vale la pena olvidarlo. Aquella gala fue y sigue siendo un testimonio contra un Gobierno que mintió. Involucrarse en una guerra que no tiene razón de ser, no creo que sea ignorarlo.
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