¿Y si a Trump de verdad lo que le preocupa es el nivel al que cotiza el bono de EE UU a 10 años? La aparente indiferencia con el que presidente de Estados Unidos está aceptando la caída de la Bolsa del país, que tanto aplaudió en noviembre su llegada a la Casa Blanca, podría sugerir que el verdadero termómetro en el que está dispuesto a medir el éxito de sus políticas no es el S&P 500, sino el tipo de interés de los bonos. “El índice S&P 500 podría dejar de ser el indicador de rendimiento favorito del presidente Trump, pasando a serlo el nivel del rendimiento de los bonos del Tesoro de Estados Unidos a 10 años, al menos en el corto plazo”, afirma Yves Bonzon, director de inversiones de Julius Baer.. Seguir leyendo
El coste de financiación ha descendido con fuerza este año y los bonos sirven de refugio al inversor, aunque el temor a la recesión está ampliando los diferenciales en los mercados de deuda
Feed MRSS-S Noticias
¿Y si a Trump de verdad lo que le preocupa es el nivel al que cotiza el bono de EE UU a 10 años? La aparente indiferencia con el que presidente de Estados Unidos está aceptando la caída de la Bolsa del país, que tanto aplaudió en noviembre su llegada a la Casa Blanca, podría sugerir que el verdadero termómetro en el que está dispuesto a medir el éxito de sus políticas no es el S&P 500, sino el tipo de interés de los bonos. “El índice S&P 500 podría dejar de ser el indicador de rendimiento favorito del presidente Trump, pasando a serlo el nivel del rendimiento de los bonos del Tesoro de Estados Unidos a 10 años, al menos en el corto plazo”, afirma Yves Bonzon, director de inversiones de Julius Baer.. El interés de los bonos marca el coste de financiación de empresas y hogares, el precio que los estadounidenses pagan por sus hipotecas, y se ha reducido de forma notable en lo que va de año sin que hayan hecho falta nuevos recortes de tipos por parte de la Reserva Federal, que aguarda con máxima cautela antes de dar un paso en falso. El rendimiento del bono a 10 años ha descendido desde el 4,8% que rozó a principios de año al 4,3% actual, mientras que del bono a 30 años retrocede desde el casi 5% que alcanzó en enero al 4,66%.. Hasta esta semana, el mercado ha estado soplando a favor del abaratamiento del coste de financiación de EE UU. Los rendimientos habían subido con fuerza tras la elección de Trump el pasado año ante la perspectiva de un mandato de más crecimiento y también de más inflación (a causa de las barreras arancelarias), un escenario que retrasaría los recortes de tipos de la Fed. Ese alza de rentabilidades, hasta rozar ese fatídico 5% capaz (en teoría) de desatar una tormenta en los mercados, amenazaba con sacar a escena a los bond vigilantes, los justicieros de los bonos dispuestos a apretar el botón de las ventas si el presidente de EE UU descuidaba el déficit público y se pasaba de la raya con políticas inflacionistas. Pero los caminos de las finanzas nunca están predeterminados.. Las atractivas rentabilidades de la deuda soberana de EE UU han atraído, a medida que la volatilidad y el desconcierto se iban apoderando de Wall Street, flujos de inversión desde la Bolsa, elevado los precios de los bonos y desinflando sus tipos de interés: se ha reactivado la condición de la deuda estadounidense como activo refugio. El dinero ha buscado el resguardo de la deuda de la mayor economía del mundo y si los índices bursátiles de EE UU arrojan un inesperado balance de pérdidas en el año, los bonos del Tesoro de EE UU dejan ganancias del 5% solo en los dos primeros meses del año.. La deuda soberana de EE UU ya es definitivamente más rentables que el S&P 500. Pero las declaraciones de Trump asumiendo que la economía del país puede entrar en un “período de transición”, sugiriendo de este modo el riesgo de recesión, han sembrado el caos en la Bolsa y dejado también su huella de inquietud en los bonos. El interés del treasury ha subido desde el mínimo anual del 4,1% marcado la semana pasada al 4,3% y el del bono a 30 años ha aumentado en 10 puntos básicos en la última semana.. Los nervios se están trasladando a la deuda corporativa: Goldman Sachs ha revisado al alza esta semana de forma contundente los diferenciales sobre los bonos de empresas de EE UU. En concreto, para los bonos de grado de inversión ha movido su previsión de spread de los 83 a los 110 puntos básicos. Y para la high yield, que ya cotiza ahora con una prima de 316 puntos básicos, de los 290 a los 380 puntos básicos. Los bonos de alto rendimiento son de hecho un buen indicador para medir el nivel de estrés del mercado y la prima que se les exige ahora en EE UU está al nivel más alto en los últimos seis meses.. En definitiva, a mayor riesgo, el mercado va a exigir más rentabilidad, mientras EE UU sigue desafiando a los inversores con unas políticas económicas que también pueden poner a prueba a los bonos del Tesoro. En deuda soberana, el margen de maniobra de Trump es limitado, puesto que la economía soporta un elevado déficit y unos exigentes vencimientos de deuda en el corto plazo. S&P calcula que el país elevará su endeudamiento este año con la emisión deuda por la cuantía de 4,9 billones de dólares (4,64 billones de euros), 200.000 millones de dólares más que lo lanzado en 2024. Un ambicioso volumen que se explica en buena parte por el elevado peso de las emisiones a corto plazo sobre el total, que superan el 20% desde 2023, diez puntos porcentuales en comparación con hace diez años. De hecho, gran parte de la expansión fiscal de la administración Biden se sostuvo con la emisión de letras. Además, el cacareado plan de ahorro del gasto que lidera Elon Musk no estaría de momento cosechando importantes logros. El gasto federal alcanzó en febrero un nuevo récord en los 603.000 millones de dólares y creció en 40.000 millones respecto al mismo mes del año anterior, según los datos anunciados por el Tesoro estadounidense este miércoles. El departamento de eficiencia gubernamental (DOGE por sus siglas en inglés) que lidera Musk asegura, en cambio, que ya ha logrado ahorros por 100.000 millones de dólares.. “A diferencia del primer mandato de Trump, en el que se hizo mucho hincapié en apoyar al mercado bursátil, esta vez la Administración parece estar prestando más atención a presionar a la baja los rendimientos. Ya sea a través de la expansión de las actividades de prospección petrolíferas y la bajada de los precios del petróleo, o recortando el gasto público y reduciendo el déficit, está claro que Trump aspira a bajar los rendimientos”, explica Marcus Jennings, estratega de renta fija de Schroders.. Aunque el objetivo último de la caótica política desplegada por Trump en sus primeros días de mandato sea el control del déficit y permitir la desaceleración económica para “desenganchar” a la economía del gasto público, como ha declarado el secretario del Tesoro Scott Bessent, economistas y gestores no ocultan tampoco su perplejidad y desconfianza por los métodos empleados. “Estas políticas proteccionistas no alumbrarán de ninguna manera la prosperidad económica deseada por EE UU. Los aranceles del 25 % sobre el acero y el aluminio encarecerán los costes de la industria estadounidense, algo que no beneficia a nadie. De hecho, lo que está aumentando al otro lado del Atlántico es el riesgo de recesión”, defiende Sebastian Paris Horvitz, director de análisis de la gestora francesa la Financiére de l’Échiquier. “Trump parece estar tocando todos los mandos del avión a la vez como si fuera a estrellarlo, no tiene sentido. Y lograr una recesión controlada no es nada sencillo”, añade David Ardura, codirector de inversiones de Finaccess Value. El gestor afirma que prefiere la deuda soberana europea a la estadounidense, a la vista de que el diferencial de rentabilidad se ha reducido bastante y de que el tipo de cambio del euro frente al dólar también ha caído preso de la volatilidad.