Una de las vivencias de inversión más emocionantes que rememora Álex Pedrosa (de San Sebastián, 41 años) tiene un toque de temática espacial. «Fue la que más emoción me aportó… hasta que tuve una caída», relata el donostiarra, uno de los participantes del nuevo proyecto de ING Inversión libre de mitos. La nave de la empresa aeroespacial estadounidense en la que Pedrosa había invertido su dinero fue la que realmente se estrelló tras su primer intento de aterrizar en la luna. La meta era posicionar satélites en la órbita lunar para ayudar en futuras exploraciones. «Era un proyecto que estaba recibiendo una gran cantidad de inversiones, contaba con el apoyo de la NASA, y en cierto momento logré triplicar mis ganancias,» comenta. No obstante, Pedrosa no decidió vender sus acciones a tiempo. «La avaricia me dominó», y aunque no sufrió una pérdida, tampoco se llevó todo lo que podría haber conquistado. Continuar leyendo.
Invertir puede provocar una amplia gama de emociones, desde la codicia hasta el temor. Sin embargo, la clave para el éxito radica precisamente en la gestión de las emociones, como lo evidencian los ejemplos de estos inversionistas.
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Invertir puede provocar una amplia gama de emociones, desde la codicia hasta el temor. Sin embargo, la clave del éxito radica precisamente en el manejo de las emociones, como evidencian los ejemplos de estos inversores. «Invertir durante períodos de incertidumbre». «Inversión sin prejuicios». «Inversión sin mitos» Una de las vivencias de inversión más emocionantes que rememora Álex Pedrosa (de San Sebastián, 41 años) tiene un toque de temática espacial. «Fue la que más emoción me aportó… hasta que tuve una caída», relata el donostiarra, uno de los participantes del nuevo proyecto de ING Inversión libre de mitos. La nave de la empresa aeroespacial estadounidense en la que Pedrosa había invertido su dinero fue la que realmente se estrelló tras su primer intento de aterrizar en la luna.