La transición se puede escribir con la t mayúscula o en caja baja. La versalita (la T) está ahí para dar lustre, para señalar lo único, para no confundir un periodo histórico de relumbrón con la temporada de rebajas. En general toda la literatura de nuestra transición se ha escrito con honores mayúsculos que también es una reverencia desmesurada. Y eso vale tanto para los discursos legitimadores que vinieron justo después como para las críticas desaforadas que lelgaron mucho después. La desmedida es, en general, nuestra forma natural de medir las cosas. Por todo ello, sorprende tanto ‘Solos en la noche’. Se trata de una relato de la transición (o Transición, que tanto da), pero desde la precisión de un anhelo apetecible, de una nostalgia que no abrasa, de una tragedia que da la risa. Es comedia, pero muy atenta al miedo.. Seguir leyendo
Guillermo Rojas convierte los primeros pasos de la democracia en España en un espacio de nostalgia y ligera amargura sin dramatismos ni falsos héroes
La transición se puede escribir con la t mayúscula o en caja baja. La versalita (la T) está ahí para dar lustre, para señalar lo único, para no confundir un periodo histórico de relumbrón con la temporada de rebajas. En general toda la literatura de nuestra transición se ha escrito con honores mayúsculos que también es una reverencia desmesurada. Y eso vale tanto para los discursos legitimadores que vinieron justo después como para las críticas desaforadas que lelgaron mucho después. La desmedida es, en general, nuestra forma natural de medir las cosas. Por todo ello, sorprende tanto ‘Solos en la noche’. Se trata de una relato de la transición (o Transición, que tanto da), pero desde la precisión de un anhelo apetecible, de una nostalgia que no abrasa, de una tragedia que da la risa. Es comedia, pero muy atenta al miedo.. Guillermo Rojas, que ya se había descubierto con un relato medido de la melancolía sin aspavientos en ‘Una vez más’, ensaya ahora un viaje en el tiempo. Estamos en la noche del 23 de febrero de 1981. Algo así como la noche de todas las noches. Un grupo de abogados laboralistas escucha en la radio (aquella noche se escuchó y vivió en la radio) el ruido, que también es angustia, de un golpe de Estado. De repente, la propia posibilidad de amanecer se quiebra. Y con ella, todo lo demás.. Con estos elementos, a su manera tan comunes y repetidos, Rojas construye una comedia sentimental donde la política adquiere la textura de lo personal. Sí, lo personal es político, que decía Carol Hanisch, pero ahora más. Las dudas de una democracia, que en verdad es antes un tiempo nuevo y contrario al anterior, se mezclan con las contradicciones personales de cada uno de los protagonistas. Todo lo soñado se desvanece a la vez que, ante la posibilidad de perderlo de golpe (nunca mejor dicho), adquiere realidad y presencia.. El resultado, pese a las imprecisiones y dudas, es una comedia cuya mayor virtud es el tono, el estilo, la forma. Eso o simplemente la redacción. Contra la manía de las mayúsculas, siempre tan pedestres y ofensivas, ‘Solos en la noche’ se antoja un delicado y ‘garciniano’ (por Garci) relato histórico perfectamente escrito en minúsculas. Es comedia, sí, pero tan atenta a un miedo tan lejano y nuestro a la vez que se diría ‘tramedia’, la gran ‘tramedia’ de la transición, las dos con la t minúscula.. —. Dirección: Guillermo Rojas. Intérpretes: Pablo Gómez-Pando, Andrea Carballo, Alfonso Sánchez, Félix Gómez, Paula Usero. Duración: 88 minutos. Nacionalidad: España.
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