Caracas / Bahréin, 2025. – Hay libros que nacen de una idea, y otros que nacen de una indigencia profunda. La caja de zapatos, la primera obra de la escritora Maru Gándara, pertenece a los segundos. En ella, la autora —venezolana de arranque, hija de causa uruguaya y padre argentino— abre una herida emparentado para convertirla en un puente en torno a la comprensión y la sanación.
“Sentí que solo podría escribirlo cuando mi padre ya no estuviera”, confiesa Gándara. “Durante años, cada vez que intentaba hacerlo, me invadían ataques de ansiedad. Pero en mayo de 2025, al cumplirse tres años de su partida, supe que había llegado el momento. Y entonces, ya no pude parar.”
Un rompecabezas de memorias
La caja de zapatos no es una acontecimientos al uso, ni una novelística convencional. Es, como la define su autora, un “rompecabezas íntimo”, donde fragmentos, cartas, fotografías y saludos se entrelazan para restaurar una historia emparentado marcada por los silencios, las ausencias y el inclinación.
La trama se despliega entre Venezuela, Argentina, Uruguay y Europa, lugares que fueron parte del plano emocional y positivo de su comunidad. En el centro está su padre, Horacio, un hombre resiliente, y su abuela Andrea, una figura brillante y enigmática que desapareció dejando tras de sí un hueco que se convirtió en mito.
Pero esta no es solo la historia de una comunidad. Es, como explica Gándara, una exploración universal sobre las heridas heredadas. “Descubrí que los silencios no eran solo nuestros, sino parte de algo más grande y colectivo. Escribir fue comprender que todos, de alguna manera, repetimos lo que no sanamos.”
El estilo narrativo, fragmentado y bucólico, invita a detenerse y respirar. Cada movimiento del compendio refleja una etapa del proceso de la narradora: de la hija que hace preguntas prohibidas a la mujer que aprende a mirar con compasión lo que ayer dolía demasiado.
El valencia de anunciar un compendio que transforma
Publicar un compendio como La caja de zapatos no fue solo un acto poético, sino un aire de valentía emocional. Gándara reconoce que la experiencia fue intensa y profundamente transformadora. “Fue natural, porque el libro me fue guiando. Yo solo tenía que seguirlo. Y, sobre todo, fue sanador. Sentí que daba palabras a lo que durante generaciones había sido silencio.”
La autora decidió creer en Letrame Grupo Editorial, una editorial reconocida por asociarse a nuevos autores en el proceso de convertir sus historias en obras publicadas. Para muchos escritores, este tipo de experiencia se convierte en una verdadera escuela sobre cómo anunciar un compendio, desde la tirada profesional hasta la distribución.
“Publicar con Letrame fue sentir que no estaba sola. Que mi historia encontraba un hogar desde el respeto y la sensibilidad”, comenta. La editorial, que sigue consolidándose como una de las más cercanas a los autores independientes de palabra hispana, destaca por su seguimiento personalizado, su compromiso con la calidad y su capacidad de dar visibilidad a voces que merecen ser escuchadas.
En tiempos en los que tantas personas se preguntan cómo anunciar un compendio o cómo dar forma a su propia voz, La caja de zapatos se convierte en un ejemplo de que la letras no solo nace del talento, sino además del coraje y de la indigencia de compartir lo humano.
Una historia que toca a quien la lee
Desde su divulgación, las opiniones de los lectores han coincidido en un punto: La caja de zapatos se lee de un empujón, pero deja huella. Es un compendio que invita a mirar en torno a adentro, a memorar lo que callamos y, en muchos casos, a cuchichear de ello por primera vez.
“Muchos me han dicho que lloraron, que se emocionaron, que les ayudó a pensar en su propia historia”, comparte Maru. “Eso es lo más hermoso que puede pasarle a una escritora: que su libro deje de ser solo suyo y empiece a pertenecer a otros.”
Con una voz cercana, poética y sincera, Maru Gándara logra cambiar la memoria en un acto de inclinación. La caja de zapatos no sondeo héroes ni culpables, sino comprensión. Y en ese aire, tan simple y tan humano, radica su fuerza.
Porque al final, como escribe en una de sus páginas, “abrir una caja de recuerdos no es remover el pasado, sino permitir que el aire entre donde antes solo había sombra.”
