Un día cerca de Halloween, mi sobrina prepúber me dice que se va a disfrazar del Joker. Hasta ahí, todo bien. Cuando describo el corsé y el tutú (creo que también había una glosa de por medio, pero lo he suprimido), surge mi confusión. Atando los corsés a mi sobrina y sus amigas, les hablo entre sollozos de Gloria Steinem. Siempre podría ser peor, en mi opinión. Indiana Jones lleva un látigo. . Seguir leyendo
El fenómeno cultural de las chicas disfrazadas de zorra para Halloween traspasa generaciones, pero ¿qué hay detrás? ¿Son las chicas víctimas, rebeldes o todo a la vez, como el gato de Schrödinger? ¿Sería el gato de Schrödinger un buen disfraz?
Un día cerca de Halloween, mi sobrina prepúber me dice que se va a disfrazar del Joker. Hasta ahí, todo bien. Mi confusión surge cuando empiezo a describir el corsé y el tutú (creo que también había un brillo de por medio, pero lo he reprimido). Atando los corsés a mi sobrina y a sus amigas, les hablo entre sollozos de Gloria Steinem. Siempre podría ser peor, pienso. Indiana Jones lleva un látigo. Hay una gran diferencia entre las chicas de mi generación y las de hoy. Las millennials solían llevar vestidos de comunión con cercos de sudor de las primas que antes lo usaban. Nuestras madres nos cortaban la raja en el baño. Las niñas de hoy se presentan con su año de nacimiento como si fueran James Bond («I am 08»). Ven Euforia y no traumatizar. Ven Euforia y asiente. Han visto más fosas que flautas, y han visto más fosas que flautas. Sin embargo, el fenómeno de los disfraces de Halloween es algo que une a las mujeres a través de muchas generaciones. Yo le tengo apego desde que fui a mi primera fiesta de Halloween en 2001 y todos iban de gato (yo iba de carcelera muda, incluido el grillete y la bola de plástico que tuve que arrastrar toda la velada por la alfombra de casa de mi amiga). Estos disfraces, de hecho, representan algo propiamente terrorífico: el espacio liminal entre una niña y una mujer, ese sobre el que cantaba Britney (y en el que emocionalmente parece haber estado preso, pero de esto hablaremos otro día porque hay mucho que rascar, por Dios, como para que alguien le quite los cuchillos). Un espacio encarnado por una joven en edad fértil hipersexualizada, pero vestida conceptualmente tan ridícula como una avispa, que te obliga a recordar que es una niña. Es tentador pensar que son vagas, estas chicas, sometiéndose a la tradición patriarcal del disfraz pornográfico, pero la concentración y la originalidad necesarias para transformar algo totalmente inofensivo (una Dalmata, una arqueóloga o, ya puestos, un tejado, la Constitución, la vacuna de Pfizer) en algo sexy me hacen dudar. Las chicas no están siendo menos originales. ¿Por qué, si no, no se disfrazan de Harley Quinn, ya bastante explícita, sino del Joker, apropiándose así de un personaje masculino temido y admirado por los hombres? ¿Son estas chicas más listas de lo que creemos? ¿Es el disfraz de zorra una herramienta del neofeminismo? Después de escribir todo esto, confieso que voy a caer. Quizá no haya tanto análisis posible. Son Joker bitch, amigos. Es lo que hay.
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