El riesgo ya no garantiza más rentabilidad. Los retornos de las acciones, los bonos y hasta del crédito están convergiendo hacia el 5%, según un análisis de Pictet Asset Management. Arun Sai, estratega multiactivos de la gestora suiza, advierte de que el riesgo está en dejarse arrastrar por el ruido del corto plazo, azuzado por Donald Trump. “Si reaccionamos al flujo diario de noticias, vamos a entrar y a salir de posiciones sin sentido. Es el peor momento para eso. Es mejor dar un paso atrás y mirar el panorama general”, señaló el analista. La estrategia que se desprende de este diagnóstico pasa por reforzar la exposición a renta fija y el crédito europeo —especialmente de alto rendimiento—, apostar por empresas europeas de mediana capitalización y reducir el peso en Bolsa, sobre todo de la estadounidense. “Se trata de adoptar una visión de largo plazo que permita navegar un entorno en donde los fundamentales vuelvan a importar”, sentenció el analista en un encuentro con medios.. Seguir leyendo
La gestora suiza anticipa que los rendimientos de las distintas categorías de activos convergen hacia el 5%, lo que obliga a repensar la composición de las carteras de inversión
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El riesgo ya no garantiza más rentabilidad. Los retornos de las acciones, los bonos y hasta del crédito están convergiendo hacia el 5%, según un análisis de Pictet Asset Management. Arun Sai, estratega multiactivos de la gestora suiza, advierte del riesgo está en dejarse arrastrar por el ruido del corto plazo, azuzado por Donald Trump. “Si reaccionamos al flujo diario de noticias, vamos a entrar y a salir de posiciones sin sentido. Es el peor momento para eso. Es mejor dar un paso atrás y mirar el panorama general”, señaló el analista. La estrategia que se desprende de este diagnóstico pasa por reforzar la exposición a renta fija y el crédito europeo —especialmente de alto rendimiento—, apostar por empresas europeas de mediana capitalización y reducir el peso en Bolsa, sobre todo la estadounidense. “Se trata de adoptar una visión de largo plazo que permita navegar un entorno en donde los fundamentales vuelvan a importar”, sentenció el analista en un encuentro con medios.. En cuanto a oportunidades concretas, desde la gestora identifican tres sectores con potencial estructural en Europa: tecnología, industria y salud. Las tecnológicas europeas, aunque menos visibles que sus homólogas estadounidenses, “están bien posicionadas para beneficiarse de la digitalización y la inteligencia artificial”. El segmento industrial, por su parte, se verá impulsado por el nuevo ciclo de inversión en infraestructuras y defensa. Y el sector salud, pese a su mal comportamiento reciente, es uno de los grandes beneficiarios del envejecimiento poblacional y del uso avanzado de IA en biotecnología y farmacéuticas. “La intersección entre energía y tecnología es atractiva: la inteligencia artificial necesita enormes cantidades de electricidad, y eso abre una oportunidad en eficiencia energética. Y con los tipos reales bajando, el sector inmobiliario vuelve a ser un lugar interesante para estar”, apuntó Sai. “Si bien es prudente mantener exposición a los gigantes, es igual de importante diversificarse hacia los próximos ganadores. Y eso pasa por las mid-caps”, apuntaló.. En el plano macroeconómico, prevén un crecimiento del 1,8% para EE UU y de hasta el 2% para Europa en el escenario “más optimista posible”, aunque matiza que este último dependerá de la ejecución efectiva de los planes fiscales. “Todo tendría que salir perfecto”, advierte Sai, consciente de que la fragmentación política y la dificultad para alcanzar consensos entre los Estados miembros siguen siendo un freno estructural para la región. “No es el inicio del excepcionalismo europeo, pero sí un punto de inflexión”, matizó. En divisas, la gestora anticipa una depreciación estructural del dólar en torno al 15% en cinco años, de la cual ya se ha producido más de la mitad —pierde un 9,6% en el año—. La gestora también prevé una apreciación gradual del euro de entre el 2% y el 2,5% anual en los próximos cinco años.. En este contexto, desaconsejan mantener efectivo en cartera: “No hay rentabilidad real en el cash. Es hora de poner el dinero a trabajar”, complementó en el encuentro. En mercados emergentes, Pictet se muestra constructiva, con una visión matizada. India es, para la gestora, la gran apuesta de crecimiento sostenido: una economía en expansión, con estabilidad macroeconómica y buenas perspectivas a largo plazo. China, en cambio, requiere un enfoque más táctico. No se trata de comprar y mantener, sino de saber adaptarse a los vaivenes de la política económica. “En China hay que estar en el lado correcto del ciclo de políticas. Algunas compañías lo harán muy bien, pero no es un mercado para dormirse”, advirtió Sai.. La gestora prevé una rentabilidad de la renta variable global de entre el 5% y el 6% anual para los próximos cinco años, muy por debajo del 10% al que muchos se han acostumbrado. Las valoraciones ya no ofrecen la prima de antes porque los beneficios futuros son menos fiables: “La rentabilidad corporativa ha tocado techo, sobre todo con el auge del proteccionismo. Ya no se busca el lugar más barato para producir. Eso impactará en los márgenes, y los inversores ya no están dispuestos a pagar múltiplos elevados por beneficios inciertos”, resume Sai. Además, la dispersión entre regiones y estilos se estrecha. “El liderazgo de EE UU se erosiona poco a poco. No se derrumba, pero ya no es incuestionable”, remató en el encuentro.. La clásica distribución de carteras 60-40 —60% en renta variable y 40% en renta fija— ya no sirve como punto de partida. Sai propone una revisión estructural: “En un mundo de retornos bajos y alta incertidumbre política, hay que trabajar más la asignación”. La propuesta de la gestora parte de un modelo 50-50, que evoluciona hacia un 40-40, reservando el 20% restante para activos privados y estrategias de retorno absoluto, como hedge funds. “No habrá mucha dispersión entre clases de activos, pero sí a nivel de compañías. Eso favorece a los gestores activos y a los fondos alternativos”, explica. También sugiere añadir algo más de oro en las carteras, no por su rentabilidad esperada, sino porque es la “única cobertura real” frente a la debilidad estructural del dólar y a fluctuaciones del mercado.