Oriol Pla huele a doble nominado en los próximos premios Feroz. Como mejor actor de reparto en una película por la extraordinaria Salve María de Mar Coll, y como protagonista de una serie por Yo, adicto. Su transformación en Javier Giner en la serie de Disney+ es impresionante, pero mucho más arriesgada es su interpretación. Y es que, para que el invento funcione, Pla debe cargar con él a sus espaldas. Lo hace, vaya si lo hace, a las órdenes del Javier Giner real, cocreador (junto con Aitor Gabilondo) y codirector (junto con Elena Trapé). Presión es eso.. Seguir leyendo
Oriol Pla se transforma en Javier Giner, creador de la serie, para relatar sus problemas con las drogas y su posterior recuperación
Oriol Pla huele a doble nominado en los próximos premios Feroz. Como mejor actor de reparto en una película por la extraordinaria Salve María de Mar Coll, y como protagonista de una serie por Yo, adicto. Su transformación en Javier Giner en la serie de Disney+ es impresionante, pero mucho más arriesgada es su interpretación. Y es que, para que el invento funcione, Pla debe cargar con él a sus espaldas. Lo hace, vaya si lo hace, a las órdenes del Javier Giner real, cocreador (junto con Aitor Gabilondo) y codirector (junto con Elena Trapé). Presión es eso.. Yo, adicto lleva a la pantalla el exitoso libro autobiográfico de Giner. Una historia de bajada a los infiernos de la adicción y recuperación (o intento de, no destripemos la trama) en un centro de rehabilitación. Seis episodios que se pueden ver seguidos pero que quizá no deban verse seguidos. Puede que, como también ocurre con Los años nuevos, hacer maratón de Yo, adicto sea demasiado. Perdón por el chiste de mal gusto: puede que eso termine en sobredosis. O puede que no. Del tirón la vi yo y no recuerdo la experiencia como un trauma, sino como una catarsis. De eso va Yo, adicto: de la búsqueda de un cambio de rumbo, de su necesidad desesperada y de cómo ese golpe de timón muchas veces requiere de profesionales. Uno puede salir del infierno por sus propios medios (hay quien lo hace y tiene toda mi admiración) pero, como decían en La bola de cristal, a lo mejor solo no puedes. Javier Giner no pudo y lo contó en un libro. Ahora ese libro es una serie. Una muy buena.. Yo, adicto se hizo con dos premios en el último Serielizados Fest de Barcelona: el de mejor serie y el premio del público. Es el segundo el que mejor define qué tipo de serie es: una que interpela directamente al espectador. Tú podrías ser Javier.. Con frecuencia, el mecanismo de identificación con el protagonista de una ficción descarrila. Una serie que descaradamente busque ese gancho puede caer en la autoindulgencia o la pornografía emocional. Lo primero le envía al espectador el mensaje de que él, como el personaje ficticio en el que se mira, es una víctima, un pobrecillo, un inocente; lo segundo propone dramas estrafalarios que disfrutamos porque en todo momento se nos subraya que son ficción. Yo, adicto sería un desastre si hiciera la primera cosa y un engendro exhibicionista si optara por la otra. No es el caso.. Javier Giner y Aitor Gabilondo ponen la directa desde el primer episodio (esa voz en off tan invasiva) y ni juegan al despiste ni manipulan al espectador. Es normal sentir cierta repulsión. Un consejo: acepten esa primera impresión y continúen. Yo, adicto es también el viaje del espectador desde la irritación hasta el entendimiento, pasando por la catarsis. No es un viaje agradable, no se encariñen de todos los personajes, no crean en los finales felices, no olviden que lo que están viendo ocurrió. Está ocurriendo.. Que Oriol Pla se mimetice con una persona real (y viva, y muy visible) en el fondo es una anécdota divertida. Lo importante es cómo Pla se entrega a su serie. No es el único: los trabajos de Marina Salas o Nora Navas son extraordinarios. También las presencias, limitadas en tiempo pero no en intensidad, de Victoria Luengo, Omar Ayuso, Itziar Lazcano y Ramón Barea. Ayuso sacrifica su estrellato, literal y metafóricamente, en una minitrama kamikaze. Y de Lazcano y Barea (y Oriol Pla, siempre Oriol Pla) es la escena más volcánica de Yo, adicto. En ese momento la serie va a matar. Se lo juega todo. Y gana.
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