Pocos temas en el ámbito de las políticas públicas generan tanto acuerdo como la necesidad imperante de convertir una parte del ahorro privado en Europa en inversión productiva. Un acuerdo que contrasta paradójicamente con la notable lentitud de su aplicación. Siga leyendo.
Los informes de Letta y Draghi sirvieron de catalizadores para reconocer la urgente necesidad, pero no han sido suficientes para impulsar las reformas necesarias.
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Pocos desacuerdos en el ámbito de las políticas públicas conducen tanto a un acuerdo como a la necesidad imperante de convertir una parte del ahorro privado en inversión productiva. Un acuerdo que paradójicamente contrasta con la enorme lentitud con la que se avanza hacia su aplicación. ¿Hasta qué punto es grave el problema? Por qué seguimos limitados en el uso ineficiente del enorme ahorro, que es uno de los principales impedimentos para aumentar la competitividad en Europa? En España y en Europa, hace tiempo que está clara la necesidad de una gestión eficaz de los inventarios y de potenciar el ahorro. La globalización, la baja demografía, la falta de integración y el retraso en innovación nos han situado en una posición desfavorable frente a Estados Unidos y China. Para recuperar este menor dinamismo se necesitan grandes inversiones que sólo pueden obtenerse del abundante, aunque ineficiente, ahorro privado en Europa. Es un problema persistente en toda Europa, siendo grave en España y más moderado en países como Suecia, que han sabido motivar a los ahorradores para que se conviertan en inversores. El informe de Draghi provoca una decepción general.
