Una fila de autobuses amarillos de transporte escolar, idénticos a los que salen en las películas norteamericanas, aguarda en la entrada del New York City Center, uno de los primeros centros de artes escénicas de Manhattan. En la función de la mañana hay flamenco: el espectáculo Alter ego, de dos grandes figuras de la danza: Patricia Guerrero (Granada, 1990) y Alfonso Losa (Madrid, 1980). El montaje acumula galardones en España, como los Premios del Público y la Crítica en el Festival de Jerez. Pero nunca se ha mostrado ante un público formado exclusivamente por niños.. Seguir leyendo
Alumnos de colegios públicos jalean el espectáculo ‘Alter ego’ en el Flamenco Festival de Nueva York
Una fila de autobuses amarillos de transporte escolar, idénticos a los que salen en las películas norteamericanas, aguarda en la entrada del New York City Center, uno de los primeros centros de artes escénicas de Manhattan. En la función de la mañana hay flamenco: el espectáculo Alter ego, de dos grandes figuras de la danza: Patricia Guerrero (Granada, 1990) y Alfonso Losa (Madrid, 1980). El montaje acumula galardones en España, como los Premios del Público y la Crítica en el Festival de Jerez. Pero nunca se ha mostrado ante un público formado exclusivamente por niños.. Este espectáculo, con función para niños y también para adultos, se incluye en la programación de la vigesimocuarta edición del Flamenco Festival de Nueva York, que creó y dirige Miguel Marín y se está celebrando desde el 5 hasta el 15 de marzo. También se están viendo en los escenarios neoyorquinos los montajes de Eva Yerbabuena y Manuel Liñán, además de los conciertos de Kiki Morente y Marina Heredia, entre otros. Y casi todos los espectáculos han colgado el cartel de «no hay billetes».. Casi un millar de chavales de entre 8 y 12 años de colegios públicos van tomando asiento en el New York City Center. Sus autobuses los han traído desde los cinco distritos de la ciudad: el Bronx, Brooklyn, Queens, Staten Island y Manhattan. El patio de butacas del teatro parece una pequeña ONU: niños blancos, negros, hispanos, mulatos, asiáticos… Reina el nerviosismo. Se apagan las luces y se hace un silencio sepulcral. En el escenario, Alfonso Losa y Patricia Guerrero aparecen estáticos y casi entre penumbras. Se vislumbran los músicos y cantaores, sentados en sillas. El silencio se alarga. Y perdura entre los artistas y el público. Nadie tose. Nadie habla. Nadie se mueve. Hasta que se escucha el primer toque de guitarra y los niños lanzan un enorme «ohhhh».. Un autobús escolar, en la puerta del teatro el día de la función con los niños.Matthew KarasFlamenco Festival de Nueva York. Comienza el espectáculo y los «olés» y «ahhhh» de los chavales se repiten con frecuencia durante la actuación. Patricia Guerrero se entrega al baile, pero no puede reprimir alguna sonrisilla cada vez que escucha a los niños. Se alternan el griterío de entusiasmo con respetuosos silencios, cuando el ritmo de lo que está ocurriendo en el escenario así lo requiere. Antes de la función, la coreógrafa y bailaora, que es también la directora del Ballet Flamenco de Andalucía desde 2023, ya sabía que iba a ser así.. «Sí, se han vuelto locos con Alter ego», explica a EL MUNDO. Y recuerda la primera experiencia con niños que ella tuvo también en Nueva York, en el City Center, hace justo doce años, cuando actuó como solista del Ballet Flamenco de Andalucía que ahora dirige y lo hizo ante un teatro repleto de más de 2.000 chavales «chillando», pero de forma «respetuosa».. En aquella ocasión, «nada más salir al escenario, bailando por seguiriyas, empezaron a chillar», evoca Patricia Guerrero, que confiesa que vivir algo así es «muy emocionante» porque los niños «no tienen filtro y, si les gusta, aplauden y gritan ole sin parar» y eso motiva a los artistas que están en el escenario. A la bailaora, la experiencia que vivió hace doce años la dejó «marcada» porque se dio cuenta de la «potencia» que tiene el flamenco y «cómo mueve por dentro a los niños».. En cambio, para Alfonso Losa, ha sido su primera vez ante un auditorio compuesto exclusivamente por niños y ha salido maravillado. «Los niños reaccionan ante el arte y ante todo de una manera muy natural, sin prejuzgar». Ante los «olés» de los niños neoyorquinos en uno de los templos de las artes escénicas, tanto Losa como Guerrero sienten una envidia sana. Porque en España no se hace nada así.. «Ojalá se hiciera esto en España y los niños pudieran conocer el flamenco en un gran teatro. Porque los niños españoles no saben lo que es este arte», lamenta Patricia Guerrero. Es cierto que hay algunas iniciativas para llevar lo jondo a los chavales, pero se hace en «salas pequeñitas y van solo dos colegios», explica. «Imagínate que esto se hiciera en el Teatro Real, con niños y flamenco. ¡Sería una barbaridad!», plantea entusiasmada. En Nueva York, además de acudir al teatro a ver flamenco, los niños también reciben clases en sus colegios que imparten expertos en el arte jondo. Las imparten antes del espectáculo y después.. Desde el curso pasado, en los centros escolares de Primaria y Secundaria de Andalucía hay una asignatura optativa de flamenco, pero no tiene el «mismo impacto que vayamos y expliquemos en los colegios a que los niños lo vean en el teatro». En cualquier caso, la coreógrafa ve un avance que se haya implantado esta asignatura y así haya una explicación, aunque sea mínima, y una iniciación a este arte que «deberíamos fomentar», apostilla.. Precisamente desde el Ballet Flamenco de Andalucía, Patricia Guerrero invita a colegios y conservatorios a que vayan a ver los montajes que hacen. «Nosotros siempre tenemos las puertas abiertas para que vengan, pero es cierto que si se hiciera con un teatro sería mucho mejor».. No sólo disfrutaron de Alter ego los mil alumnos neoyorquinos. Ya por la noche, también retumbaron en el teatro los aplausos y los «olés» del público más veterano. «Este espectáculo ha vuelto loco, literalmente, al público neoyorquino porque es muy visceral y muy de verdad; conecta muchísimo con el público», remarca Patricia Guerrero. En el escenario, hay una gran química entre los bailaores. Y en el patio de butacas, fluye la energía. Para pequeños y mayores.
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