Lady Gaga presenta Mayhem, su séptimo álbum de estudio y que regresa a sus raíces más pop y freak con sencillos como Die with a smile, junto a Bruno Mars, o Abracadabra, LoveDrug o The Beast, seguros hits en las pistas este verano.. Seguir leyendo
La cantante estadounidense define su nuevo álbum, el séptimo de estudio, como la unión entre su «yo» artista y su lado real
Y, sin previo aviso, el mundo ha vuelto a 2008. Al menos, el de Lady Gaga. Porque el pop gótico con el que la cantante californiana irrumpió, casi como una premoción, cuando la crisis económica empezaba a llevarse por delante el mundo que conocíamos, está de vuelta. Si se mira en sentido lineal, tras cuatro álbumes de estudio alejada de ese sonido, Mayhem no es más -ni menos- que la continuación natural de The Fame y Born This Way. El regreso a los inicios, su pulsión oscura desbocada, el caos corriendo libre.. Aunque también hay algunos matices. La estética y los sonidos inquietantes de aquella veinteañera que molestaba a las asociaciones religiosas estadounidenses han vuelto a aparecer -es difícil no ver en el videoclip de Abracadabra reminiscencias de lo que fueron Poker Face o Alejandro- pero los años han pasado y todo está mucho más ordenado y tiene un sonido más refinado. Como pasado por el tamiz de los años y aún así sin perder una gota de potencia. Como si esa mano oscura siguiera agarrándole del pecho y llevándole a lo más profundo del abismo de Gaga.. «El álbum comenzó cuando enfrenté mi miedo de volver a la música pop que amaban mis primeros fans», explicaba la propia artista en un comunicado al publicar su disco. Y, por eso, Disease es la primera pista de un álbum que quiere ser eso, la primera Lady Gaga. «Puedo oler tu enfermedad, puedo curarte. Puedo curar tu enfermedad», canta en el tema donde más marcado es ese sonido a pop gótico.. Y de ahí a la más disparatada genialidad de Lady Gaga. Abracadabra, adelantado como uno de los singles del disco, es ese tema de baile que podría sonar en mitad de un cementerio y hacer salir a la pista a los muertos. «Baila o muere», dice en su inicio. El espíritu más excéntrico y provocador de la cantante inundándolo todo para dar paso a Garden of Eden, uno de los grandes homenajes a The Fame que hay en el nuevo disco. Ella es la serpiente y todos los demás Adán detrás de ella.. En una entrevista con Rolling Stone, la californiana señala que este álbum le ha permitido integrar el papel de Lady Gaga con su nombre real Stefani Germanotta. Eso es lo que trasluce también en Perfect Celebrity, donde también hace una pequeña elegía a Hollywood. «Te encanta odiarme, soy la celebridad perfecta. Así que arráncame la cara en esta fotografía (Celebridad perfecta). Me haces ganar dinero, te haré reír (Celebridad perfecta)». Y Vanish Into You ahonda también en esa melancolía con el apocalipsis brotando a su alrededor.. Y, de repente, Killah, un tema de funk industrial que está producido por Gesaffelstein, que nunca se había escuchado en la discografía de Lady Gaga y que recuerda más bien al sonido de artistas como Bruno Mars -con cuya colaboración cierra Mayhem-. Si esta fuera una noche de fiesta, este sería el momento de los chupitos que abriría el camino para la resaca de Zombieboy, que es el recuerdo de la cantante al modelo y colaborador en Born This Way, Rick Genest -Zombie Boy era su apodo por sus tatuajes-, fallecido en 2018 tras caer desde el balcón de su apartamento.. En la misma línea se mantiene LoveDrug, en la parte del disco que más recuerda a The Fame, por ritmo y por temática. El dolor del amor y la música para olvidarlo todo. «No quiero sentir, no quiero llorar. Así que voy a bailar hasta que me sienta bien», canta Lady Gaga antes de que suenen los primeros acordes de How Bad Do U Want Me. Que bien podría ser una canción suya como podría serlo de Taylor Swift en su última etapa. Háganla sonar junto a Antihero, déjenla unos segundos y lo entenderán. También pueden probar con Cruel Summer.. Ahora es probable que les suene ese don’t call tonight con el que arranca el inicio del tema homónimo porque es idéntico a aquel don’t call my name que la cantante ya había utilizado para su hit Alejandro allá por 2009. Y si aún avanza más en la canción irá descubriendo que ese recuerdo se mantiene. Si se bailaba Alejandro, lo mismo se puede hacer con Don’t call tonight. Lo mismo se puede aplicar a Shadow of a man con Telephone. Y para completar el trío está The Beast. Si en 2008 Lady Gaga era The Monster, hoy es The Beast.. Para el cierre tiene guardada Lady Gaga la ruptura. Nada queda en las dos últimas canciones del disco de lo que empezó siendo la cantante en Disease, la música de baile ha desaparecido y de entre las sombras brota Blade of Grass, una balada canónica surgida, según la propia Lady Gaga, de la petición de matrimonio que le hizo su marido en el patio trasero de su casa. Tan inquietante como romántica.. Y el final está reservado para el que ha sido el gran hit de Lady Gaga en los últimos tiempos junto a Bruno Mars. Ese Die With a Smile que ha sido la canción más rápida, pese a su lento ritmillo, en llegar a los 2.000 millones de reproducciones en la historia de Spotify. Solo ha necesitado 200 días. De ahí la sonrisa. Porque muerta Lady Gaga no lo está. Aunque quiera hacerlo creer.
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