Las industrias relacionadas con el sector de defensa atraviesan un buen momento. Los dos últimos años han sido excelentes para sus accionistas (algunas acciones duplicaron su precio) y 2025 ha comenzado de la misma manera. Los conflictos bélicos (Ucrania y Oriente Medio) no han sido ni son el argumento principal de la tesis de inversión, pero sí son —y seguirán siendo— los catalizadores que iniciaron un movimiento de gran envergadura que cambia las magnitudes de la industria de defensa en Europa.. Seguir leyendo
Las empresas ligadas a esta industria acumulan dos años de elevada rentabilidad en Bolsa
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Las industrias relacionadas con el sector de defensa atraviesan un buen momento. Los dos últimos años han sido excelentes para sus accionistas (algunas acciones duplicaron su precio) y 2025 ha comenzado de la misma manera. Los conflictos bélicos (Ucrania y Oriente Medio) no han sido ni son el argumento principal de la tesis de inversión, pero sí son —y seguirán siendo— los catalizadores que iniciaron un movimiento de gran envergadura que cambia las magnitudes de la industria de defensa en Europa.. La caída del muro de Berlín en 1989 marcó el final de la guerra fría. Desde entonces, el gasto en defensa ha disminuido paulatinamente desde el 6% del PIB global hasta apenas el 2%. Y Europa no es una excepción, más bien al contrario. El gasto en defensa cayó rápidamente: desde los 130.000 millones de euros en 1990 hasta los 84.000 millones en 2000. De manera similar, el número de soldados en los ejércitos nacionales europeos ha bajado a la mitad desde 1995 hasta 2020. La falta de amenazas en nuestro propio continente nos hizo relajarnos y confiar en nuestro gran aliado, EE UU, como principal valedor de nuestra seguridad. Y también como principal proveedor de nuestros propios ejércitos, ya que casi dos tercios de nuestro gasto en defensa se realiza con empresas norteamericanas.. En 2014 con la anexión de Crimea por parte de Rusia las cosas empezaron a cambiar. Y al poco tiempo el primer mandato de Trump señaló (en esta ocasión todavía tímidamente) la falta de compromiso de Europa con su propia seguridad y la necesidad de un cambio. Jean-Claude Juncker, presidente entonces de la Comisión Europea, llevó a cabo un primer intento, algo modesto, para fortalecer el sector de defensa en Europa. Su objetivo era doble, ya que perseguía un mayor desarrollo industrial del sector de defensa y como consecuencia de esto, una mayor capacidad militar dentro de las fronteras europeas. El resultado no fue totalmente satisfactorio. Se consiguió desarrollar el sector industrial de defensa: aumentó sustancialmente el crecimiento medio de ventas entre 2017 y 2022 frente al conseguido en los años anteriores (2010-2017). Pero sorprendentemente, el incremento de ventas se produjo en gran parte gracias a las exportaciones. Las ventas se dirigían fuera de nuestras fronteras, por lo que la capacidad defensiva de Europa seguía cuestionada.. La invasión de Ucrania hace ahora tres años puso de relieve una situación preocupante: el ejército alemán almacenaba munición únicamente para dos días de guerra y Francia contaba con poco más de 80 vehículos de artillería pesada listos para entrar en combate (hay que distinguir entre maquinaria de combate y maquinaria lista para el combate). Además de la escasa cantidad, nos encontramos con los graves problemas derivados de la descoordinación política e institucional inherentes a la Unión Europea. Los tratados de la Unión dejan en manos de los gobiernos nacionales una gran parte de las competencias en defensa, lo que genera enormes ineficiencias desde una perspectiva de defensa común. Imagínense que en una urbanización de 30 vecinos cada uno decide cómo organizar su propia vigilancia…Efectivamente, no parece la forma más eficiente de defenderse: Los países miembros de la Agencia Europea de Defensa cuentan con 21 modelos de tanques distintos, 20 aviones de combate y 27 tipos de destructores y fragatas. Más de la mitad de nuestro armamento se utiliza solo en un único país.. Donald Trump también tiene su papel. Tanto en su primer mandato -de forma muy tímida- como especialmente en este inicio de segundo mandato, ha sido claro: Europa tiene que contribuir más al gasto conjunto de la OTAN y tiene que ocuparse sola (o casi) de sus propios problemas. Se puede decir más alto, pero no más claro.. Europa ha demostrado que funciona mejor ante la adversidad, y hoy sin duda es un momento adverso para la defensa militar europea. Pero las cosas ya están cambiando. Hay una voluntad política a nivel institucional europeo y también a nivel nacional. Y se van a poner los medios necesarios. Durante el mes de marzo se espera la publicación del libro blanco sobre industria de defensa que pondrá las bases de una nueva era en defensa. La financiación es clave. El plan de Juncker de 2017 contemplaba 1.500 millones de euros anuales. Actualmente se baraja que el nuevo plan pueda alcanzar cifras de entre 100.000 a 500.000 millones en cinco años. Ursula Von der Layen lo ha plasmado en una frase: “Gastar más, mejor, y en Europa”. El objetivo es conseguir una mayor capacidad defensiva. No tiene que basarse solo en la industria europea, pero es impensable hacerlo al margen de la industria europea.. La pregunta clave que se tiene que plantear hoy un inversor es qué parte de este cambio en las expectativas de la industria de defensa europea está ya descontado en sus valoraciones. La respuesta hace unos años era fácil: la industria seguía descontando un declive secular en el gasto en defensa. Con el inicio del conflicto en Ucrania las expectativas comenzaron a aumentar, y a día de hoy una parte no pequeña del futuro crecimiento está ya descontada en el precio. Esto no las convierte en un mala inversión, pero sí aumenta su exposición a que las nuevas noticias no sean tan buenas como las que se esperan, haciendo más probable correcciones temporales de cierta relevancia. Por ejemplo, la voluntad política de construir una defensa más sólida en Europa se puede dar de bruces con las rigideces fiscales de unos gobiernos que ya están suficientemente endeudados. O el regulador puede decepcionar con unos compromisos de gasto menores de lo esperado.. Después de muchos años languideciendo, nos movemos hacia una Europa con más capacidad militar. Las decisiones se han tomado y los medios financieros están llegando. La industria europea de defensa tiene por delante muchos años de gran crecimiento y hay compañías que ya se están beneficiando de esto. El futuro sigue siendo prometedor pero una parte de la rentabilidad ya está atrás.