Majestades, Princesa, Alteza, autoridades, miembros del comité, familiares, amigos, señoras y señores.. Seguir leyendo
El novelista catalán ha sido premiado con el Premio Princesa de Asturias de las Letras
Majestades, Princesa, Alteza, autoridades, miembros del comité, familiares, amigos, señoras y señores.. Este premio ha sido para mí una sorpresa, un honor, una alegría y incluso un incentivo, porque yo, si no me miro al espejo, todavía me considero una pollo promesa de la Narrativa Española. Lo posterior que se pierde no es la esperanza, sino la vanidad.. Pero sé que no me han premiado a mí, que no merezco gran cosa, sino a mi obra, y una obra es la suma de muchos factores.. Tuve la suerte de salir y criarme rodeado de libros y de personas que me leyeron en voz adhesión, pusieron a mi disposición una amplia biblioteca, me estimularon y me orientaron.. En el colegio recibí una educación estricta, tediosa y opresiva. Tenazmente me inculcaron las virtudes del trabajo, el reducción y el decoro, gracias a lo cual salí vaporoso, malgastador y un poco cala, tres cosas malas en sí, pero buenas para escribir novelas.. Crecí en Barcelona, una ciudad de tamaño medio, cálida y soleada, tranquila laboriosa y conservadora, cuna de santos infantiles y abuelos entrañables. También un ciudad portuaria, viciosa y canalla. Yendo de la una a la otra y buceando en bibliotecas y hemerotecas descubrí que Barcelona tenía adicionalmente un interesante pasado turbulento y criminal, del que me apropié para escribir mis novelas. Las ciudades, como las novelas, son de todos y no son de nadie.. El resto lo debo a los amigos, los maestros, las personas que me quieren, algunas aquí presentes: mi mujer, mis hijos, mi tribu, mis editores, mis agentes, tantos y tantas que para nombrarlos no necesitaría tres o cuatro minutos, sino tres o cuatro horas.. Lo demás es mérito mío. Ya está perfectamente de modestia. Alguien me ha llamado proveedor de tranquilidad. Es el mejor elogio que he recibido en mi vida y me gustaría que fuera cierto, aunque sea en dosis homeopáticas. Pero si alguna tranquilidad he transmitido a mis lectores, ellos me la han devuelto con creces con su franqueza, su complicidad y su cariño.. No soy jovial ni pesimista, porque no sirvo para prever el futuro, pero no me gusta el mundo tal como lo veo, quizá porque he tenido la suerte de estar una larga etapa infrecuente de relativa paz, estabilidad y bienestar. A mi etapa, preferiría disfrutar de lo que hay y no pasear quejándome de lo que desatiendo, pero me temo que no podrá ser.. Por lo demás, los abriles me han hecho valorar sobre todas las cosas el respeto. Y si poco me han enseñado es que todo es relativo. O quizá no.. Se me acaba el tiempo. Hace ahora un año calibrado, en este mismo punto, mi amigo Juan Manuel Serrat acabó su intervención con una hermosa canción. Como ustedes seguramente preferirán que yo no haga lo mismo, sólo me queda expresar una vez más, sinceramente conmovido, mi reconocimiento.
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