«No corremos hacia la muerte, huimos de la catástrofe del nacimiento». Aunque resulte recurrente y hasta punible (más incluso que citar a Oscar Wilde) es prácticamente imposible no dar con una frase de Cioran que funcione en el arranque de un texto. Da igual el texto. Da igual la cita. En este caso, la sentencia del pensador rumano más que para enmarcar o ilustrar la última película de los Dardenne que ha tenido a bien desfilar por la Croisette (es la novena que presentan en Cannes los dos veces ganadores de la Palma de Oro) sirve para colocar al lado su negativo, la imagen exactamente opuesta. Bien se puede decir que Recién nacidas (Young Mothers), así se titula en castellano, es una de las más entusiastas, optimistas o simplemente felices de las cintas de los hermanos belgas en mucho tiempo. Quizá nunca se atrevieron a ser tan atinadamente anticioranianos, tan tiernos, tan cercanos y, apurando, tan musicales incluso. Y eso, dada la mala prensa que padece el optimismo, es toda una temeridad. Definitivamente, la idea no es huir de nada, sino correr hacia el acontecimiento (que no por fuerza desgaracia) del único misterio sin explicación posible: el de haber nacido en general y el de haber nacido en Bélgica muy en particular.. Seguir leyendo
Los hermanos belgas regresan al tono de sus más brillantes trabajos en una historia mínima explicada con una precisión y un cariño desproporcionados
«No corremos hacia la muerte, huimos de la catástrofe del nacimiento». Aunque resulte recurrente y hasta punible (más incluso que citar a Oscar Wilde) es prácticamente imposible no dar con una frase de Cioran que funcione en el arranque de un texto. Da igual el texto. Da igual la cita. En este caso, la sentencia del pensador rumano más que para enmarcar o ilustrar la última película de los Dardenne que ha tenido a bien desfilar por la Croisette (es la novena que presentan en Cannes los dos veces ganadores de la Palma de Oro) sirve para colocar al lado su negativo, la imagen exactamente opuesta. Bien se puede decir que Recién nacidas (Young Mothers), así se titula en castellano, es una de las más entusiastas, optimistas o simplemente felices de las cintas de los hermanos belgas en mucho tiempo. Quizá nunca se atrevieron a ser tan atinadamente anticioranianos, tan tiernos, tan cercanos y, apurando, tan musicales incluso. Y eso, dada la mala prensa que padece el optimismo, es toda una temeridad. Definitivamente, la idea no es huir de nada, sino correr hacia el acontecimiento (que no por fuerza desgaracia) del único misterio sin explicación posible: el de haber nacido en general y el de haber nacido en Bélgica muy en particular.. La película da voz a cuatro adolescentes que, además, son madres. Pensemos en La maternal, de Pilar Palomero. Se trata de Jessica, Perla, Ariane y Julie. Todas ellas viven en un albergue y todas ellas, de un modo u otro, sufren las consecuencias de ser, para atenernos a lo evidente, demasiado jóvenes y demasiado pobres. Una combinación cada vez más letal. Una aspira a formar una familia a imagen y semejanza de la de su hermana con el que es el padre de la criatura. El chaval, pues eso es, acaba de salir del reformatorio y no parece muy sensato contar con él. La segunda, tras darse cuenta de lo que nunca habría querido darse cuenta (no tiene ni medios ni soportes familiares que le ayudem), decide dar a su bebé en adopción. La tercera pelea por librarse de su adicción a la vez que se afana junto a su pareja en recitar los principios sagrados y, dada la situación, completamente ajenos de la normalidad. Y la cuarta busca a su madre biológica por aquello de no reproducir en su hija lo que ella vivió desde el nacimiento. Hay una quinta, pero es, de entrada, feliz. No cuenta pues. Se llama Naïma.. La película comparte con la coherencia, rigor y estilo de toda la filmografía de los Dardenne su facilidad para caminar al lado de los personajes, sin espiarlos, sin convertir al espectador en mirón, lejos de cualquier lección moral y, por ello, amoral. La cámara, siempre a la altura de los ojos, es testigo, pero también es ella misma la que construye el relato, la que le da sentido, la que dota a la narración de verdadero peso, ahora sí, moral. Sin embargo, y en buena medida al contrario que en producciones recientes como Tori y Lokita, El joven Ahmed o La chica desconocida (por citar las tres anteriores de forma rigurosa), la idea no es tanto desnudar hasta los huesos y sus últimas consecuencias, siempre funestas, asuntos que también son dramas como la inmigración, el paro o la integración de los inmigrantes en paro. Es decir, por resumirlo mucho, los asuntos del capitalismo libertario y molón que nos hemos dado. Ahora, el camino es hacia la luz, catastrófica luz quizá, pero luz al fin.. Las cuatro historias se entrecruzan buscándose entre sí. La posibilidad de la tragedia sigue ahí, pero el enemigo (es decir, el héroe que nos ha de librar de ella), es, esta vez, poderoso. Decía otra vez Cioran que la tristeza es un apetito que ninguna desgracia satisface. Pero también es cierto que la alegría es una pasión que nos hace pasar a una mayor perfección (esto otro es de Spinoza). Así las cosas, Recién nacidas (Young Mothers) se las arregla para invitarnos una carrera hacia el incompresible misterio de estar vivo y, ya se ha dicho, en Bélgica, que tiene más mérito. Bien es cierto, por señalarlo todo, que la cinta funciona con lo mínimo y, en si vocación de desnudarse de artificios, por momentos se antoja completamente desangrada, inactiva dramáticamente.. Sea como sea, el glorioso final al piano todo lo justifica. Los Dardenne, definitivamente, no se cansan de ser los Dardenne y de sorprendernos.
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