Michael Greenstone, catedrático de Economía en la Universidad de Chicago y titular de la prestigiosa silla Milton Friedman, tiene una cifra siempre presente: el 85% de las emisiones contaminantes proyectadas para el resto del siglo vendrán de fuera de la UE y EE UU. Así que la lucha contra el calentamiento global está en los países en desarrollo donde existen pocos incentivos para adoptar fuentes de energía renovables. “A eso lo llamo la aritmética cruel del cambio climático”, explica. “Los lugares que son generalmente los más pobres son también los más propensos a sufrir mayores daños climáticos. Están en el punto de mira, y se les pide que destinen recursos que podrían usar para comprar comida o agua potable a reducir sus emisiones”, asegura.. Seguir leyendo
El titular de la prestigiosa silla Milton Friedman de Economía en la Universidad de Chicago afirma que la verdadera batalla contra el calentamiento del planeta está fuera de Europa y EE UU
Feed MRSS-S Noticias
Michael Greenstone, catedrático de Economía en la Universidad de Chicago y titular de la prestigiosa silla Milton Friedman, tiene una cifra siempre presente: el 85% de las emisiones contaminantes proyectadas para el resto del siglo vendrán de fuera de la UE y EE UU. Así que la lucha contra el calentamiento global está en los países en desarrollo donde existen pocos incentivos para adoptar fuentes de energía renovables. “A eso lo llamo la aritmética cruel del cambio climático”, explica. “Los lugares que son generalmente los más pobres son también los más propensos a sufrir mayores daños climáticos. Están en el punto de mira, y se les pide que destinen recursos que podrían usar para comprar comida o agua potable a reducir sus emisiones”, asegura.. Greenstone (Chicago, EE UU, 56 años) propone un cambio radical de la política climática global: desde un aumento significativo en la inversión en I+D por parte de los países del G-20, para abaratar los costes de las tecnologías bajas de carbono frente a los combustibles fósiles, hasta una transformación de las negociaciones internacionales que hoy son un punto de tensión más que de solución entre países desarrollados y en desarrollo. La propuesta de este investigador es que los países más ricos paguen a los más vulnerables por los daños que sus emisiones provocan. Las transferencias estarían condicionadas a que los receptores impongan un impuesto al carbono. “Funcionaría como un incentivo real para avanzar a una descarbonización mundial efectiva”, destaca el especialista antes de la conferencia que impartió hace unas semanas en la Fundación Ramón Areces y el Centro Navarra para el Desarrollo Internacional (Universidad de Navarra).. El experto dice que si los precios de los combustibles fósiles reflejaran su verdadero coste para la sociedad serían mucho más altos de lo que son hoy. Hace años —durante los primeros años de la Administración de Barack Obama, junto a otro economista, Cass Sunstein— desarrolló un modelo en el que ponía una cifra al daño económico que provocaba cada tonelada adicional de CO2 emitida en la atmósfera. En aquel momento era de unos 43 dólares. Hoy llega a los 170 dólares en la primera economía del mundo, donde una persona es responsable de alrededor 15.000 toneladas de CO2 al año. Más allá del volumen, lo que llama la atención de este dato es que unos 167 dólares afectan directamente a países fuera de la OCDE. “Son regiones del sur global con menor consumo energético, menores ingresos y, paradójicamente, una menor responsabilidad histórica en la crisis climática”, dice.. Según el modelo de Greenstone, que también dirige el Instituto para el Clima y el Crecimiento Sostenible (fundado por él) y el Instituto de Política Energética, los mayores daños per capita por el cambio climático se concentrarán, de aquí a finales de siglo, en esos países más vulnerables. “La aritmética del cambio climático es despiadada”, recalca.. Pregunta. ¿Qué podemos hacer?. Respuesta. Creo que es muy importante que los países ricos encuentren formas de reducir sus gases contaminantes. Pero aún más importante es crear las condiciones para que las economías emergentes vean que está en su propio interés reducir sus emisiones de carbono.. P. ¿Cuál sería un buen trato?. R. Primero, creo que los países del G-20 se comprometan a invertir más en I+D en tecnologías bajas en carbono, hasta que sean más baratas que los combustibles fósiles. Lo segundo es que las negociaciones climáticas globales [las COP] tienen que cambiar de modelo, porque este no funciona. Las economías emergentes, en la primera línea de los daños climáticos, están molestas, porque quieren crecer y necesitan combustibles fósiles. No están muy emocionadas que se les diga: es hora de reducir sus gases contaminantes.. P. ¿Hay solución para resolver el problema?. R. Mi propuesta es que los países desarrollados compensen a los países en desarrollo por los daños que sus emisiones les están causando. La idea es calcular el volumen de emisiones de gases de efecto invernadero y multiplicarlo por el coste económico estimado del daño ambiental que provocan. Por ejemplo, si se estima que una tonelada de CO2 genera 50 dólares en pérdidas para la India, entonces los países emisores deberían pagar esa cantidad por cada tonelada que afecte a ese país. Sin embargo, hay una condición: la India (o cualquier país receptor) solo podría acceder a ese dinero si aplica un impuesto nacional al carbono.. P. ¿Es viable este acuerdo si Donald Trump insiste en los combustibles fósiles?. R. Sí, porque no es necesario un consenso global para que funcione. Cada país puede adherirse de forma voluntaria. Este fondo solo se distribuiría entre los países receptores que hayan implementado un impuesto al carbono. Así se fomenta una coalición de países ricos comprometidos con la acción climática, que ofrecen incentivos concretos.. P. ¿Trump es una amenaza para frenar el calentamiento global?. R. Los seres humanos no están en el planeta para minimizar el cambio climático, sino para maximizar el bienestar humano. Los precios de la energía determinan nuestro bienestar. La energía más cara se traduce en menos dinero para gastar en otras cosas. Y la Administración de Trump defiende una postura extrema: lo único que importa son los precios de la energía. Pero los datos demuestran que eso es una mala lectura. Y, lamentablemente, estoy bastante seguro de que seguirán ocurriendo desastres climáticos, como los incendios de Los Ángeles, que contradicen esa visión. La política de Trump carece de respaldo empírico.. P. ¿Cuál es la posición de Europa?. R. Creo que hay una oportunidad para reemplazar algunas regulaciones costosas con herramientas más eficientes para reducir las emisiones de carbono. Cuando digo sustituir, quiero decir confiar más completamente en el mercado, como el sistema de comercio de emisiones. Ahí hay una oportunidad.. P. ¿Y cómo ve a España?. R. España ha sido un país que ha adoptado con firmeza las renovables, y está muy vinculada al proyecto europeo en general. Europa y España han sido realmente un ejemplo para el mundo.. P. Durante el apagón en España, el debate político se centró en las renovables. Algunos cuestionaron su fiabilidad.. R. Todos estamos aprendiendo cómo integrar las renovables a la red. Su gran reto es la intermitencia: el sol y el viento no siempre están disponibles, por lo que necesitan respaldo fiable y barato. Como economista, no sé qué tecnología ganará, pero sí debemos hacer dos cosas: poner un precio al carbono e invertir en innovación temprana, incluso sin saber qué resultados traerá.